Por Redacción / Sin Embargo
Ciudad de México, 31
de agosto (SinEmbargo).- Graciela Elizalde
Benavides, una niña mexicana de 8 años de edad y enferma de epilepsia, sufre
las consecuencias de la prohibición de la mariguana: necesita un tratamiento
experimental que ha ayudado a otros menores enfermos en Estados Unidos. Se
trata de un aceite derivado.
Pero ahora se ha abierto la esperanza para
ella, y para otros millones que sufren males similares que podrían aliviarse
con derivados o con la mariguana misma. Nacida el 10 de junio de 2007,
Graciela podría ser la primera persona en México en usar de forma legal la
planta, luego de que un Juez federal le concedió la facultad de importar el
derivado para tratar su epilepsia.
Martín Santos Pérez, Juez Tercero de Distrito
en Materia Administrativa, ordenó a las autoridades federales permitir que los
padres de Graciela importen los medicamentos elaborados con base en la
sustancia cannabidiol, y podría, junto con la familia y la niña, hacer historia
porque, literalmente, se ha abierto una rendija para la legalización.
Las fotos
que reproduce SinEmbargo fueron
tomadas por la periodista Sanjuana Martínez. Los padres pidieron expresamente
que el rostro de la menor no sea difuminado porque quieren que represente un
símbolo en la lucha para aprobar el consumo de la mariguana y sus derivados con
fines medicinales.
México castiga severamente el tráfico y tiene
penalizado el consumo de mariguana. En cambio, conduce una guerra contra las
drogas que sólo en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa habría costado la
vida a entre 60 mil y 100 mil mexicanos.
Con Enrique Peña Nieto, esas cifras podrían
ser iguales o mayores. Esa guerra continúa a pesar de que distintos
especialistas nacionales e internacionales han recomendado revisar la política
antidrogas por ser inefectiva y por responder a los intereses de Estados
Unidos.
Pero la
guerra personal de Graciela y su familia no ha terminado. El pasado 29 de
junio, cita el sitio Terra hoy,
el Consejo de Salubridad General, que agrupa a todos los órganos de salud del
Gobierno federal, envió un oficio a los padres de Graciela en el que consideró
que no hay evidencia científica sobre la eficacia del tratamiento con
cannabidiol u otras sustancias derivadas de la cannabis, y que en el caso de
niños, podría empeorar su situación.
Además, el Juez puso condiciones a la
importación: El informe de un especialista en Lennox-Gastaut que admita la
posibilidad de mejora; un consentimiento, firmado por los padres, en el que un
médico detalle los riesgos del tratamiento; contar con un centro hospitalario
donde se atenderá a la niña en caso de reacciones negativas y probar que el
medicamento se obtuvo legalmente en el país de manufactura.
En México, durante el segundo semestre de
2014, el consumo de mariguana superó al del alcohol en 20 estados de la
República, mientras que en 25 de ellos desplazó al tabaco. Durante la
presentación del libro “Consumo de Drogas: riesgos y consecuencias”, editado
por los Centros de Integración Juvenil (CIJ), se dio a conocer que de 2008 a
2014, el consumo de cannabis se incrementó en 17 por ciento.
En el primer trimestre de 2008, de las drogas
que la población mexicana alguna vez ha consumido en su vida, 70.3 por ciento
habían usado cannabis, y para el segundo semestre de 2014 aumentó a 87.4 por
ciento.
Graciela con sus papás Raúl Elizalde y Mayela Benavides. Foto: Sanjuana Martínez. |
EL DOLOR DE GRACIELA
El diario
estadounidense The
Washington Post, en un despacho firmado por Joshua Partlow,
dice que la menor que vive con sus padres en Monterrey, Nuevo León. Sufre
de ataques epilépticos intensos que los medicamentos no han podido doblegar.
Los ataques se suscitan una vez cada hora,
son lo suficientemente intensos para que los ojos color marrón de la “agotada”
niña “bailen hacia atrás y hacia adelante”, mientras ella extiende sus brazos
como “si fuera un fantasma de dibujos animados”.
Después de
probar por años con medicamentos anti convulsivos, la familia de Graciela ya
está desesperada por intentar con un tratamiento experimental que el gobierno
mexicano prohibe: un aceite de mariguana denominado cannabidiol (CBD), mismo que en EU ya es permitido
desde que se aprobó el uso de la sustancia con fines recreativos y medicinales.
Cosas de la vida, México se opone a la
legalización de las drogas, a pesar de que es el principal proveedor de las
mismas para los Estados Unidos.
El WP recuerda que con excepción de la
Ciudad de México, la opinión pública es conservadora y se opone a la
legalización, esto a pesar de que decenas de miles de mexicanos han muerto en
la guerra contra las drogas, “un peaje que no ha debilitado la política del
gobierno”.
A principios de este mes un Juez federal
dictaminó que el gobierno mexicano no podía evitar que los padres de la niña
importaran el CBD para tratar sus convulsiones.
“Si la familia
puede obtener el producto, Graciela se convertiría en la primera persona en
utilizar legalmente la mariguana en México”, dice el medio estadounidense, que
entrevistó a los Elizalde el pasado 12 de agosto en su domicilio.
“Estamos contra el tiempo”, dijo su padre,
Raúl Elizalde, al rotativo. “Los ataques siguen cada vez más fuertes”.
“En los Estados
Unidos, el tabú sobre el uso de la mariguana está desapareciendo. En México,
las percepciones de la planta son muy diferentes. Sólo una pequeña fracción de
los mexicanos dicen haber fumado mariguana, en comparación con alrededor de la
mitad de los estadounidenses. Las encuestas han demostrado que la mayoría de
los mexicanos esperan que la legalización aumentaría el uso de drogas al tiempo
que no frenaría la violencia”, señala Partlow en su nota.
“Es un error pensar que la legalización
resolvería los problemas del tráfico de drogas y de la seguridad pública… sino
que agravaría el problema de la salud pública”, le dijo al diario
estadounidense Eduardo Santillán Pérez, un asambleísta del Partido de la
Revolución Democrática (PRD).
“Si eres pobre,
sin trabajo, sin educación, sin alternativas para tu tiempo libre, el uso de la
mariguana conlleva el riesgo de que te empuje hacia actividades ilícitas”, dijo
el miembro de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF).
La familia Elizalde dice comprender las
preocupaciones por la violencia que genera el narcotráfico, ya que a medida que
su hija Graciela crecía, su ciudad natal de Monterrey se convirtió en una de
las ciudades con más altas tasas de criminalidad del país, con los cárteles de
los Zetas y del Golfo que se disputaban el dominio del territorio.
Los padres de Graciela, Raúl Elizalde y
Mayela Benavides vivieron en “carne propia” la violencia suscitada por el
crimen organizado. Mayela fue robada cuando se dirigía a recoger a su hija a la
escuela.
El padre, Raúl, fue extorsionado por sicarios
de “La Compañía” [Zetas], quienes le exigieron que les pagara 150 dólares
mensuales por su tienda de accesorios para cabello, hasta que Elizalde optó por
cerrar su empresa. “Fue puro terror”, dijo el padre de Graciela.
“Mayela y su
marido no se ven a sí mismos como activistas que promueven la legalización.
Ellos sólo buscan la medicina para su hija y para otros niños enfermos”, dice
la nota del rotativo estadounidense.
“Esto no es algo que queríamos hacer para
romper el paradigma”, dijo Raúl. “Esta es nuestra última oportunidad”, señaló.
Graciela con su terapeuta Ana Gabriela Vela. Foto: Sanjuana Martínez. |
NINGÚN MEDICAMENTO LEGAL
FUNCIONA
Elizalde Benavides fue diagnosticada con el
síndrome de Lennox-Gastaut, una forma grave de epilepsia. Su madre, Mayela es
ingeniera, pero el cuidado de Graciela se convirtió en su trabajo de tiempo
completo.
En una hoja de cálculo Excel, la madre ha
documentado los 19 píldoras anti-convulsivos y polvos que la menor ha tomado en
varias combinaciones desde agosto de 2008.
“Los efectos
secundarios han sido a menudo angustiantes: los medicamentos han envuelto su
visión periférica, causándole un incesante babeo y le ha dificultado masticar.
Sus padres han visitado a más de una docena de neurólogos, además de
ortopedistas y gastroenterólogos, optometristas y genetistas. Experimentaron
con gotas homeopáticas, acupuntura, infusiones de hierbas”, dice el WP.
El diario estadounidense narra que Raúl viajó
tres horas a la ciudad fronteriza de Laredo, Texas, en donde gastó 5 mil 147
dólares, con 7 centavos, para surtir una receta de Cortrosyn, que Mayela
inyectó en los glúteos de Graciela a las 6 de la mañana durante 40 días.
“No funcionó”, dijo la madre.
Incluso a los 8 años de edad, Graciela es
como un bebé, indica el reportaje. Una vez que aprendió a decir “mamá” perdió
la capacidad de hablar. Mayela la baña y le cambia los pañales, le cepilla los
dientes y el cabello, y le pone sus vestidos con tirantes plásticos que van
colocados desde los pies hasta su cuello.
“Cuando las crisis
se encienden, Grace es atada a una silla de cuero con un arnés hecho por su
tía, para no caerse. Un pequeño porcentaje de los niños con su condición no
sobreviven la infancia”, indica el diario estadounidense.
Saúl Garza Morales, un neurólogo con base en
la Ciudad de México, les recomendó una cirugía para cortar el cuerpo calloso,
las fibras nerviosas que dividen las dos mitades de su cerebro, en un intento
por bloquear los ataques y que estos se propagara.
Los Elizalde se arriesgaron con el
procedimiento, pero su condición sólo empeoró, dice el medio.
“La niña tenía tantas convulsiones que su
desarrollo no podría avanzar”, dijo Garza, jefe del departamento de
neurociencia en el Instituto Nacional de Perinatología. “Hemos agotado todos
los recursos conocidos”, aseguró desesperanzado.
La única cosa con la cual no habían tratado
los Elizalde era con la mariguana.