Rúbrica
Winckler, al cadalso
Por Aurelio Contreras Moreno
Jorge Winckler Ortiz sabe perfectamente que
es insostenible como fiscal general del Estado de Veracruz.
Políticamente, no hay manera de que tenga
viabilidad alguna en medio del maremoto morenista en la administración estatal
que ahora encabeza Cuitláhuac García Jiménez. Su filiación yunista lo
imposibilita para permanecer en el cargo, más allá de cualquier consideración
legal.
Winckler debe estar perfectamente consciente
de que su alegato sobre la “autonomía” de papel de la Fiscalía General del
Estado no le va a servir de nada. Empezando porque el nuevo régimen no tiene
contrapesos institucionales, razón por la cual hará lo que quiera usando a sus
mayorías en los congresos federal y local.
Además, invocar dicha autonomía resulta
grotesco viniendo de alguien que en lugar de como fiscal, se comportó como
sicario del anterior titular del Ejecutivo, pasando por encima de la legalidad
con tal de ayudarlo a consumar venganzas y aprovecharlas para impulsar la
continuidad del gobierno que culminó penosamente el pasado 30 de noviembre.
Precisamente por eso, legalmente tampoco
tiene posibilidad alguna de quedarse en la oficina. La procuración de justicia
en Veracruz los últimos dos años fue igual de desastrosa que la del periodo
duartista. Se persiguió a los enemigos políticos, se transó con los que
aceptaron “mocharse” con dinero y propiedades, y se entablaron procesos
judiciales deficientes y torcidos, negociando condenas a cambio de
incriminaciones, ciertas o no. Todo, menos hacer justicia.
La “cama” para la caída de Jorge Winckler ya
está “tendida”. Existen tres solicitudes de juicio político en su contra en el
Congreso del Estado. La más reciente, presentada este lunes ni más ni menos que
por el ex secretario de Seguridad Pública Arturo Bermúdez Zurita, quien acusa
extorsiones y torturas para testificar en contra del ex gobernador Javier
Duarte de Ochoa y de varios ex funcionarios más.
Sin duda Bermúdez no es una fuente confiable
como para darle credibilidad inmediata en un alegato de esta naturaleza. Pero
por lo que se sabe, presentó un expediente con supuestas pruebas de cómo la
Fiscalía utilizó la coerción como método para obtener acusaciones y para
“recuperar” inmuebles. Lo cual ya ha sido exhibido en otros casos como un modus
operandi en el que además de Winckler, participaron decisivamente los todavía
fiscales Anticorrupción, Marcos Even Torres Zamudio, y de Desaparecidos, Luis
Eduardo Coronel Gamboa.
Con todas esas agravantes, y sumado a ello la
mayoría de Morena y sus aliados en el Congreso local, si Jorge Winckler no se
va por su propio pie, lo más seguro es que la aplanadora del régimen lo
destituya con lujo de rudeza e incluso lo someta a proceso penal.
Pero parece que el fallido fiscal decidió
jugarse su resto y quedarse hasta el final, en un desesperado intento por
encubrir las irregularidades que lo involucran no solamente a él, sino al ex
gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, para quien todo indica no procederá el
“perdón y olvido” del discurso lopezobradorista.
Si Jorge Winckler se hubiera comportado como
un fiscal verdaderamente autónomo y respetuoso de la legalidad, la andanada en
su contra sería injustificable. Un acto de autoritarismo bárbaro.
Para su desgracia, con su soberbia y falta de
probidad les dio a los enemigos de su jefe todas las armas para que lo lleven
al cadalso.
Twitter: @yeyocontreras