En el comunicado se reproduce la
escena de un diálogo entre un "Señor" y sus capataces, en la que se
discute, satíricamente, por qué no han podido "aniquilar" a los
indígenas después de más de 500 años.
El Ejército Zapatista
de Liberación Nacional (EZLN) lanzó hoy la tercera parte de la serie de
comunicados ”Ellos y Nosotros”, titulada
“Los Capataces”,
En el comunicado se
reproduce la escena de un diálogo entre un “Señor” y sus capataces, en la que
se discute, satíricamente, por qué no han podido “aniquilar” a los indígenas
después de más de 500 años.
Aquí el comunicado
íntegro:
Ellos y Nosotros.
III.- LOS CAPATACES.
ELLOS Y NOSOTROS.
III.- Los Capataces.
En algún lugar de
México…
El señor golpea la
mesa, furioso.
- ¡Aniquílenlos!
– Señor, con todo
respeto, llevamos más de 500 años intentándolo. Los
sucesivos imperios
encumbrados lo han intentado con todo el poderío
militar de la época -.
– ¿Y por qué siguen
ahí?
– Err… todavía lo
estamos tratando de entender – el lacayo mira con
reproche al que tiene
uniforme militar.
El aludido se levanta
y, en posición de firmes, extiende su brazo
derecho al frente, con
la mano extendida, y grita con entusiasmo:
– ¡Heil…! perdón,
quise decir, lo saludo, señor – Luego de dirigir una
mirada amenazadora que
calla las risitas de los demás comensales,
continúa:
- El problema, señor,
es que esos herejes no nos enfrentan donde somos
fuertes, nos dan la
vuelta, nos atacan en nuestras debilidades. Si
todo fuera cuestión de
plomo y fuego, bueno, pues hace tiempo que esas
tierras, con sus
bosques, agua, minerales, gente, hubieran sido
conquistadas y así
usted hubiera podido ofrecerlas en tributo al gran
Mandón, señor. Esos
cobardes, en lugar de enfrentarse a nosotros sólo
con sus heroicos
pechos desnudos, o con arcos, flechas y lanzas, y
quedar como héroes
(derrotados sí, pero como héroes), se preparan, se
organizan, se ponen de
acuerdo, nos dan la vuelta, se esconden cuando
se quitan la máscara.
Pero no estaríamos en esta situación si me
hubieran hecho caso
cuando empezó todo -, y mira con reprobación al
comensal en cuyo
letrero en la mesa se lee “chupa-cabras versión
8.8.1.3″.
El comensal aludido,
sonríe mientras dice:
– General, con todo
respeto, no teníamos una bomba atómica. Y aunque
pudimos haber
conseguido una de nuestros aliados (el comensal que
tiene el letrero de
embajador agradece la mención), habríamos
conseguido aniquilar a
todos los aborígenes, pero también habríamos
destruido los bosques
y el agua, además de que los trabajos de
exploración y
explotación de minerales serían imposibles por, digamos,
varios siglos -.
Otro de los lacayos
interviene:
– Les ofrecimos que a
su muerte habría canciones y poemas alabando su
sacrificio, corridos,
películas, mesas redondas, ensayos, libros,
obras de teatro,
estatuas, su nombre en letras doradas. Les dijimos
que si se empeñaban en
resistir y seguir vivos, íbamos a sembrar
rumores y dudas sobre
por qué no han desaparecido, por qué no han
muerto, y que diríamos
que eran creación nuestra, que íbamos a llevar
adelante una campaña
de desprestigio tal que incluso contaría con el
apoyo de algunos
intelectuales, artistas y periodistas progresistas –
Los comensales
aludidos hacen un gesto de aprobación, aunque más de
uno lo hace de
desagrado por tantos “istas“.
El señor interrumpe
impaciente:
– ¿Y?
– Nos contestaron con
una señal así – (el lacayo enseña la mano
empuñada pero con el
dedo medio levantado).
Los comensales se
revuelven indignados y claman:
– ¡Proles! ¡Nacos!
¡Groseros! ¡Plebeyos! ¡Barrio! -
El lacayo sigue con la
señal de la mano, mirando de frente al señor.
Éste lo increpa:
– ¡Ya entendí!, ya
puede bajar la mano.
El lacayo baja la mano
lentamente, mientras hace un guiño a los demás
comensales. Después
continúa:
– El problema, señor,
es que estas personas no rinden culto a la
muerte, sino a la
vida. Hemos intentado eliminar a sus líderes
visibles, comprarlos,
seducirlos.
– ¿Y entonces?
– Además de que no lo
hemos conseguido, nos hemos dado cuenta de que
el problema mayor son
los líderes invisibles.
– Ok, encuéntrenlos.
– Ya los encontramos,
señor.
– ¿Y? -
– Son tod@s, señor.
- ¿Cómo que tod@s?
– Sí, todas, todos.
Ése fue uno de los mensajes de lo que hicieron el
día del fin del mundo.
Logramos que no se manejara eso en los medios
de comunicación, pero
creo que aquí podemos decirlo sin temor a que
alguien más se dé
cuenta. Usaron un código para que nosotros
entendiéramos: el que
está arriba del templete es el jefe.
- ¡¿Qué?! ¿40 mil
jefes y jefas?
– Err… señor,
disculpe, ésos son los que vimos, habría que agregar
muchos más que no
vimos.
– Cómprenlos entonces.
Imagino que tenemos dinero suficiente – agrega
dirigiéndose al
comensal con el letrero de “cajero no automático”.
El llamado “cajero”,
empieza a balbucear:
- Bueno, señor,
tendríamos que vender algo del Estado y ya casi no queda nada.
El lacayo interrumpe:
– Señor, lo hemos
intentado.
– ¿Y?
– No tienen precio.
– Entonces
convénzanlos.
- No entienden lo que
les decimos. Y a decir verdad, nosotros tampoco
entendemos lo que
dicen ellos. Hablan de dignidad, de libertad, de
justicia, de
democracia…
– Bueno, entonces
hagamos como que no existen. Así morirán por hambre,
enfermedades curables,
con un buen cerco informativo, nadie se
percatará hasta que
sea demasiado tarde. Eso, matémosles de olvido.
El comensal que se
asemeja sorprendentemente a un chupa-cabras hace un
signo de aprobación.
El señor agradece el gesto.
– Ya, señor, pero hay
un problema.
– ¿Cuál?
– Aunque los
ignoremos, se empecinan en seguir existiendo. Sin
nuestras limosnas,
perdón, quise decir sin nuestra ayuda, construyeron
escuelas, hicieron
producir la tierra, levantaron clínicas y
hospitales, mejoraron
sus viviendas y su alimentación, bajaron los
índices de
delincuencia, acabaron con el alcoholismo. Y, además de que
prohibieron la
producción, distribución y consumo de narcóticos,
elevaron su esperanza
de vida y casi la igualaron con la de las
grandes ciudades.
- Ah, o sea que sigue
siendo mayor en las ciudades – el señor sonríe contento.
– No señor, cuando
dije “casi” es que la de ellos es superior. La
esperanza de vida en
las ciudades se redujo gracias a la estrategia de
su antecesor, señor.
Todos voltean a ver
con burla y reprobación al personaje de corbata azul.
– ¿Quieres decir que esos
rebeldes viven mejor que los que se venden a nosotros?
– Completamente,
señor. Pero de eso no hay que preocuparse, hemos
montado una campaña
mediática ad hoc para tapar eso.
– ¿Y?
- El problema es que
ni ellos ni los nuestros ven televisión, ni leen
nuestra prensa, no
tienen tuiter, ni feisbuc, ni siquiera señal de
celular. Ellos saben
que están mejor y los nuestros saben que están
peor.
Se levanta la comensal
con el letrero de “izquierda moderna”:
– Señor, si me
permite. Con el nuevo programa de Solid… perdón, quise
decir con la Cruzada
Nacional…
El lacayo la
interrumpe impaciente:
– Ya Chayo, no
empieces con discursos para los medios. Todos nosotros
concordamos en que el
enemigo principal son esos malditos indios y no
el otro innombrable. A
ése lo tenemos bien infiltrado y acotado con
personeros del señor
aquí presente.
El del letrero “chupa
cabras“ asiente con satisfacción y recibe
agradecido las
palmaditas que le dan los comensales cercanos.
El lacayo continúa:
– Pero tú y yo, y
todos los que estamos aquí, sabemos que todo eso de
los programas sociales
es una mentira, que no importa cuánto dinero se
invierta, al final del
embudo no queda nada. Porque cada quien se
lleva su tajada.
Después del señor, con todo respeto, tú agarras una
buena parte, todos los
aquí presentes también, luego los señores
gobernadores, los
mandos de las zonas militares y navales, las
legislaturas locales,
los presidentes municipales, los comisionados,
los líderes, los
encargados, los cajeros, total, que para abajo ya
queda muy poco, o nada
.
El señor interviene:
- Pues hay que hacer
algo ya, porque si no el Mandón va a buscar a
otros capataces y
ustedes saben bien, damas y caballeros, lo que eso
significa: el
desempleo, el escarnio, tal vez la cárcel o el exilio.
El personaje rotulado
“chupa cabras“ se estremece y hace un gesto afirmativo.
– Y es urgente, porque
si esos indios pata-rajada… (la hija del señor
hace una señal de
asco, la señora se siente súbitamente indispuesta y
adquiere un color
verde que olvídate de Linterna ídem). La señora se
retira argumentando
algo de un embarazo.
El señor sigue:
– Si esos pinches
indios se unen entre sí, estaremos en muy graves
problemas porque…
– Ejem, ejem, señor –
interrumpe el lacayo.
- ¿Si? -
– Me temo que hay un
problema más grande, es decir, peor, señor -.
– ¿Más grande? ¿Peor?
¿Qué puede ser peor que toda la indiada insurrecta? -
- Bueno, pues que se
pongan de acuerdo con l@s otr@s, señor -.
– ¿L@s Otr@s? ¿Quiénes
son? -
- Mmh… deje veo…
bueno, pues campesinos, obreros, desempleados,
jóvenes, estudiantes,
maestros, empleados, mujeres, hombres, ancianos,
profesionistas,
maricones y machorras, punketos, rastafaris, skateros,
raperos, hip-hoperos,
rockeros, metaleros, choferes, colonos, ong´s,
ambulantes, bandas,
razas, nacos, plebes…-
- ¡Basta!, ya entendí…
creo.
Los lacayos se miran
entre sí con una sonrisa cómplice.
– ¿Dónde están los
líderes que hemos comprado? ¿Dónde los que hemos
convencido de que la
solución de todo es volverse como nosotros?
- Cada vez les creen
menos, señor. Cada vez controlan menos a su gente.
– ¡Busquen a quién
comprar! ¡Ofrézcanles dinero, viajes, programas de
televisión, registros,
diputaciones, senadurías, gobiernos! ¡Pero
sobre todo dinero,
mucho dinero!
- Lo estamos haciendo,
señor, pero… – el lacayo duda.
- ¿Y? – lo apremia el
señor.
– Cada vez encontramos
más… -
- ¡Magnífico! ¿Se
necesita más dinero entonces?
– Señor, quiero decir
que cada vez encontramos más que no se venden.
- ¿El terror entonces?
– Señor, cada vez son
más los que no nos tienen miedo, o que si lo
tienen, lo controlan.
– ¿El engaño?
– Señor, cada vez son
más los que piensan por sí mismos.
– ¡Hay que acabarlos a
todos entonces!
- Señor, si
desaparecemos a todos, también desaparecemos nosotros.
¿Quién sembrará la
tierra, quién hará andar las máquinas, quién
trabajará en los
grandes medios, quién nos atenderá, quién peleara
nuestras guerras, quién
nos alabará?
– Entonces hay que
convencerlos de que nosotros somos tan necesarios como ellos.
– Señor, además de que
cada vez más gente se está dando cuenta de que
no somos necesarios,
parece que el Mandón está dudando de nuestra
utilidad, y por “nuestra”
me refiero a todos nosotros.
Los invitados a la
mesa del señor se revuelven incómodos en sus asientos.
- ¿Y entonces?
– Señor, mientras
encontramos otra solución, porque la del “Pacto” no
sirvió para nada, y
viendo que hay que evitar la vergüenza de
refugiarlo de nuevo en
un cuarto de baño, hemos adquirido algo más
conveniente: ¡un
“cuarto de pánico”!
Los comensales se
ponen de pie para aplaudir. Todos se arremolinan
alrededor de la
máquina. El señor entra y se pone frente a los
controles.
El lacayo, nervioso,
advierte:
– Señor, sólo tenga
cuidado de no oprimir el botón de “eyección”.
– ¿Éste?
– ¡Nooooooooooooooo!
Las maquillistas y
titiriteros corren a dar los primeros auxilios.
El lacayo se dirige
hacia uno de los camarógrafos que ha filmado todo:
- Tienes que borrar
esa parte… Y dile al Mandón que vaya preparando un
muñeco de repuesto. A
éste hay que estarlo “reseteando” a cada rato.
Los comensales se
arreglan la corbata, la falda, se peinan, tosen,
buscando llamar la
atención. Los clicksde las cámaras y la luz de los
flashes opacan todo…
(continuará…)
Desde cualquier rincón
en cualquier mundo.
SupMarcos.
Planeta Tierra.
Enero del 2013.
Datos tomados del
Informe #69 del Servicio de Inteligencia Autónoma
(SIA, por sus siglas
en español) sobre lo escuchado y visto en una
reunión
ultra-archi-recontra-hiper secreta, realizada en México, D.F.
traspatio de EU,
latitud 19° 24´ N, longitud 99° 9´ W. Fecha: hace
unas horas. Clasificación:
sólo para sus ojos. Recomendación: no hacer
pública esta
información porque nos van a balconear. Nota: manden más
pozol porque el Elías
ya se lo acabó al grito de “¡atásquense que hay
lodo!”, y está
bailando ska con la rola de Tijuana No, “Transgresores
de la Ley”, en la
versión de Nana Pancha. Sí, está chida la rola, pero
está cabreras entrarle
al slam porque el Elías trae botas mineras de
punta de acero.