El subcomandante Moisés, vocero del movimiento, denuncia “bloqueos, asaltos, secuestros, cobro de piso, reclutamiento forzado y balaceras”, producto de la pugna entre grupos criminales
Pablo Ferri / El País
El zapatismo se repliega en Chiapas, en el sur de México, mientras busca su nueva forma, una estructura que responda a la situación de crisis que enfrenta la región. En un comunicado divulgado este domingo, el subcomandante Moisés, vocero del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), anunció “la desaparición de los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas y las Juntas de Buen Gobierno”, conocidos como caracoles, las bases civiles del movimiento. “Les iremos explicando cómo es y cómo se ha ido gestando la nueva estructura de la autonomía zapatista”, ha dicho el líder del movimiento, sucesor del subcomandante Marcos.
El comunicado de Moisés es parte de una serie de escritos que el zapatismo ha liberado en los últimos meses, cuatro hasta ahora, en los que reconoce y denuncia la crisis que vive el suroriente mexicano. “Las principales ciudades de Chiapas están en un completo caos”, señala el subcomandante. “Las presidencias municipales están ocupadas por lo que nosotros llamamos ‘sicarios legales’ o ‘crimen desorganizado’. Hay bloqueos, asaltos, secuestros, cobro de piso, reclutamiento forzado, balaceras. Esto es efecto del padrinazgo del Gobierno del Estado y la disputa por los cargos que está en proceso. No son propuestas políticas las que se enfrentan, sino sociedades criminales”, añade, en referencia al proceso electoral de 2024.
El zapatismo, que entre diciembre y enero celebra el 30 aniversario de su alzamiento en armas contra el Gobierno, ha denunciado incansablemente la situación que vive Chiapas. Ya en septiembre de 2021, el EZLN denunció que el Estado estaba al borde de una “guerra civil”, tras el secuestro de dos integrantes de la Junta de Buen Gobierno del poblado de Patria Nueva. El movimiento culpabilizó por la situación a las autoridades estatales, principalmente el gobernador, Rutilio Escandón, de Morena, y a la Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo, por el secuestro. Finalmente, las dos autoridades zapatistas quedaron libres.
La violencia en Chiapas está desatada, se mire por donde se mire. El Estado más pobre de México sufre el enfrentamiento entre organizaciones criminales en la parte fronteriza con Guatemala, en la selva Lacandona, en la región de los Altos, en la zona de Palenque. Hay disputas entre grupos políticos en municipios de diferentes regiones. Grupos de autodefensas y paramilitares aparecen y desaparecen, defendiendo causas variables, todo ante la incapacidad o la complicidad de las autoridades. La semana pasada, vecinos de la frontera denunciaban la aparición de cuerpos embolsados en las aguas del río Suchiate, camino al océano.
El tono de los cuatro mensajes que ha liberado estos meses el EZLN constatan la desesperación de la población. En el tercero, Marcos, que hace poco se autodegradó a “capitán insurgente”, recogía el contenido de una conversación entre zapatistas, principalmente él y Moisés, en el que se preguntaban por el futuro de sus niñas y niños, dentro de 120 años. “Ya tenemos encima la tormenta. La misma de la que advertimos hace casi 10 años. Lo primero que vemos es que la destrucción viene más rápido. Lo que pensamos que pasaría dentro de 10 años, ya está aquí”, decía Moisés.
“El monstruo, la hidra, el capitalismo, está como loco, robando y destruyendo. Ahora quiere robarse lo que antes no le importaba y sigue destruyendo lo poco que queda. El capitalismo ahora produce la miseria y a quienes huyen de ella: los migrantes”, señalaba el subcomandante. “Vienen muchas desgracias, guerras, inundaciones, sequías, enfermedades, y en medio del colapso tenemos que mirar lejos. Si los migrantes ahora son miles, pronto serán decenas de miles, después cientos de miles. Vienen peleas y muerte entre hermanos, entre padres e hijos, entre vecinos, entre razas, entre religiones, entre nacionalidades. Arderán las grandes construcciones y nadie sabrá decir por qué, o quién, o para qué. Aunque parece que ya no, pero sí, se va a poner peor”, añadía.
En el cuarto escrito, el tono es parecido. “Las fuerzas militares y policíacas federales, estatales y locales, no están en Chiapas para proteger a la población civil. Están con el único objetivo de frenar la migración. Esa es la orden que vino desde el Gobierno norteamericano. Como es su modo, han convertido la migración en un negocio. El tráfico y la trata de personas es un negocio de las autoridades que, mediante la extorsión, el secuestro y compraventa de migrantes, se enriquecen desvergonzadamente”, denuncia Moisés.
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