México
cede terreno como productor de crudo, dicen asesores del Partido Republicano.
José Carreño Figueras/ Especial
CIUDAD DE MÉXICO, 2 de enero.- Un
análisis en poder del Congreso de Estados Unidos advierte que México corre el
riesgo de perder su condición como uno de los más importantes productores de
petróleo en el mundo y de dejar de ser uno de los principales proveedores de EU
por falta de una reforma energética.
El reporte entregado al Senado del vecino país dice que sin reformas
“Washington no puede confiar en los actuales niveles de importación”.
El documento, que urge a una reforma energética y se pronuncia por apoyar
los esfuerzos del gobierno mexicano, incluyó un llamado para que Washington
ratifique el Acuerdo para la Exploración y Explotación de los Yacimientos
Transfronterizos en el Golfo de México.
Elaborado por el equipo de asesores de la minoría republicana en el Comité
de Relaciones Exteriores del Senado, el texto señala que “la estabilidad y
crecimiento del sector de gas y petróleo en México, o su ausencia, pueden tener
impacto directo sobre temas de interés bilateral”.
Expone que la baja producción nacional de crudo y la creciente demanda
hicieron que Arabia Saudita desplazara a México como segundo proveedor de
Estados Unidos.
EU desconfía del futuro petrolero de México
Según un informe del Senado, teme que Pemex no pueda explorar áreas no
convencionales.
Estados Unidos puede confiar en México como socio comercial, pero ignora por
cuánto tiempo puede depender de la cantidad y la calidad de sus exportaciones
petroleras, indicó un reporte para el Senado estadunidense, que se pronunció
por apoyar los esfuerzos de reforma del presidente Enrique Peña Nieto.
Las conclusiones del documento incluyen un llamado para que el presidente
Barack Obama y el Congreso estadunidense ratifiquen el “Acuerdo para la
Exploración y Explotación de los Yacimientos Transfronterizos”, en el Golfo de
México, firmado a principios de 2012.
Pero también consignaron que si bien Peña Nieto y su gobierno tienen la
voluntad de buscar una ya necesaria reforma energética, el tema es tan sensible
que está por verse si las condiciones políticas internas permitirán el avance
de la propuesta, por más que se reconozca que es necesario.
“El petróleo tiene una situación de privilegio en la identidad y la política
de México, similar al tercer riel de la seguridad social (en el
ferrocarril subterráneo, el tercer riel lleva una carga de
electricidad mortal para quien lo toque) en Estados Unidos. Básicamente
funciona como éste; es ampliamente sabido por líderes mexicanos que cualquier
intento de reforma puede poner en peligro el futuro político de quien lo haga”,
explicó el texto.
Elaborado por el equipo de asesores de la minoría republicana en el Comité
de Relaciones Exteriores del Senado estadunidense, el texto subrayó la
importancia del petróleo y la industria energética en términos de la relación
bilateral: “La estabilidad y crecimiento del sector de gas y petróleo en México,
o su ausencia, pueden tener impacto directo sobre temas de interés bilateral”.
Recordó en ese sentido la importancia de las exportaciones petroleras
mexicanas para Estados Unidos, toda vez que la baja en la producción y
exportaciones de México, junto con una creciente demanda, llevaron a un aumento
en las importaciones estadunidenses de Oriente Medio y Arabia Saudita tomó el
lugar mexicano como segundo proveedor de Estados Unidos.
El reporte recordó que México tiene una larga historia como productor de
petróleo y posibilidades de un “brillante futuro” como potencia petrolera, si
bien “ese resultado no está garantizado”.
Pero el texto consideró que el “mantener los actuales niveles de producción,
y a no lograr su rápido crecimiento, tiene un dudoso futuro sin reformas” y
advirtió que sin ellas, “Washington no puede confiar en los actuales niveles de
importación”.
Caso Pemex
El reporte legislativo señaló sin embargo que Petróleos Mexicanos ha logrado
detener la baja de producción y descubierto recursos en aguas profundas, pero
también que no ha logrado incrementar significativamente la producción más allá
de su zona de “comodidad” en aguas superficiales.
De acuerdo con el informe, las reservas petroleras mexicanas están estimadas
en 10.4 mil millones de barriles pero esa cantidad puede más que duplicarse
cuando reservas de aguas profundas y no convencionales sean comprobadas.
“Se estima que sólo el área no-convencional de Chicontepec podría contener
hasta 17.7 mil millones de barriles”, indicó.
Pero apuntó que hay dudas respecto de la capacidad de Pemex para desarrollar
esa producción —sobre todo en términos de la inversión necesaria para lograrla—
y de hecho anotó que algunas previsiones advierten que México podría
convertirse en un importador neto de petróleo hacia 2020.
Añadió que algunos de los progresos logrados por Pemex se deben a
significativas inversiones directas de Pemex y de terceros, pero también que la
empresa mexicana estima que será necesario invertir unos 38 mil millones de
dólares anuales para elevar la producción de los actuales 2.6 millones de
barriles diarios a tres millones en 2017 y 3.3 millones en 2024.
El documento consignó que México es un proveedor confiable para
Estados Unidos. La pregunta para los encargados de tomar decisiones en EU es
acerca de los volúmenes que México podrá exportar en el futuro”, puesto que la
producción mexicana se redujo en una cuarta parte durante la ultima década.
“Ante las sensibilidades acerca del petróleo en México, la relación
bilateral en este tópico ha luchado. Sin embargo, el Presidente de México ha
señalado el deseo de trabajar juntos en temas de energía y el mayor partido de
oposición está de acuerdo”, indicó una misiva del senador Richard Lugar, que el
31 de diciembre terminó una carrera legislativa de más de 30 años.
“Hay áreas específicas en gas natural, mejoría en (medidas de) seguridad,
transparencia y seguridad que representan ganancias bilaterales en el corto
plazo”, agregó.
Insistió en ese marco que el acuerdo petrolero transfronterizo es bueno para
la seguridad regional energética, para el medio ambiente y para los intereses
comerciales de Estados Unidos, “pero más críticamente, abre la puerta a un
compromiso bilateral sobre intereses de energía compartidos”.