REFLEXIÓN MATUTINA.
El 27 de octubre del 2018.
En el año 1490 un fabricante de tinas de madera, que trabajaba en los alrededores de Idrija en Eslovenia, descubrió que algo brillaba en el agua, era el azogue, antiguo nombre del elemento químico mercurio, cuyo interés permaneció durante siglos ya que los alquimistas creían que era un ingrediente básico para conseguir la piedra filosofal, la sustancia capaz de transformar cualquier metal en oro, curar enfermedades y conceder la inmortalidad.
LA TOXICIDAD DEL AZOGUE.
POR: Edwin Corona y Cepeda-
Instructor Internacional de Buceo.
No escapó de buscar esta cualidad el físico inglés Isaac Newton quién realizó durante años diferentes experimentos alquímicos con mercurio, intentando encontrar la fórmula de la piedra filosofal. Y se supone que fue precisamente la toxicidad del mercurio lo que originó su muerte en 1643.
Bartolomé de Medina, era un próspero comerciante español establecido en Sevilla donde tuvo contacto con un metalúrgico alemán cuyo nombre se desconoce y al que llamaba “Maestro Lorenzo”, quien le transmitió los secretos para beneficiar plata y oro con un sistema distinto y más barato que el que hasta en ese entonces se usaba. Después de varios experimentos efectuados en Sevilla con buenos resultados, decidieron venir a la Nueva España para aplicar su método, pero el Gobierno español negó el permiso de viaje al alemán por lo que Medina se trasladó solo y escogió a Pachuca por su fama como centro minero y por su cercanía a la ciudad de México donde residían los poderes del Virreinato.
Bartolomé Medina llegó a la Nueva España en 1554 a la edad de 57 años y en las minas de Pachuca y Real del Monte experimentó el proceso de amalgamación de la plata, que se produce gracias a la afinidad de ese metal con respecto al mercurio, proceso conocido como beneficio de patio, muy importante para la minería mexicana y en general de Iberoamérica, aplicado durante más de 300 años.
Sin el descubrimiento de las minas ricas en oro y plata en el Nievo Mundo, no hubieran existido las famosa “Flotas”, y todo el curso de la historia de América hubiese cambiado. El primer cargamento de oro y plata que llegó a España – en muy reducido volumen – lo condujo Cristóbal Colón. A ese siguieron otros que se acumularon durante más de cinco décadas y en cuya extracción se utilizaron a indígenas esclavizados que lavaban las arenas auríferas y argentinas de los arroyos y cuando este recurso se agotó alrededor de 1530, los españoles empezaron a trabajar con más técnica las minas excavando y sacando, sobre todo plata de las vetas superficiales.
El punto máximo de explotación bajo este sistema se registró en Perú en 1545, con el descubrimiento de las minas del Potosí (actual Bolivia) que contenía en aquel entonces la más alta concentración de plata en el mundo.
Tres años después se descubrieron las riquísimas minas de plata de Guanajuato y Zacatecas y ello dio un gran auge a la minería novohispana.
Pero el auge real de la explotación de las minas de plata se inicia en 1555 con el descubrimiento del alemán desconocido y de Bartolomé de Medina del uso del azogue (mercurio) para la separación de los metales preciosos que proporciono a los capitalistas mineros magníficos dividendos.
La Corona española nunca explotó las minas por su cuenta, pero aparte del cobro del quinto real acaparó los yacimientos de mercurio de Huancavelica en el Perú, pero estos pronto fueron insuficientes para cubrir las demandas de explotación, por lo que los mineros se vieron en la necesidad de importar el mercurio para continuar la explotación minera.
Esto persistió por más de tres siglos como lo pudimos constatar con el hallazgo efectuado por Los Samuráis de CEDAM en el año de 1972 del pecio del paquebote inglés “El Tweed “hundido el 19 de febrero de 1847 en el Arrecife de Alacranes en el Golfo de México llevando como parte de su carga 1,118 botellas de mercurio valuadas en ese entonces en 18,000 libras esterlinas. Aunque la mayoría de las botellas estaban intactas, la rotura de algunas había diseminado el brillante metal líquido sobre el fondo del arrecife. Cuando regresamos un año después todas las botellas conteniendo el mercurio habían desaparecido.
Y ya, en el pasado siglo XX, el 9 de febrero de 1945, a punto de terminar la Segunda Guerra Mundial, el submarino alemán U-864 navega por la costa oeste de Noruega, con rumbo al Japón.
Dentro viajan 73 personas, entre tripulación y varios científicos alemanes que van a trasladar su conocimiento a los japoneses. Dentro de lo que conduce el U-864 se encuentran 65 toneladas de mercurio.
Un submarino británico, el HMS Venturer, logró interceptar al U-864 y lo impactó con un torpedo. El U-864 se fue a pique y todos sus ocupantes murieron.
El submarino fue ubicado a una profundidad de -150 metros y está roto en dos partes, proa y popa, aunque varios fragmentos de la nave reposan alrededor.
Hoy, a más de 70 años del siniestro, el submarino sigue siendo un tema de debate para las autoridades noruegas. La discusión se centra en cuál es la mejor manera de manejar el riesgo de contaminación que representa la carga de mercurio que está dentro del submarino y sus alrededores.
En los años siguientes al hallazgo, las autoridades noruegas efectuaron varios estudios en los que hallaron concentraciones de mercurio mayores de lo normal en los alrededores del submarino.
Un estudio del Instituto Nacional de Investigación sobre Nutrición y Comida de Mar, concluyó que los peces que se habían expuesto a los sedimentos del área del submarino, tenían niveles de mercurio cuatro veces más altos que los peces de otras zonas.
En 2014, la Administración Costera de Noruega concluyó que remover los restos de la nave y las piezas contaminadas alrededor de ella, harían que el material tóxico se esparciera.
Ahora, a mediados de octubre, las autoridades decidieron que recubrir el submarino sería la solución más segura y amigable con el medio ambiente.
Según un reciente comunicado del Ministerio de Transporte de Noruega, se instalará un cobertor que abarcará un área de 47.000 metros cuadrados, debajo del cual estará el submarino. Si todo sale bien, la cobertura debe estar lista en 2020.
Este ataque pasó a la historia como la única acción de guerra en el que un submarino logra destruir a otro mientras ambos están sumergidos.
58 años después de este trágico suceso, en el 2003 personal de la marina noruega localizó los restos del submarino nazi a unos tres kilómetros y medio de la Isla Fedje
El pecio yace en el fondo a una profundidad aproximada de -150 metros y los restos de la nave están rotos en dos partes, proa y popa, y varios fragmentos de la nave reposan alrededor.
Hoy, a más de 70 años después de su hundimiento elU-864 sigue siendo un tema de debate para las autoridades noruegas ya que la discusión se centra en cuál es la mejor manera de manejar el riesgo de contaminación que representa la carga de mercurio que está dentro del submarino y sus alrededores.
En los años siguientes al hallazgo, las autoridades noruegas han efectuado diversos estudios en los que hallaron concentraciones de mercurio mayores de lo normal en los alrededores del submarino.
Con base en estos estudios en 2014, la Administración Costera de Noruega concluyó que remover los restos de la nave y las piezas contaminadas alrededor de ella, harían que el material tóxico se esparciera.
Ahora, a mediados de octubre de este año, las autoridades han decidido que la solución más aceptable es la de recubrir al submarino mediante un cobertor que abarcará un área de 47.000 metros cuadrados, debajo del cual estará el submarino. Si todo sale bien, la cobertura debe estar lista en 2020.
PICADAS JAROCHAS.
DIPLOMACIA.
Dime Joaquín. ¿Sabes cuál es la diferencia entre una suegra y un terrorista?
NO.
Pues que con el terrorista se puede negociar.
¡QUE TENGAN UN BUEN DIA!