domingo, 23 de agosto de 2015

VIOLENCIA CONTRA LA UNIVERSIDAD VERACRUZANA

Columna sin nombre
Pablo Jair Ortega
23 de AGOSTO de 2015


Ha habido en los últimas semanas, sin duda, una escalada de eventos violentos contra estudiantes universitarios, la cual se inicia con la brutal golpiza del 5 de junio a activistas y egresados, cerca de las instalaciones del PRI estatal, sobre la avenida Ruiz Cortines, en Xalapa.

Los avances en las investigaciones han sido prácticamente nulos y es una de las líneas por donde supuestamente se investigaría la huida del fotoperiodista Rubén Espinosa y la activista Nadia Vera del estado de Veracruz. Poco o nada se sabe, tan sólo los hechos: un grupo de encapuchados que llegaron a golpear a jóvenes. Los avances en las investigaciones de la Fiscalía General del Estado, hasta el momento se desconocen.

De hecho, este evento --negado obviamente como un acto planeado por alguna dependencia de gobierno-- sí al menos podría ser el eslabón más débil en toda esta trama del crimen de la Narvarte (donde murieron asesinados Rubén y Nadia), pues no se ha aclarado quién o quiénes son los responsables de haber realizado tal golpiza, que lo único que hacen es sospechar de modos paramilitares en contra de grupos de protesta, propio de los tiempos del priato oscuro y combativo de los movimientos sociales de los 70.

Pero la violencia, aparentemente sistemática, contra la universidad todavía sigue. Y es que no se puede explicar que tantas casualidades fatales sean contra estudiantes y académicos de la máxima casa de estudios de Veracruz. ¿Quién o quiénes han emprendido una violencia con muchas coincidencias contra estudiantes y académicos de la Universidad Veracruzana (UV)?

Y es que a todo lo anterior, también se tiene que sumar la súbita desaparición de dos académicos de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI) con sede en la sierra de Soteapan: uno de los reductos donde se mantienen los grupos de manifestantes más organizados en el estado; ahí es el lugar a donde llegan los zapatistas como el Subcomandante Marcos o normalistas de Ayotzinapa, porque es el único lugar donde consideran que hay garantías de respeto a su vida.

Pero Ladrón de Guevara tuvo que volver a dar la cara para exigir el regreso de dos académicos desaparecidos, los cuales fueron liberados con vida.

El pasado fin de semana, un estudiante identificado como Rafael Rivera Martínez fue acribillado a balazos mientras viajaba en un autobús de pasajeros de la línea Enlaces de Oriente (EO) que cubría la ruta Poza Rica-Tulancingo sobre la carretera México-Tuxpan, a la altura del municipio de Xicotepec.

Según datos del portal MunicipiosPuebla.com.mx: “El ataque contra Rafael Rivera Martínez de 22 años de edad y originario de Zihuateutla ocurrió cerca de las 17:00 horas del jueves, cuando dos pasajeros del mismo vehículo colectivo dispararon  contra él cuando transitaban en el tramo que va de Villa Ávila Camacho (La Ceiba) a la cabecera municipal. De acuerdo con testimonios de otros viajeros y el chofer del autobús con número económico 6023, al llegar al paraje conocido como “La Tres”, dos individuos se levantaron de sus asientos y dijeron “éste es” e hicieron varios disparos contra el estudiante. Luego caminaron hacia la puerta de salida y amenazaron con sus armas al conductor para exigirle que detuviera su marcha para que descendieran de la unidad”.

También este fin de semana, ejecutaron a un profesor de la Universidad Veracruzana en la zona de Coatzacoalcos, llamado Zacarías Aguirre Domínguez, cuyo cuerpo se presume estuvo dos días (al menos desde el viernes) en su domicilio de la colonia Gaviotas. Hasta ahorita, el presunto móvil más visible, es que lo asaltaron en su propia casa y le robaron su vehículo Ford Focus, color rojo de modelo atrasado que yacía estacionado frente a la vivienda. 

Reporte de la página SuresteSur.com indica: “Aguirre Domínguez contaba con 44 años de edad y se desempeñaba como profesor en la Universidad Veracruzana, Universidad de Oriente y en la Universidad Istmo Americana. Vivía con su familia en una vivienda ubicada en la calle Liebres, número 113 de la colonia las Gaviotas. Sus familiares se encontraban fuera de la ciudad, pues según vecinos la ausencia se debe a que efectuaban una visita a un familiar que yace convaleciente debido a una enfermedad, no obstante por motivos laborales el profesor Zacarías decidió quedarse y llevaba días de estar solo en su casa. La última vez que esta persona estableció comunicación con su familia, fue por la noche del día viernes alrededor de las 11:30 de la noche a través de una llamada telefónica, hasta entonces no existía indicios de que su vida pudiera estar en riesgo.

Y es que mientras no se aclaren el homicidio contra Rubén, Nadia Vera, Rafael Rivera, Zacarías Aguirre, la momentánea desaparición de académicos de la UVI y la monumental madriza contra jóvenes del 5 de junio, toda sospecha seguirá creciendo, seguirá recayendo, en esa figura del estado represor, del gobierno que no ha podido resolver crímenes contra periodistas, y eso es lo peligroso del asunto: porque la Universidad Veracruzana no debe mancharse de sangre.

¿VIOLENCIA CONTRA LA RECTORA?

Antecedentes: Sara Ladrón de Guevara no pertenece (al menos así se detecta) a ningún grupo de los que se disputaban la Rectoría cuando fue ungida. Su elección fue considerada no sólo histórica por ser la primera mujer, sino porque se hablaba de la llegada de una académica pura, desligada de intereses políticos que tenían una lucha encarnizada por tomar el control de la UV.

¿Y quienes eran esos grupos? El que encabezaba Raúl Arias Lovillo, el rector saliente, quien promovía a su secretario académico Porfirio Carrillo Castilla para sucederlo; el otro grupo era el más peligroso, especialmente por la mafia que representa su cabeza más visible: Víctor Arredondo Álvarez, quien hizo alianza con el entonces secretario de Educación, Adolfo Mota Hernández, para ocupar espacios en la UV. 

Lo anterior, de acuerdo a una reunión “discreta” que realizaron en el restaurante Villa Rica de Boca del Río, unos meses antes de la salida de Arias, donde ambos personajes dieron a conocer que tenían “luz verde” del “jefe” para abalanzarse sobre el proyecto de la Rectoría.

Incluso hay que recordar que el último informe de Arias Lovillo fue manchado por un grupo de choque que llegó a aguarle la fiesta manifestándose en la entrada de la USBI de Xalapa, donde fue el evento. La idea era tomar el control de la UV con cualquier método, especialmente el de los porros.

Luego entonces, la pregunta: ¿Y toda esta violencia es por qué no ganaron las elecciones? ¿Ahora buscan reventar a la máxima casa de estudios a través de la violencia por meros intereses políticos? ¿Fue por la reciente reunión de diputados federales electos de todos los partidos con la rectora?

Es que en este último punto, si bien la rectora no tuvo el tacto o el cuidado de convocar a actores políticos confrontados y mucho menos rebajarlos a meros ex estudiantes, no se puede culpar la buena intención de sentarse con los legisladores, pero la rectora no se dio cuenta de la trampa en la que estaba cayendo.

Uno: porque Miguel Ángel Yunes Linares, uno de los invitados, con toda la perversión que le caracteriza, usaría la reunión para arremeter contra el Gobierno de Veracruz usando el tema de la fuerte deuda que tiene el Gobierno con la Universidad; dos, porque no puedes meter a “ex alumnos” confrontados sólo con el mérito de decir que ahora son exitosos políticos egresados de la UV, especialmente cuando las cosas están tan calientes.

¿La violencia es para presionar la salida de Sara Ladrón de Guevara? ¿Es para presionar a la comunidad estudiantil y usar la estrategia de miedo para que “orden y nos amanecemos”?

Estos eventos han obligado a la rectora de la Universidad Veracruzana a dar la cara y fijar una postura de condena por la violencia en contra de egresados de la máxima casa de estudios de Veracruz. Pero hasta ahí: no puede más.

Ante tal escenario, y siendo la UV no una dependencia de gobierno, ni una institución policía china u organismo de inteligencia, la mejor seguridad es la que puedan aportar los mismos estudiantes, denunciando a todos aquellos que sí están ligados a grupos políticos, a políticos oscuros, bajo el disfraz de estudiantes. O incluso salir a las calles para protestar, pedir que a la Universidad Veracruzana se le deje en paz, pues no debe ser objetivo de grupúsculos que sólo se han encargado de destruir lo poco bueno que queda en el estado.

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