Se levantaron de madrugada después de una Nochebuena sin festejos, ni regalos, ni grandes cenas, en la que varios miles de migrantes, entre los que se encuentran adultos, menores y familias completas, durmieron en un parque. La iglesia católica y algunos vecinos repartieron bocadillos, plátanos y agua. Algunos niños con suerte pudieron optar a un poco de pollo.
Pese a lo emotivo de las fechas, la mayoría se mantenían esperanzados de que las autoridades mexicanas les permitieran llegar hasta la frontera con Estados Unidos.
”¿Por qué no nos pueden ayudar, dar la mano? Necesitamos apoyo de ellos”, expresó mientras caminaba bajo un sofocante calor casi tirando del niño.
Flujo de migrantes continúa en aumento
La venezolana Jessica García es una de ellas. García dijo que cuando estaba en Venezuela intentó abrir la aplicación puesta en marcha por las autoridades estadounidenses, la llamada CBPOne, para registrarse como solicitante de asilo pero no pudo.
Desconocía que solo se puede ingresar a ese programa desde el centro o el norte de México. Tampoco había oído hablar de lugares donde hacer la gestión.