Un estudio cualitativo exploratorio realizado por UNICEF en Jojutla (Morelos) y Juchitán (Oaxaca) mostró parte del impacto de los terremotos del año pasado en la salud, nutrición, educación y protección de niños, niñas y adolescentes. 
En términos generales, el Fondo estableció que es necesario fortalecer, por ejemplo, los esquemas de recopilación de donativos de alimentos para que la salud de los niños, niñas y adolescentes no sea afectada n casos de desastres, así como fomentar la práctica de la lactancia materna.
En cuanto a protección social, México necesita desarrollar programas y/o beneficios de emergencia que cubran las necesidades básicas de grupos vulnerables, especialmente familias con niños, niñas y adolescentes (alimentación, salud, vivienda temporal, ropa, etc.,) y así evitar las afectaciones irreparables a largo plazo.
Al presentar su informe sobre la situación humanitaria de la infancia y la adolescencia a un año de los terremotos en México, la UNICEF difundió que en las zonas afectadas la cantidad del suministro de agua ha disminuido, aunque el abastecimiento de agua a hogares y otros entornos se ha reestablecido de manera paulatina.
Además, la vida de la comunidad, en general, ha cambiado sustancialmente a causa de los terremotos del año pasado.
“Las necesidades de atención psicosocial siguen vigentes en los niños y los servicios disponibles para atenderlos son limitados. Recuperar espacios adecuados y seguros para que niñas, niños y adolescentes puedan aprender, socializar, esparcirse, jugar y participar en actividades comunitarias es una necesidad urgente, y la reconstrucción del sector educativo, en particular, debe continuar siendo una prioridad para el país”, reportó.
La UNICEF recaudó ocho millones de dólares para los damnificados
En el evento de rendición de cuentas, Christian Skoog informó que logró reunir ocho millones de dólares, el 80% del dinero provino de donaciones desde el extranjero, para apoyar a los niños damnificados.
El dinero recaudado fue canalizado a: distribuir paquetes de higiene a tres mil 579 familias; distribuir información sobre la importancia de continuar la lactancia materna y cómo hacerlo a dos mil 400 mujeres, y capacitar a mil 359 profesionales de la salud sobre el mismo tema.
Asegurar que nueve mil 370 niños, niñas y adolescentes tuvieran acceso a agua segura para beber y acceso a instalaciones amigables de saneamiento e higiene; proveer espacios temporales de aprendizaje para 20 mil 560 niños, niñas y adolescentes; distribuir escuelas en una caja para beneficio de 32 mil 400 niños, niñas y adolescentes.
También a capacitar a 5 mil 962 docentes en materia de apoyo psicosocial y currículo de emergencia, y abrir 37 espacios amigables para la infancia en los que participaron ocho mil 290 niños, niñas y adolescentes y fueron atendidos mil 50 padres, madres y cuidadores.
La UNICEF dividió el ejercicio de los recursos en dos fases: respuesta inmediata, con un 31%, y el plan de recuperación, con un 69%.
Con relación a ambas fases, aproximadamente, el 52% de los recursos fueron destinados a que los niños retomaran lo antes posible su educación; el 22% se enfocó en aspectos de protección debido a la extrema vulnerabilidad de los niños antes situaciones de este tipo; el 22% fue destinado a agua, saneamiento e higiene; el 3% a salud y nutrición; y el 1% a política social.
“México es un país expuesto a múltiples fenómenos naturales que está trabajando para aumentar su resiliencia ante las emergencias, ha incrementado su cultura de protección civil y ha avanzado mucho desde 1985, como fue evidente en 2017: menor número de muertos y lesionados y menor daño a ciertos tipos de infraestructura”, destacó Christian Skoog.