REFLEXIÓN MATUTINA DE
UN VIEJO LOBO DE MAR.
El sábado 17 de
octubre del 2015
Eran alrededor de las 6 de la mañana, pues apenas había
abierto el gimnasio que se encuentra en el piso inferior de mi casa,
cuando escuché el tañer de la campana que uso como timbre, cuyo repique me hizo
despertar.
ANOCHE TUVE UN SUEÑO.
Por: Edwin Corona y Cepeda.
El metálico sonido que retumbo en mis
oídos, me hizo despertar y como zombie me arrope con la bata de cama, unas
sandalias y todavía amodorrado baje la escalera y llegue a la reja, donde, para
mi sorpresa, un chamaco delgadito, de tez morena, ojos negros y de
escasos 12 años, ataviado de blanca camisa y calzón de manta, ceñida a la
cintura una roja faja de la que pendía un machete costeño, calzado con
campesinos huaraches de cuero y tocado con sombrero de palma me dijo: Soy
Narciso Mendoza.
Desde luego, el nombre, que se me hizo algo conocido, no me dijo
nada, pero su juvenil y gallarda presencia me inspiró confianza, pues pensé que
era un alumno del cercano CETMAR que venía a visitarme, por lo que le
invité a pasar, preguntando, desde luego, por el objeto de su visita.
Instalado en la mesa del desayunador y sirviéndose unos huevos
revueltos en una sabrosa tortilla, acompañados de un oloroso café con canela
endulzado con piloncillo, Narciso Mendoza, inició su relato.
Nací – me dijo – en
Cuautla en 1800 y en 1812 me alisté en la tropa infantil de la “Compañía de
Emulantes ” que organizó el Generalísimo de América, Don José María Morelos y
Pavón, misma que quedó al mando de su hijo, el después traidor, Juan Nepomuceno
Almonte.
Así el 5 de marzo de 1812 – continuó el joven a quién, para mi
sorpresa ya había identificado como “El Niño Artillero” – las tropas realistas
al mando de Félix María Callejas atacaban la plaza de San Diego en Cuautla,
defendida por Don Hermenegildo Galeana, pero ante la superioridad del enemigo,
este tuvo que retirarse, por lo que Calleja, aprovechando esta situación,
avanzó para tomar la plaza. En medio de todo ese desorden, me di cuenta de que
allí había un cañón cargado apuntando con la boca hacia la calle por dónde
venían los realistas y junto a este, un palo encendido. Así que sin
pensarlo dos veces, agarre el palo encendido y prendí la mecha del cañón. Este
cañonazo mató a varios soldados y dio tiempo a que Don Hermenegildo se
reorganizara y con ayuda de las tropas de Morelos, Matamoros y Bravo
hicieron retroceder a los soldados de Calleja.
Ahora bien – continúo el Niño Artillero – el motivo de la misión
que me ha encomendado don José María Morelos y por la que me encuentro aquí, es
que este, enterado por la prensa del hallazgo de un cañón junto a la antigua
Aduana de Veracruz, me ha ordenado la encomienda de ver si esta pieza de
artillería, que tal parece que ahora se encuentra junto al recinto
portuario y listo para ser embarcada al extranjero, pertenece al tipo de
cañón con el que hice retroceder durante el sitio de Cuautla a las fuerzas
realistas al mando de Calleja, pues don José María quiere formar un Museo sobre
el Sitio de Cuautla en el Cielo y estaría dispuesto a pagar mejor precio por
esta pieza, con tal que se quede en México, que cualquiera de los museos
extranjeros. Y si es necesario -continúo – darle su “mochada” al INAH, está más
que dispuesto a hacerlo.
Totalmente sorprendido por lo expresado por el joven Narciso, lo
lleve al lugar donde estaba colocado originalmente el cañón, y allí quedó, no
solo sorprendido del escamoteo del mismo, sino ante el caos, el desorden, la
destrucción y la evidente corrupción, que, con el beneplácito del
alcalde, está ocurriendo en el Centro Histórico de Veracruz por
parte del encargado de este sitio, Manuel Ruiz Falcón, quien indudablemente se
ha ganado el título de El Atila Veracruzano.
Y cómo
el Niño Artillero no se reponía de su sorpresa, lo invité al Café de la
Parroquia a tomar un “lechero”, degustar unas canillas y poner atención a la
lectura de una carta que me envío un verdadero experto en estas cuestiones de
construcción y urbanismo municipal, en la que señala lo siguiente:
Estimado Edwin:
Toda remodelación o cambio implica juicios
en pro o en contra, y si me lo permites mi opinión como
ingeniero es la siguiente:
Este pinche y veleidoso
arquitectito que por el coto de poder que le ha dado el apellido ha querido
hacer de Veracruz y Boca del Río planchas de concreto y con la complacencia (¿o
complicidad?) del alcalde lo ha logrado y en donde cualquier persona con un
poco de inteligencia detecta el uso de la obra como medio de
la obtención de dinero fácil gracias al destrozo de
lo existente, esto es lo que le deja la lana y cree que los
veracruzanos somos una bola de pendejos que no nos damos cuenta de ello,
porque mover el monumento a Juárez al lugar donde ahora se encuentra y
sin un sentido del equilibrio arquitectónico es una forma de tirar el
dinero, o más bien de robar, aunado a que el conjunto anterior era mucho
más bello, elegante y soberbio. También se
comió el estacionamiento que había, que era lo
más vulnerable y no tomo en cuenta a los cientos de
empleados que trabajamos en esos edificios públicos y que ahora nos acordamos,
no solo de él, sino de su progenitora, cada vez que no encontramos en
donde estacionarnos. Pero esto se le puede perdonar si existiese una
razón urbanística que lo justifique, pero no hay ninguna. Además usó
materiales muy corrientes en el piso amén de que, por las premuras lo
colocó mal, de tal modo que, más temprano que tarde, todo se le va a
levantar aunque no lo pisaran los patinadores, que es el pretexto que está
utilizando, pues por la pura acción del calor ya existen muchas losetas
flojas. Además no puso trampas de olor en las alcantarillas por lo que hay
zonas donde el olor a drenaje es nauseabundo, insoportable y repugnante y no se
le ocurrió poner un semáforo en la esquina con Juárez,
donde quien cruza la calle se juega la vida porque no hay control sobre la
velocidad de camioneros y automóviles, la jardinería y la
iluminación es un punto y aparte que te trataré en otra ocasión.
Todo esto es una chulada, pero tal
parece que no hay autoridad que lo detenga, saludos afectuosos. Ing.
Gómez
Y tras escuchar el contenido de esta
misiva, el pobre Narciso cayó de bruces desmayado y yo desperté.
COMENTARIOS.
Nunca
dejes de aprender.- Nunca habré de jubilarme y menos mi experiencia. Ochenta
años me fijan en la vida y tus textos me retroalimentar. Muchas gracias. La
comunicación fluye en amor fraterno. Mtro. Jorge Paniagua Herrera.
Estamos conectados.- Este mismo tema -el del aprendizaje
eterno- fue mi meditación y propósito de esta mañana.- Agustín de la Isla León.
Nunca dejes de aprender… y de soñar.- Edificante mensaje este de no dejar de seguir
aprendiendo. Una eminente doctora, neuróloga, de avanzada edad, dice que el
cerebro es el único órgano que no envejece si lo mantenemos ejercitado todo el
tiempo. Esto suena muy bien para levantarnos el ánimo, pues yo con
mis 67 años en ocasiones me siento una anciana achacosa. Pero con estas reflexiones
suyas recuperamos el ánimo y el entusiasmo para seguir jóvenes el tiempo que
nos falta por vivir.
He
leído en la Biblia que a partir del 2012 ha llegado el tiempo de la Nueva
Tierra que menciona que cuando éste llegue ya no habrá enfermedad ni
muerte, y que el león dormirá junto al cordero. Conviene creer esto y con
suerte no tardemos mucho en darnos cuenta de que ya llegamos al tiempo en que
nos convirtamos en seres de luz, en vez de seres de carbono. ¡También se vale
soñar!- Nora Elsa Valdez Jiménez.
Nuestra Marina Mercante.- Considerando los barcos que están a
flote, representa una poderosa fuerza naval, solo que constituida por
barquichuelos de pesca, medianas embarcaciones y remolcadores al servicio de la
explotación petrolera. En lo referente a barcos de Alto Porte, estamos en la
ruina, sin embargo, tenemos tres escuelas que durante muchos años fueron
orgullo de la Nación, hoy, son poco menos que basura, dado que los marinos
mercantes que hoy existen como profesionales tienen de marinos lo que tienen
los paseantes o turistas playeros, de mar y de marina saben poco menos
que de astronomía intergaláctica.- Ing. Luis Martínez Wolf.
PICADAS JAROCHAS.
EPTAFIO.
Aquí
yace Juan García
quién
con un cerillo un día
fue a
checar si gas había
y si
había.
¡QUE TENGAN UN
BUEN DÍA!