A bordo del 'Little
Bastard', su Porsche 550 Spyder, el actor pasó a toda velocidad a la inmortalidad
como icono hollywoodense de la rebeldía
EFE / Fotos: Tomadas
de su página oficial / Excélsior
LOS ÁNGELES, 29 de
septiembre.- En la intersección de dos
autopistas estatales, la 46 y la 41, cerca de la localidad de Cholame,
California, a unos 300 kilómetros al noroeste de Los Ángeles, perdió la vida un
rebelde. Su nombre era James
Dean y mañana se cumplen 60 años de su muerte.
En torno a las 17:45 horas del 30 de septiembre de 1955 se produjo el choque
frontal entre su Porsche 550 Spyder plateado, al que llamaba cariñosamente Little
Bastard (Pequeño Bastardo) , con un Ford Tudor blanco
conducido por un joven estudiante llamado Donald Turnupseed,
que salió prácticamente ileso de la colisión.
Junto a Dean, en ruta hacia una carrera de coches en Salinas, viajaba el
mecánico alemán Rolf Wütherich, que salió despedido del
vehículo. Resultó herido grave, pero tras recuperarse jamás habló sobre el
accidente. Dos horas antes del choque habían sido multados por exceso de
velocidad.
En cambio, "el rebelde de América", como fue bautizado por Ronald
Reagan, sufrió varias lesiones graves, incluida una fractura de
cuello, y la muerte le sobrevino de forma instantánea.
En ese preciso instante comenzó su leyenda y nació un icono americano,
marcado por esa belleza congelada en el tiempo y esa actitud rebelde y
desafiante a la par que vulnerable y angustiosa que definiría a la juventud de
la posguerra.
Tenía 24 años y solo había hecho tres películas, aunque únicamente una había
llegado a los cines: East Of Eden,
la adaptación de Elia Kazan de la novela de John
Steinbeck.
Aquel título fue suficiente para que la crítica lo recibiera como el mayor
talento joven de Hollywood, algo que se vería refrendado
con el estreno, apenas un mes después de su muerte, de Rebel Without A Cause,
el drama de Nicholas Ray.
Para octubre de 1956 y convertido ya en un mito del cine, se lanzó Giant,
su último trabajo, con la firma de George Stevens y
Elizabeth Taylor y Rock Hudson también en el reparto.
Dean logró la nominación póstuma al Oscar,
como ya ocurriera con East Of Eden.
"Estaba muy centrado en su trabajo y en su carrera", rememoraba al
diario Los Angeles Times en 2000 Dennis Hopper, que
debutó en el cine con Rebel Without A Cause y
que volvió a coincidir con Dean en Giant.
"Yo tenía 18 años y él era cinco años mayor que yo. Es una gran
diferencia. La actuación era su vida. Unos días le veías aparecer, le saludabas
y pasaba de largo. Estaba completamente concentrado en lo que hacía. Otros
días", explicaba Hopper, "estaba más abierto y era más gentil".
“Sueña como si fueses a vivir para siempre y vive como si fueses a morir
hoy"
El tormento que acompañó siempre a sus personajes cinematográficos bien pudo
encontrar inspiración en sus vivencias, ya que su madre murió de cáncer cuando
Dean tenía 9 años y su padre se desentendió de su cuidado.
Dean vivió con sus abuelos en una granja de Indiana hasta los 18 años y
después se mudó a California, donde comenzó sus estudios de interpretación en
la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Allí fue escogido de entre
más de 300 alumnos para dar vida a Malcolm en la obra de teatro Macbeth.
Para enero de 1951 había decidido abandonar las clases y adentrarse de lleno
en Hollywood, donde daría sus primeros pasos en representaciones teatrales
emitidas por televisión como A Long Time Till Dawn, Run Like A
Thief o General Electric Theater: I'm A Fool, donde
compartió escenario con Natalie Wood, su futura compañera de
reparto en Rebel Without A Cause.
Muchos se preguntan qué habría sido de Dean si hubiera disfrutado de una
vida longeva. Hay quien cree que hubiera tenido una carrera similar a la de
Marlon Brando o Cary Grant, que tal vez hubiera
optado por involucrarse profesionalmente en el mundo de las carreras de coches
que tanto amaba, o que hubiera allanado el camino para muchos al hacer pública
su presunta homosexualidad.
"Creo que habría permanecido en la industria", señaló Marcus
Winslow, primo de Dean, al diario Indy Star.
"Muchos de quienes lo conocían bien y vivieron con él en California
creen que habría probado como director. Hay muchas fotos suyas tras las
cámaras, mirando a través de la lente. Tal vez -añadió Winslow- habría tenido
su propia productora".
En cualquier caso, vivió y murió acorde a su propia filosofía, con frases
para el recuerdo como "la gratificación viene al hacer, no con los
resultados", o la célebre "sueña como si fueses a vivir para siempre
y vive como si fueses a morir hoy".