Millones de
mexicanos carecen de agua potable en sus hogares y se estima que para 2030 el
país se quede sin el vital líquido; sin embargo, proyectos ciudadanos que han
sido exitosos para recolectar agua e impactar favorablemente la vida de miles
de personas se colocan en la mira del interés público.
Jorge Salas (@ClaudioBenedett)/Newsweek en Español/ Animal Político
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Carlos Echegoyen |
Rosalba
gira la llave de derecha a izquierda, pero no sale nada de agua. Lo intenta de
nuevo y nada. Luego de intentarlo un rato más, se da por vencida. “Hoy no
saldré de casa”, dice mientras observa el encapotado cielo. La habitante de la
delegación Tlalpan tendrá que esperar a la pipa de agua con la esperanza de
obtener el vital líquido.
Al otro
lado de la ciudad, Fernando también sufre por el agua. Pero no por la falta,
sino por el exceso. Él, al igual que miles de automovilistas, se encuentra
atrapado en el tránsito de Viaducto porque un tramo se volvió a inundar debido
a una de las “atípicas lluvias” (como les llaman algunas autoridades) que
sumergen las calles y avenidas de Ciudad de México.
Rosalba y
Fernando son solo dos ejemplos de los millones de mexicanos que sufren por la
escasez de agua o las inundaciones. Ambos problemas pueden tornarse en
soluciones gracias a proyectos ciudadanos que buscan restablecer un nuevo
equilibrio en el binomio Ciudad-Agua. Los mismos permiten imaginar que la
viabilidad de las grandes ciudades mexicanas es posible.
La
organización Isla Urbana ha enseñado a cosechar agua de lluvia a personas que
nunca habían podido bañarse más de una vez a la semana. Los proyectos de esta
organización han beneficiado a más de 60,000 personas en Ciudad de México,
Hidalgo y Oaxaca. Mientras tanto, en Iztapalapa se crea el parque hídrico, La
Quebradora, el cual beneficiará a 28,000 personas más.
Renata
Fenton y Enrique Lomnitz idearon un sistema de captación de lluvia que puede
instalarse en cualquier casa, con la intención de buscar una salida al problema
de escasez que afecta a cerca de 2.1 millones de hogares.
La idea,
explica Fenton, nació de su tesis en la carrera de Diseño Industrial, cuando
junto ambos buscando un enfoque ambiental y social, se plantearon aprender a
captar la lluvia de la forma más práctica posible para poder abastecer de agua
a comunidades marginadas.
Fue así
que, tras meses de investigación, en 2009 instalaron el primer piloto del
sistema de captación de lluvia en la casa de la señora Clara Gaytán. Así, esta
habitante de la colonia Cultura Maya, en la delegación Tlalpan, logró obtener
el agua que por muchos años no había contado.
Uno de los
motivos por los que iniciaron los trabajos en el sur de Ciudad de México es
porque ahí se concentran el mayor número de viviendas que no tienen conexión
con la red de agua potable (250,000 personas, aproximadamente) y donde más
llueve: “la gente no tiene agua en sus casas, pero cuando cae una tormenta, sus
calles se convierten en un río” y toda esa agua se estanca, provoca
inundaciones y lentamente regresa al sistema de alcantarillado de la ciudad sin
haber sido ocupada debidamente.
AYUDANTES
DE TLÁLOC
Al ver el impacto y potencial que tuvo
este primer sistema, Fenton y Lomnitz, junto a Carlos Moscoso, fundaron Isla
Urbana con la misión de impulsar el desarrollo sustentable del agua con base en
la captación de lluvia a través de sistemas innovadores y de bajo costo.
Los sistemas de captación de lluvia de
Isla Urbana se pueden instalar en cualquier casa o edificio porque “pueden
adaptarse a la estructura ya existente y permiten que si ya tienes un tanque,
solo se incorpore y utilices la instalación que ya antes tenías”.
A grandes rasgos, el sistema de captación
de lluvia de Isla Urbana consta de unas canaletas que van instaladas en los
techos, las cuales se encargan de dirigir el agua de la lluvia hacía un filtro
de hojas y un separador de primeras lluvias que es conocido como Tlaloque, el
cual es considerado el “corazón” de estos sistemas.
En la mitología Azteca, a los ayudantes de
Tláloc, el dios de la lluvia, se les conocían como Tlaloques. Cuenta la leyenda
que los cuatro Tlaloques que existían siempre llevaban consigo una vasija llena
de agua. Cuando Tláloc quería que lloviera, ordenaba a los Tlaloques romper sus
vasijas, lo que propiciaba los truenos y la lluvia.
Algo similar sucede con el Tlaloque de
Isla Urbana. Si bien no gesta los truenos, sí funge como un gran ayudante para
la lluvia al separar la parte más sucia de la misma que, en promedio, cae en
los primeros cinco a diez minutos de cada precipitación. El objetivo es que no
entre en la cisterna para así reducir en un 75 por ciento la contaminación de
esa agua.
Una vez que el nuevo ayudante de Tláloc se
queda con esta lluvia sucia, el agua restante pasa por distintos filtros contra
sedimentos y entra en una cisterna donde hay una pieza llamada “Reductor de
Turbulencia” —se trata de una campana que hace que el agua no entre con mucha
presión y permite que cualquier sedimento extra se vaya al fondo de la
cisterna.
Dentro de dicha cisterna hay un
dosificador de cloro, que es un flotador que dispensa la cantidad necesaria de
cloro para eliminar cualquier bacteria en el agua. Luego, una pichancha
especial que flota sobre la superficie dentro de la cisterna y esto hace que se
succione el agua de los primeros 10 a 15 centímetros debajo de la superficie,
que es el agua más limpia. Finalmente, el agua pasa por un tubo llamado tren de
filtrado que elimina sedimentos y contaminantes más finos, y llega por fin a un
tinaco de donde se distribuye a toda la casa. Con este sistema cada hogar puede
tener de 5 a 12 meses de agua, la cual, dependiendo del sistema, hasta puede
ser utilizada para beber.
Con su labor, Isla Urbana ha logrado
cosechar 346 millones de litros de agua de lluvia, instalar 8,000 sistemas y se
ha beneficiado a 56,000 personas que antes no contaban con agua y que ahora
pueden abrir una llave y ver como el agua fluye.
“Creo que nuestra labor más allá de una
instalación, ha sido empoderar a la gente y devolverle su tiempo, el cual era
destinado a la espera de las pipas de agua”, sostiene Renata Fenton.
Dotar de agua y empoderar a las
comunidades no son los únicos beneficios de la captación de agua. Hay
consecuencias positivas que reditúan en beneficios para toda la ciudadanía.
Primero, disminuir las inundaciones.
Distintas ciudades del país, en particular Ciudad de México, sufren debido a la
saturación del drenaje, pero si captamos el agua de lluvia, esta agua en lugar
de ir al drenaje llenaría millones de cisternas.
Segundo, menos hundimiento. La capital
mexicana fue construida sobre un lago por lo que debido a la extracción del
agua que se realiza del subsuelo, se está hundiendo. Si se logra que toda la
ciudad tenga un sistema de captación, la extracción del agua del subsuelo sería
menor y se lograría detener esto.
En tercer lugar, se conservarían mejor los
acuíferos. En México, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y
Desarrollo Económicos (OCDE), se consume más agua de la que la naturaleza puede
recargar (estrés hídrico); con la captación de lluvia se podría dar un respiro
a los acuíferos en la temporada de lluvias. Y, finalmente, la recolección de
agua de lluvia trae ahorro de energía y recursos. Bombear el agua del sistema
Lerma-Cutzamala hasta Ciudad de México tiene un costo de energía similar al que
es consumido en toda la ciudad de Puebla, por ejemplo. Al utilizar el sistema
de captación se podría ahorrar toda esta energía eléctrica.
NÉCTAR DE NUBE
Isla Urbana no solo ha instalado sistemas
de captación en hogares, también lo ha hecho en negocios, centros de salud y
escuelas. Pero hay dos proyectos que han destacado. Uno de ellos es la
potabilizadora de agua comunitaria: Iztapalapa es una de las alcaldías que más
ha sufrido por la falta de agua y también por la mala calidad de la misma.
Pensando en una solución a este segundo problema, en 2015, en cooperación con
los habitantes del Yuguelito, el predio de Iztapalapa y el Club de Rotarios,
pusieron en marcha la primera planta potabilizadora comunitaria de agua de
lluvia llamada Néctar de Nube. Con el lema “¡De la nube a tu vaso!” este
proyecto ha dotado de agua para beber a bajo costo a cientos de familias de
esta comunidad.
El otro proyecto fue el de sistemas de
emergencia. Tras el sismo del 19 de septiembre de 2017, Isla Urbana emprendió
una brigada de ayuda para llevar a los hogares afectados sistemas de captación
de emergencia para aprovechar los últimos meses de la temporada de lluvia.
Gracias a las donaciones que lograron reunir, se instalaron 101 sistemas que
ayudaron a 566 damnificados del terremoto.