CLAROSCUROS
Karlo, Cuco, Rubén: la descomposición social, las fallas
institucionales, la individualidad como sinónimo de responsabilidad…
José Luis Ortega Vidal
Ayer se cumplieron 4
años tras la desaparición del joven reportero Gabriel Fonseca Alemán “Cuco”,
visto por última vez –con vida- el 17 de septiembre del 2011 frente al centro
comercial Súper Ahorros y la central de autobuses de Acayucan, en el Sur de
Veracruz.
“Cuco” forma parte de
la funesta lista de 15 comunicadores muertos o desaparecidos a lo largo de los
últimos diez años en Veracruz.
Lista que, en sentido
estricto, es más grande sólo que desde el reconocimiento institucional oficial
no se incluyen en su ámbito de responsabilidades casos de periodistas
veracruzanos que han sido agredidos en zonas colindantes como el vecino estado
de Oaxaca.
La noche del 15 de
septiembre, en el contexto del “Grito de Independencia” de Xalapa, capital del
estado, el fotoperiodista Karlo Reyes, de AVC Noticias, fue agredido: golpeado,
arrastrado por un grupo de sujetos vestidos de civil y portadores de un pin, a
manera de identificación, discreta pero útil para su operación en equipo.
¿Quiénes son esos
agresores?
¿Para quién trabajan?
He ahí dos preguntas
clave cuya respuesta –de urgente necesidad- permitiría deslindar
responsabilidades para todos: el gobierno, la sociedad y la delincuencia.
¿Por qué incluir en un
mismo ámbito de deslinde de responsabilidades al gobierno y la sociedad que
operan del mismo lado del interés común y a la delincuencia que es harina de
otro costal, dado que su existencia misma implica una violación de la Ley?
La respuesta es:
porque en los días que corren todo está mezclado; todo se enreda; entre la
sociedad civil hay delincuentes operando; dentro del gobierno hay mafiosos incrustados;
dentro de las mafias hay operadores oficiales.
La historia nos enseña
que esta mezcla ha existido siempre pero la de hoy, en México y en Veracruz es
una extrapolación de esta situación: es muy difícil –en la actualidad- quién es
quién hasta en una rueda de prensa o en una misa dominical; ya no digamos en un
acto delincuencial como el sufrido por Karlo Reyes y, como lo muestran los
datos con el paso del tiempo, en la desaparición del propio Gabriel Fonseca
Alemán “Cuco”.
Marco Antonio Aguirre
Rodríguez, analista y Premio Nacional de Periodismo nativo y vecino de Veracruz
escribió ayer en su columna “Místicos y Terrenales”:
“La agresión contra el fotoperiodista Karlo Reyes evidenció tres
situaciones plenamente:
1.
El Mecanismo de Protección de Personas
Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, no ha funcionado hasta ahora
2.
Existe un clina de agresión hacia la prensa de
Veracruz y de evidente impunidad
3.
No hay voluntad de investigar los casos a
plenitud
El Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de Derechos
Humanos y Periodistas, es una herramienta de protección para quienes realizan
actividades de este tipo, el cual llamó más la atención después de que el 19 de
agosto Enrique Peña Nieto dijo haber instruido para que se fortaleciera.
"En el ámbito preventivo, he dado instrucciones a la
Secretaría de Gobernación (Segob) para seguir fortaleciendo el Mecanismo de
Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas",
dijo durante la 33 asamblea de la Conferencia Nacional de Procuración de
Justicia.
Esto ocurrió después de que el 15 de agosto más de 400
intelectuales, artistas y periodistas de todo el mundo pidieron al presidente
Enrique Peña Nieto resolver el homicidio de Rubén Espinosa y demás agresiones
contra periodistas en México (http://goo.gl/TaVTq0 )
La WOLA (Washington Office on Latin America) un mecanismo de
derechos humanos, desde principios de este 2015 emitió una fuerte crítica a la
ineficacia del Mecanismo, el cual se implementó desde el 2012.
Pero el llamado presidencial hasta ahora tampoco ha servido para
que sea más eficaz.
Karlo Reyes está suscrito al mismo y después de la agresión
sufrida activo el llamado “botón de pánico” que implicaría una respuesta
inmediata… pero nadie atendió.
La implementación supuestamente es muy sencilla:
Cuando un periodista o persona defensora enfrenta algún riesgo a
consecuencia de su trabajo puede solicitar personalmente o a través de tercero
la protección del Mecanismo.
La solicitud la puede hacer de cualquier forma: escrita, verbal,
teléfono, correo electrónico. Correo electrónico: mecanismo@segob.gob.mx
Teléfono: 01 800 800 40 50 ó (55) 52 09 88 00 ext. 30863 y al celular: 044 55
45 54 82 37” (http://misticosyterrenales.blogspot.mx/)
Arturo Reyes
Isidoro, veterano periodista, académico y servidor público nativo del sur de
Veracruz subtituló su Columna Prosa Aprisa de ayer: Pulcritud en la investigación, o escándalo y
ahí escribe:
“También los compañeros del agredido
salieron a hacer declaraciones para decir que contaban con imágenes de la
agresión, que Karlo cumplía con su trabajo cuando fue agredido y que vieron
cuando lo arrastraban hacia una camioneta. Por la tarde la Comisión Estatal de
Derechos Humanos reaccionó instruyendo “a personal de la Comisión para que se
avocara a su localización, estableciendo contacto de manera pronta con él y su
familia, brindándole todo el apoyo necesario”. La única que no se apareció,
seguramente por los efectos de la cruda de la noche del Grito, fue la inútil
Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas (je je).”
(http://www.buzonxalapa.com/articulos/por/33-arturo-reyes-isidoro)
Las agresiones al gremio periodístico
en Veracruz o ligado a Veracruz –caso Rubén Espinoza- continúan.
Esto es un hecho incontrovertible.
Existe una amplia diversidad de
versiones, de hipótesis, puntos de vista en torno a quiénes son los
responsables de estas agresiones y al origen u orígenes de las mismas, pero el
hecho concreto es que las agresiones ahí están, no se detienen y los mecanismos
oficiales para atenderlas no funcionan en forma adecuada, no cubren las
expectativas creadas con su nacimiento, no consiguen el objetivo para el que
fue se les conformó y para el cuál se les asignan recursos públicos federales y
estatales.
Al tiempo de exigir
justicia y atención y seguridad para Karlo Reyes…
Al tiempo de seguir
exigiendo justicia para Gabriel Manuel Fonseca “Cuco” y atención a su familia
que vive en condiciones de extrema pobreza…
Al tiempo de
contextualizar la historia de “Cuco”: trabajó desde niño en lugar de estudiar,
buscó ser periodista y soñó con ser profesionista para hacerse cargo –algún
día- de su hermano menor y de sus padres…
Al tiempo de explicarnos, investigar,
detallar la lista de los 15 casos de muertos y desaparecidos del gremio
periodístico veracruzano y sumar a quienes han ejercido esta profesión aquí,
aunque hayan sido victimados en territorio de Oaxaca o en el Distrito Federal…
Es necesario abrir nuestra perspectiva
sobre este tema…
Entender que acusar objetivamente
implica acusarnos objetivamente…
Admitir que señalar con datos duros
implica señalarnos con datos duros…
En todos y cada uno de
estos casos, el Estado tiene un responsabilidad que puede ser directa o
indirecta…
Que puede ser por
acción u omisión…
Que puede surgir desde
su implicación específica: sería el caso, si los agresores de Karlo Reyes fueran
policías vestidos de civiles…
O implicación
contextual: sería el caso, si los agresores de Karlo Reyes no son policías,
sino delincuentes que actuaron con toda impunidad, en un magno evento oficial con
presencia de cientos, de miles de policías…
Se agrava la
responsabilidad del Estado, al comprobarse la ineficiencia de los mecanismos ya
señalados en los argumentos 2 y 3 de este CLAROSCUROS…
Cuando Gabriel Manuel
Fonseca “Cuco” desapareció, en Acayucan existían reporteros que recibían dinero
de grupos delincuenciales instalados en aquella región.
Uno de estos
reporteros mafiosos, hacía las veces de enlace entre el “jefe de la plaza” y
los periodistas –sobre todo de la sección policiaca- que vendían su pluma y/o
su silencio a cambio de dinero en efectivo y entregado cada determinado plazo.
Refiero aquellos casos
–no emito juicios al respecto- a partir de fuentes confiables que me han
compartido la información.
Hubo quienes,
invitados a sumarse a la lista de los “pagados” por la mafia, no aceptaron y
siguieron y siguen desempeñando su trabajo bajo los riesgos que –sabemos todos-
implica el ejercicio periodístico en el Veracruz de siempre pero de modo
particular en el Veracruz de hoy.
Algunos que decidieron
no recibir el dinero sucio, fueron amenazados.
¿Fue el caso de Cuco?
¿Por eso lo
desaparecieron?
No lo sabemos pero el
gobernador Javier Duarte recién ha declarado que a los periodistas los matan
los narcotraficantes y por tanto surge la pregunta: ¿El jefe del ejecutivo
veracruzano tiene datos específicos y comprobados sobre el caso de Gabriel
Manuel Fonseca, que los periodistas que exigimos su aparición no tenemos?
Este punto es muy
importante para efectos de construir –entre todos- una verdad objetiva,
profunda, acerca del destino de un colega y de un hijo cuya familia vive en la
absoluta angustia.
En Acayucan, a partir
de la compra de plumas y silencios de parte del crimen organizado hubo choques
de intereses, pleitos verbales, acusaciones mutuas entre quienes recibían el
dinero y lo repartían y quienes sólo lo recibían…
Aquellos días de
Acayucan fueron sangrientos; se hallaron fosas clandestinas, además de que hubo
y hay secuestros y desapariciones en diversos sectores de la sociedad.
Esos procesos de
descomposición social son responsabilidad –mayoritariamente- del Estado, porque
de acuerdo a la teoría del sociólogo Max Weber:
“Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el “territorio” es elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima. Lo específico de nuestro tiempo es que a todas las demás asociaciones e individuos sólo se les concede el derecho a la violencia física en la medida en que el Estado lo permite. El Estado es la única fuente del “derecho” a la violencia.”
Weber, Max; La política como
vocación;
Alianza Editorial 2009, trad. Francisco
Rubio Llorente; pp. 83-84.
(https://books.google.com.mx/books)
Pero los susodichos
procesos de descomposición social también son responsabilidad de la llamada
sociedad civil.
He ahí donde hago
referencia a la mezcla de Gobierno-Crimen Organizado-Sociedad.
¿Hasta cuándo?
La respuesta general a
esta pregunta, quizá está en la historia, en la escrita y en la que escribimos
día con día.
Las respuestas
individuales a esta pregunta: parten del cada quien que se liga inevitablemente
a la colectividad, a las colectividades…
¿Qué funciona?
¿Por qué?
¿Qué no funciona?
¿Por qué?
He ahí otras preguntas
que nos remiten a otros, muchos otros, intentos de respuesta.