Hay una
agenda pendiente de la Federación en materia de educación superior puesto que
ésta en México se caracteriza por poca cobertura, altos costos frente a bajo
rendimiento, corporativismo y un sistema universitario de “particularismo
privilegiado”, la cual se prevé, traerá más conflictos entre la comunidad ante
el endeudamiento y más recortes con los ajustes del presupuesto base cero,
señaló Alberto Olvera Rivera, del Instituto de Investigaciones
Histórico-Sociales (IIHS) de la Universidad Veracruzana (UV).
Durante
el panel de movimientos estudiantiles y protesta social, desarrollado en el
marco de la Cátedra Unesco y el cuerpo académico Ciudadanía, Educación y
Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo del Instituto de Investigaciones en
Educación (IIE) de la UV, expertos disertaron sobre factores que han sido
detonantes y disgregadores de la movilización social de este sector.
Los
investigadores coincidieron en cuestionar el alma del neoliberalismo en la
educación y el rechazo a la privatización del sistema educativo, puesto que en
América Latina ha dejado experiencias que no han traducido sus beneficios para
las mayorías.
Retos para México y el
presupuesto base cero
Olvera
Rivera expuso que entre los retos que emergen detrás del movimiento estudiantil
en México destaca la baja cobertura en educación superior, la cual calificó de
minúscula al alcanzar sólo 30 por ciento, mucho menor a la que tienen otros
países latinoamericanos.
“A pesar
del crecimiento relativo de las universidades públicas y el aumento exponencial
de las universidades privadas ‘patito’ sobre todo, estafadoras de sus clientes,
sigue siendo una minoría la población que puede acceder a las aulas”, expresó.
Este
repunte en la cobertura privada responde a la incapacidad del Estado para
proveer cobertura necesaria. Los desafíos “formidables” en el ramo, dijo, son
la necesidad de ampliar la matrícula, reorientarla adecuadamente y distribuir
racionalmente los recursos, ya que al igual que otros subsistemas en México, el
de la educación superior es “increíblemente ineficiente”.
El
investigador externó que las universidades de la República resultan caras en
relación al rendimiento generado y de esta forma las academias nacionales dejan
mucho que deberle a la sociedad mexicana.
“Y no
solamente es una cuestión neoliberal, el rendimiento es la capacidad crítica,
la calidad educativa, la producción artística, capacidad creativa, la
producción de ciencia y tecnología”, apuntó.
Esto va
de la mano con la “vieja” hegemonía política, la cual creó un sistema de
control de “particularismo generalizado”, eso es, un mecanismo de atención
especial hacia sectores y corporaciones, presente por ejemplo, entre la clase
trabajadora como un subsistema privilegiado, notable para los sindicatos petroleros,
magisteriales, entre otros, que derivó en corrupción moral y el dispendio
irresponsable de recursos.
Pese a
que este “trato especializado” tuvo también sus buenos frutos durante los 70’s,
hubo una privatización de facto para la planta de trabajo al heredar plazas,
“esto condujo al desperdicio monumental, en el caso de Pemex (Petróleos
Mexicanos) se deben aún 80 mil millones de dólares tan sólo de su fondo de
pensiones”.
El futuro
de las movilizaciones estudiantiles, enfatizó, va dirigido a retomar la necesidades
universitarias, “a partir del año próximo el gobierno mexicano va a hacer un
presupuesto base cero, que es una tontería el nombre porque nunca hay un
presupuesto base cero, pero lo cierto es que viene un recorte a los subsidios
de las universidades públicas”.
Esto,
afirmó, provocará conflictos entre los estudiantes, profesores y “le va a pasar
al resto de las universidades del país lo que hoy nos pasa en la UV”.
En
entrevista con La Jornada Veracruz, recordó que actualmente ya existe un
problema del pago que enfrenta la entidad y la Federación y el cálculo estimado
lo hará más notorio; consideró por tanto que será necesario incrementar la
participación de la comunidad universitaria para involucrarse y evitar peores
escenarios a los actuales.
Aseguró
que en el caso de Veracruz (como el de las demás entidades que deberán
adherirse a dicha cartera) se advierte un ajuste fiscal severo, pero
particularmente en el estado ante el gran endeudamiento por el que atraviesa,
de modo que previó, disminuirán más los recursos destinados a la educación
pública como medida paliativa.
Por otro
lado, en su ponencia explicó que distintas expresiones contemporáneas han
marcado la pluralidad en México, desde el movimiento #YoSoy132, el cual se
emparenta con otros no tan recientes como el del 68’ y a menor escala el de
1971 puesto que aluden a las tareas democráticas pendientes del país,
movimientos políticos que trascienden la agenda universitaria.
Los
reclamos de justicia, libertades y democracia emergen dentro del proceso de
conformación del movimiento del 68’ convirtiéndolo, con un final fatídico, en
un referencial simbólico para los estudiantes mexicanos.
Algunas
otras protestas o corrientes más locales que surgieron entre estos años, no
lograron trascender más en la esfera política porque eran movimientos volcados
hacia sí mismos, lo cual los aisló.
Enfatizó
que el #YoSoy132 es único puesto que cuestiona al régimen desde una trinchera
distinta, al combinar su origen de universidades privadas y públicas donde se
critica el colapso institucional y la naturaleza autoritaria que prevalece en
la democracia electoral que se construyó en los años previos.
Este
dijo, encaja y da continuidad simbólica al Movimiento por la Paz con Justicia y
Dignidad en 2011, encabezado por el poeta Javier Sicilia, ante la violencia y
las desapariciones.
“El
problema de todo movimiento estudiantil que adquiere características claramente
políticas y que lucha por la amortización es que su espacio de acción y su
tiempo de existencia dependen de factores externos al propio movimiento
estudiantil, es decir, dependen del contexto político, pero también de las
fuerzas internas dentro de un mismo movimiento”, expresó.
Manifestó
que las corrientes, facciones y grupos radicales internos, aunado a la disputa
por la dirección de los movimientos son un factor esencial en su supervivencia,
puesto que el rumbo de la base de la protesta y su sentir puede dejar de ser
representado y determinar su derrotero político y tienda a menguar.
También
señaló factores externos que llegan a reducir la fuerza, pero en el caso del
#YoSoy132 el triunfo oficial del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y
el parcial acogimiento en respuesta de algunas de las demandas con las reformas
estructurales son cruciales.
Posteriormente,
vinculó, existe una creciente ánimo de intolerancia hacia la corrupción, la
clase política y los productos fallidos de la democracia en México que se
engarzaron paralelos a otra clase de movimientos no estudiantiles pero afines a
los reclamos en derechos humanos, desapariciones forzadas como en el paradero
de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, la necesidad de una reforma penal, entre
otras.
En esas
condiciones, concluyó, es necesario atender a los retos pendientes en materia
de educación superior, puesto que de no hacerlo los escenarios posibles podrían
desencadenar mayores problemas, ya que en el Zeitgeist representa en los
universitarios una crítica política radical, ya no enfocada al autoritarismo,
sino a los productos de una democracia fallida.
Aclaró que
no existe un movimiento estudiantil, sino movimientos estudiantiles, puesto que
su naturaleza está estrechamente vinculada con la historia nacional y es
necesario estudiarlos en su especificidad.
La lección de Chile
Andrés
Donoso Romo, del Centro de Estudios Avanzados (CEA) de la Universidad de Playa
Ancha (UPLA) en Chile, indicó que un gobierno neoliberal va intentar reducir el
financiamiento público a la educación superior cada vez más y que el sistema
educativo se transforme en un mercado justificado en el fortalecimiento de
países en vías de desarrollo, empero agregó que como en el caso de su país, no
siempre resultan efectivos o benéficos para las mayorías.
“Dentro
de una lógica neoliberal es normal que se intente financiar lo menos posible
con fondos públicos la educación y hay que ver qué consecuencias tiene, en
Chile al parecer no han dado buenos resultados, o al menos en la manera en la
que estos defensores lo dicen, por eso hay que aprender de las sociedades que
ya lo han pasado”.
Puntualizó
que si bien es normal dicha medida dentro de una política neoliberal, lo
importante es que se entienda que no es la única salida para obtener beneficios
o logros en el tema educativo.
“Es una
alternativa que como en el caso de Chile ha mostrado muchos puntos bajos u
oscuros, muchas deficiencias y existen otras estrategias que también tienen sus
pros y contras pero independientemente de sus niveles territoriales creo que el
financiamiento debe ser público pues el asunto de la educación es sensible y
pone a las personas por sobre los intereses de agentes empresariales o
privados”.
Durante
el panel detalló que los movimientos no surgen de forma espontánea sino que
representan ciclos donde existen picos de mayor incidencia y presión donde las
protestas toman mayor fuerza dependiendo del contexto político que los rodea.
Es así
como el movimiento estudiantil en Chile en 2011, se gesta con los antecedentes
del llamado “movimiento pingüino” durante el 2006, en la antesala de la
privatización de la educación en Chile y, con mayor anterioridad “Los Chicago
boys”, durante la dictadura militar de 1973 a 1990.
La
principal crítica hacia la política neoliberal educativa fue que el peso del
financiamiento de la educación superior recaía en las familias y no en el
Estado, donde éste aportaba 20 por ciento y las familias 80 por ciento,
provocando así un severo endeudamiento, puesto que éstas destinaban hasta 40
por ciento de sus gastos totales al rubro, ello conllevó a que muchos
estudiantes no soportan la presión y 50 por ciento desertara.
Por ende,
señaló que pese a que se redujo la pobreza relativa, la inequidad continuó
igual, provocando un desengaño ante las expectativas de la población. Así, la
negociación se tornó infructífera en la gestión actual de la presidenta
Michelle Bachelet y todo el capital mediático que habían adquirido los
estudiantes quedó desplazado por un accidente que volcó el interés de la
prensa.
El punto
más álgido de confrontación acaeció en la administración de su predecesor,
Sebastián Piñera, quien representaba el antagónico para la exigencia de los
jóvenes de terminar con el lucro y la pugna por gratuidad.
Sucesión de José Narro, clave
para desarrollo de la UNAM, prevén
Por su
parte Renate Marsiske Schulte, del Instituto de Investigaciones sobre la
Universidad y la Educación (IISUE) de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM), consideró que el proceso de elección para el nuevo rector será
clave para el desarrollo institucional y advirtió una etapa difícil para la academia
debido a los recortes en la educación superior que el gobierno federal tiene
previstos para el próximo año.
Señaló
que por el momento la máxima casa de estudios de América Latina tiene un
periodo de calma y los candidatos, aunque ya se pronunciaron algunos, aún no
destapan campañas abrasivas ante los medios pero dentro del ámbito académico ya
se movilizan.
Reconoció
que pese a que no siempre ha imperado un proceso de elecciones civilizado y
tranquilo, por el momento no existen conflictos severos que puedan poner en
riesgo la estabilidad de su desarrollo.
Descartó
que la Ley Orgánica de la UNAM sufra algunas alteraciones en breve debido a su
complejidad; sin embargo en el caso del financiamiento, vaticinó un periodo
difícil por los recortes que se advierten debido a factores económicos
globales.
Agregó
que será necesario hacer una evaluación rigurosa para determinar los programas
y sectores donde se puede administrar el presupuesto con más rigor,
transparencia y organización sin afectar el funcionamiento general de las
universidades.
Durante
su presentación expuso que los movimientos estudiantiles de la época de la
reforma son los “parteros” de la autonomía universitaria y que, si bien el
conflicto de la autonomía universitaria es e muy complejo, se deriva de las
relaciones entre una corporación e instancias externas de decisión.
Agregó
que los tres aspectos de la autonomía son el de su propio gobierno, el
académico y el financiero y que la necesidad de dar dicho carácter a la
universidad aparece con más insistencia en Latinoamérica desde finales del
siglo XIX y principios del XX.
Destacó
que la educación superior está sometida a muchas tensiones debido al impacto de
la globalización; y, enfocada en el movimiento estudiantil de 1999, que también
coincide con la primera oportunidad de cambio en la hegemonía política del
país.
Apatía; Lipovetsky y el
individualismo exacerbado
Entre la
ronda de comentarios y preguntas al panel, destacó el de una académica quien
expresó su inquietud ante la poca participación de los estudiantes en protestas
y manifestaciones e hizo alusión al planteamiento del filósofo francés
Gilles Lipovetsky sobre el “individualismo exacerbado”.
Éste se
caracteriza por la celebración del gozo privado, obsesión por la salud y el
cuerpo, el cambio en el paradigma educativo, así como el culto al mercado y a
la autonomía, los cuales marcan el “derrumbe de las ideologías modernas”, tales
como el nacionalismo o el progreso. La gente ya no está dispuesta a
sacrificar el presente en aras de un futuro mejor, como ocurrió marcadamente en
el siglo XIX y prácticamente todo el siglo XX.
El
individualismo exacerbado ha traído como consecuencia un desencanto
generalizado de los ciudadanos en la política electoral, al mismo tiempo que la
población empiece a construir otras formas de participación política a través
de las nuevas tecnologías de la información.
Olvera
Rivera comentó que ante la distensión del activismo y movilización ciudadana no
existen fórmulas ni recetas para incentivar a la población a involucrarse en
temas que conciernen a la sociedad, “lamentablemente la articulación entre
actores, activistas o movimientos se produce al calor de conflictos concretos”.
Aseveró
que la apatía en la participación de los veracruzanos en actividades
democráticas se explica a raíz de la profunda crisis social y económica que
responde en relación a la inacción, “el que haya más crisis no significa que
necesariamente vaya a haber mayor reacción social, al contrario en una primera
fase conduce a la falta de protesta porque no hay recursos, ni
organizacionales, ni financieros, ni de dirección como para poder contestar”.
Añadió
que la debilidad de la sociedad civil veracruzana y la falta de activismo se
explican precisamente a partir de la profundidad de la crisis que vive el
estado, sin embargo dijo, “esto representa el fin de una época en Veracruz”.
Sobre el
mismo tema y sobre la de segregación que impera entre los distintas
manifestaciones sociales en México Donoso Romo opinó que transformar ese
activismo y movilización desarticulada en fuerza conjunta en beneficio de la
ciudadanía no es simple puesto que los procesos de aglutinamiento histórico
tienen diversas vertientes, y sin embargo remarcó que la unión es decisiva y
que es menester generar los canales de inclusión, ya que entre más grande el
movimiento, mayor la atención requerida.