Omealca, Ver.- Desesperado por los
intensos dolores que padecía y el fulminante diagnóstico médico de su doctor de
cabecera de Córdoba, indicándole que su enfermedad no tenía cura, un hombre de
la tercera edad se suicidó en el patio de su vivienda del ejido Lázaro
Cárdenas, ahorcándose con unas reatas de plástico de su hamaca que sujetó a las
ramas de un árbol.
Poco antes de su determinación,
Bonifacio Alavés Toledo, de 66 años, habló con la mujer que lo cuidaba desde
hace muchos años para pedirle de desayunar, la cuestionó sobre el aspecto
físico que mostraba y se quejó del dolor en todo el cuerpo. Después se quedó
sólo y se mató al descubrir que la familia se encontraba en el terreno de
junto, realizando labores domésticas.
Informes oficiales confirman que la
víctima murió por asfixia por ahorcamiento y descartaron signos de violencia
física que contradijeran la información.
Los hechos ocurrieron alrededor del
mediodía del lunes en el ejido Lázaro Cárdenas cuando Bonifacio Alavés, entró
en desesperación por el ardor y dolor de cuerdo a consecuencia de la enfermedad
que padecía y se quedó recargado sobre un árbol que se encontraba en el corredor
de su vivienda.
Ahí fue alcanzado por Lucía Hernández,
quien durante años le dio alojo en el predio donde construyó una casa y lo
trataba como un familiar.
El hombre se quejó del dolor que padecía
e indicó que pondría un té, que tomaba desde hace un tiempo, mientras recibía
un masaje en la espalda y los brazos.
El dolor que sentía, indicó que era por
problemas en los riñones, siguió quejándose pero aún así, indicó a su vecina y
cuidandera que preparara desayuno porque tenía hambre.
La víctima comió como indicó y regresó a
su vivienda donde desprendió las reatas que sujetaban su hamaca, las amarró a
las ramas de un árbol, se subió a una reja y se colgó.
Lucía Hernández regresó a buscarlo a su
casa y al asomarse al patio, lo encontró pendiendo de una soga que sujetó a las
ramas de un árbol y ya no pudo hacer nada por él ya que tenía varios minutos de
muerto.
Hace poco menos de dos semanas, el
infortunado cayó en una fuerte depresión después de que el doctor Fernando
Colmenares, de Córdoba indicó que su enfermedad no tenía cura y “estaba muy
complicado”. Sólo dijo que comprara el medicamento que le recetó y se lo tomara
porque ya no existía nada por hacerse al respecto.