Su nueva lección es que
la historia no puede silenciarse, afirman Luis Villoro y Fernanda Navarro.
Hermann
Bellinghausen, enviado
San Cristóbal de Las Casas, Chis., 2
de enero. Celebrando
“el estruendo del silencio de nuestros hermanos zapatistas, que han sabido
despertar al mundo –hasta los más incrédulos–, volviendo a encender el fuego de
la esperanza”, los filósofos Luis Villoro y Fernanda Navarro saludaron el
tercer Seminario Internacional de Reflexión y Análisis Planeta Tierra,
Movimientos Antisistémicos, que concluyó aquí esta noche.
En
su mensaje, Villoro y Navarro señalan: “Nos han dado una nueva lección: que la
historia no se puede silenciar”. No muy distinto es lo que vinieron a expresar
a este peculiar coloquio intercultural las voces de la América indígena, desde
experiencias diferentes, cargadas con la energía (newen, la llaman los mapuches) del devenir de
la historia.
En
la sesión final sonaron fuerte las voces del intelectual de lengua mapundungun
Luis Cárcamo-Huechante y del dirigente amazónico de Ecuador Severino Sharupi
Tapuy. “No son tiempos de ir despacio”, dijo el segundo, en representación de
la importante Confederación Nacional Indígena de Ecuador (Conaie). Ofreció una
valoración sobre el impacto del movimiento indígena en la vida de su país en
los pasados 20 años, no exenta de autocrítica, pues admitió que, pese a sus
logros, han cometido errores en relación con la intención de “tomar el poder”
(y han estado cerca de ello, derrocando a tres presidentes y logrando una nueva
Constitución).
Según
Sharupi, “no se ha construido un poder abajo” por la idea “de tomar el poder
existente”. Sus palabras resultan urgentes: “Ya no es momento de seguir sólo
resistiendo. Es momento de dar un paso adelante. Es tiempo de la palabra y la
rebeldía”. La resonancia con los mensajes zapatistas que han permeado este
seminario internacional es evidente: “Somos un pueblo en construcción”, dijo, y
un tanto paradójicamente, remató: “Como la tortuga, que es lenta, pero, como va
sobre sus cuatro patas, no se cae”.
El
“diciendo haciendo/haciendo diciendo” de los ecuatorianos se hermana también,
sin repetir, con el uso de la palabra que ha caracterizado al movimiento
zapatista de Chiapas en las dos mismas décadas que la Conaie ha caminado sus
propios caminos, y no es la primera vez que se cruzan.
Cárcamo-Huechante,
mapuche cosmopolita por el exilio, habló por la Comunidad de Historia Mapuche,
organismo de lucha cultural en Chile que ha encontrado en el libro y la radio
instrumentos de autonomía. Describió la experiencia de autoeditarse, con una
visión propia de la historia, la geografía, la interpretación del territorio y
la comprensión de la ley.
La
obra colectiva Historia,
colonización y resistencia en el País Mapuche participa como un
hito en el actual y contundente despertar de los pueblos de Wall Mapu, en Chile
(y Argentina). Siguen colonizados por el Estado chileno, que tradicionalmente
ha sido racista y los ha perseguido y despojado. Desde la dictadura
pinochetista, siempre que puede les aplica la infame ley antiterrorista.
Pero
también en Ecuador, con su gobierno más progresista (pero fundamentalmente
extractivista, dijo Sharupi), se aplica una ley similar contra los dirigentes
indígenas.
Sumadas
a estas voces, estuvieron las de Félix Díaz, “qarashé” de la comunidad qom de
Argentina; del también mapuche Andrés Cuyul, y las del Congreso Nacional
Indígena de México, que se escucharon ayer. Todas estas participaciones fueron
traducidas o comentadas en tzeltal y tzotzil, en consideración a la audiencia
local que vino a escuchar a los analistas, a los dirigentes y a los sabios,
como Luis Villoro y Jean Robert.
Fiel
a lo que ha sido el activo pensamiento de su vida, Robert se refirió con
generosidad al mundo campesino, donde reside la resistencia, y alertó del
peligro de su desaparición ante el desastre ecológico que se extiende sobre el
planeta. Una palabra clave para él es “construcción”.
También
para Villoro y Navarro, quienes al responder al llamado zapatista señalaron:
“tras ese silencio nos invitan, nos incitan a caminar la palabra, su palabra,
para mostrar lo que ellos han logrado resistiendo y construyendo un mundo en el
que todo lo que tiene vida se ama y se respeta, porque tiene corazón”.