CLAROSCUROS
VERACRUZ
2015: LA CAÑA DE LOS CUCHILLOS LARGOS
José Luis
Ortega Vidal
Primer acto: un Senador acude a la Auditoría
Superior de la Federación para preguntar cómo andan las investigaciones sobre
las finanzas públicas en su estado natal: Veracruz.
Segundo acto: Un alcalde acude a la Fiscalía
Estatal para preguntar ¿quién, por qué y para qué lo anda buscando?
Tercer acto: Un diputado local que decidió
promoverse como candidato independiente a gobernador se entera que pronto
podría ser ex diputado porque el Fiscal de la entidad a la que aspira gobernar
desempolvó un añejo caso de asesinato donde se le involucra.
- ¿Cómo se llama la obra?
- Veracruz: la caña de los
cuchillos largos…
Aunque teatral –hasta hoy- la lucha por el poder
estatal en Veracruz no es un tema menor, de mera retórica, juego de pulsos o
fintas propias de grupos aldeanos que terminarán arreglando sus diferencias a
sombrerazos.
Si en el altiplano ven las cosas así están
completamente equivocados.
Y si en las oficinas de Miguel Ángel Osorio Chong y
Enrique Peña Nieto tienen una perspectiva más profunda y amplia sobre lo que se
está viviendo en el ámbito político de Veracruz, surge la pregunta obligada:
¿cuándo piensan actuar?
Más aún: ¿Piensan actuar?
Muchos meses atrás, columnas y columnistas
–incluyendo Claroscuros- análisis y analistas dieron a conocer que por primera
vez en la historia reciente de la entidad los tiempos electorales se habían
desfasado.
Javier Duarte de Ochoa no es el gobernador que
llega fuerte a su quinto año de gobierno y cuenta con el sexto para manejar en
calma la sucesión.
Javier llegó -por múltiples variables que merecen
análisis aparte- políticamente debilitado a su quinto año y el sexto se prevé
sumamente difícil por la elección misma y por las consecuencias que sus
resultados pueden acarrear, gane quien gane.
En circunstancias normales el gobernante –el
Príncipe, diría Nicolás Maquiavelo- cuenta con el derecho de voto o, por lo menos,
con el derecho de veto.
No es el caso.
El PRI como partido político y el priismo como
práctica de cultura política enraizada en México, sin excepción de Veracruz,
suele arreglar los relevos antes de llegar a las urnas y la regla no escrita es
que la negociación permitirá a todos los grupos de interés quedar conformes con
la parte del “pastel” que se les asigna; si hay inconformes éstos saben a lo
que se atienen si optan por "patear el pesebre".
Patricio Chirinos intentó dejar como sustituto a
Miguel Ángel Yunes, no pudo y se hizo a un lado…
Miguel Alemán quiso entregar el poder a Alejandro
Montano, no pudo y respetó la decisión…
Fidel Herrera quiso dejar en el poder a Javier
Duarte y lo logró, pero ahora el mismo Fidel Herrera quiere que Javier le entregue
al poder a un tercer integrante de su grupo –ya sea Alberto Silva o Erick
Lagos- y luchan por tal objetivo…
Ya de suyo, pensar un tercer periodo gubernamental
en manos de un mismo grupo de poder resulta fuera de toda regla, de todo
antecedente y de toda proporción.
Pero además, luchar, pugnar, dar la pelea como está
ocurriendo ahora mismo en Veracruz, con el empleo de las herramientas del
Estado, es, por decirlo con palabras suaves: sumamente riesgoso, no sólo para
los fidelistas –muy su asunto, eso de arriesgarse o de defenderse como lo hacen
porque se ven obligados a ello- sino a la sociedad en general.
La fidelidad y su extensión, el llamado duartismo,
están estirando demasiado la liga de la institucionalidad y su ruptura podría
tener consecuencias lamentables y graves.
El riesgo para toda la sociedad resulta un tema no
sólo de suma preocupación, sino que rebasa claramente la posibilidad de un
arreglo político con árbitros locales.
Es decir, ante el quiebre de la regla no escrita de
estirar la liga de poder siempre en el marco de respeto a la instituciones, los
árbitros locales –en este caso el gobernador en turno- pierden credibilidad que
no es lo mismo a perder el derecho de voto y el derecho de veto: es peor porque
genera pérdida de control.
Ante un panorama semejante el poder federal le
entra o le entra porque en Veracruz el vaso de la lucha por el poder luce lleno
y amenaza con derramarse.
No me refiero a temas estrictamente legales, que
están implícitos pero que se están utilizando más allá de lo legal, al
convertirse en herramientas de la política y violentar, por tanto, la
naturaleza misma de organismos como la Fiscalía General, cuyo propósito es
procurar justicia para todos no sólo para unos cuantos, así sean esos cuantos
los jefes en turno.
Me explico:
Si Renato Tronco Gómez violó la Ley y se demuestra
su responsabilidad, debe enfrentar a la Ley, porque para eso existen las
instituciones de procuración y de aplicación de Justicia…
Si Miguel Ángel Yunes Márquez violó la Ley y se
demuestra su responsabilidad, debe enfrentar a la Ley, porque para eso existen
las instituciones de procuración y de aplicación de Justicia…
En la misma lógica, si el gobierno de Veracruz –es
decir, algunos de sus integrantes o ex integrantes- violó la Ley y se demuestra
su responsabilidad, debe enfrentar a la Ley, porque para eso existen las
instituciones de procuración y de aplicación de Justicia…
Empero, queda claro que los tiempos electorales en
Veracruz -desatados antes de tiempo y sin freno- están colocándose por encima
de los tiempos de la Ley y de la Justicia.
Estamos, pues, ante un abuso de la norma jurídica y
sus métodos y sus fines y ante una agresión al espíritu de la Justicia para la
obtención de afanes electorales.
Es decir, somos testigos de una lucha encarnizada
por el poder, bajo la lógica del “cueste lo que cueste” y esto nos remite al
México del Siglo XVIII, antes de la guerra de Independencia, a todo el siglo
XIX con sus múltiples batallas ideológicas y de poder, a la pre, a la
Revolución y a la postrevolución en la etapa de las luchas caciquiles
regionales.
No estamos ante nada nuevo. Tampoco es para
espantarse. México es un país bronco, Veracruz lo es también.
La pregunta es: ¿Se trata de eso? ¿De demostrar lo
bronco que somos? ¿De alejarnos de los avances históricos que hemos obtenido
frente a nuestro carácter bronco, sustituido a lo largo de los siglos por una
condición de racionalidad, civilización y Estado de Derecho?
La construcción de instituciones, la búsqueda de la
democracia, los avances en la construcción de un marco legal siempre
perfectible y de un contexto de solidez política que obliga y promueve su
respeto, no son conquistas menores.
De modo tal que no se trata de conducir a Veracruz
a un escenario donde se vaya a imponer el más fuerte o el que porte el sombrero
más grandote…
Se trata de actuar como la sociedad civilizada que
somos, como el Estado que decidimos edificar y con la madurez histórica a que
aspiramos.
Lamentablemente, nuestra clase política actual luce empeñada en caminar en
otro sentido y eso es –por lo menos- motivo de llamar al orden, al respeto, a
la responsabilidad política...