RUTA BÁSICA Y ACTUAL
Uriel Flores Aguayo
Cada tiempo, etapa, ciclo, coyuntura y
momento de una sociedad tiene sus definiciones y dirección. En México, vivimos
algo inédito, un próximo gobierno federal, además de una recomposición del
Congreso y Entidades federativas, que surge del impulso profundo de los
ciudadanos que abrazan una figura salvadora y provocan una ruptura con las
élites. Las condiciones encaminan hacia
un cambio de régimen pero puede ser más simbólico que real y limitarse a la
esfera del poder político. La concentración de poder suele llevar a su
ejercicio monopolico y, a la larga, a su descomposición en forma de intereses
propios y simulación para hacer carreras, mantenerlo y competir por la
sucesión. Sin contrapesos y desahogo plural es seguro un camino de excesos y
corrupción. No hay virtud en si misma, exhibe al que lo celebra y aprovecha, en
ser mayoría para aplastar a las minorías y no abrirse a los consensos; es la
repetición de conductas alejadas de la democracia, el clásico "ojo por ojo
y diente por diente".
Los roles políticos se derivan del
veredicto electoral reciente, hay mandatos, anhelos e intereses de por medio.
Cada quien jugará de acuerdo a su visión y peso. Unos, aprenderán a ser
oposición mientras que, otros, se las tendrán que ver con las responsabilidades
de ser Gobierno. No puede haber uniformidad ni apelación a añejas figuras de
"unidad nacional" pero sí cooperación y coincidencias en lo básico
del interés general. Vamos en el mismo barco, las desgracias del de enfrente no
significan mi felicidad. El nuevo bloque gobernante tiene una gran oportunidad
de hacer algo muy bueno para todos, es nuestro deber estar vigilantes de sus
actos, eso no cambia. Así como no debe unirse el poder político con el
económico tampoco debe absorberse a la ciudadanía; son una tercia de esferas
conectadas pero con autonomía para garantizar la vida republicana y
democrática. Sin sociedad civil vigorosa, independiente y participativa solo
habrá autoritarismo y retroceso, se vista del color que sea.
Ya se ha visto algo similar en la historia
mundial, hay curiosidad actualizada, pero la experiencia propia está por
vivirse en México. Me refiero a los anuncios grandilocuentes de una cuarta transformación que puede servir
de guía y discurso o quedarse en mera retórica. Como planteamiento teórico y
basamento ideológico que de rumbo al partido mayoritario se entiende la
formulación pero a analistas serios y de alto nivel les resulta un recurso
propagandístico y de poca incidencia en la vida real de la gente. Es un derecho
que tienen quienes ganaron las elecciones, habría que confiar por algún tiempo
en sus cálculos y mesura. No deben destruir los cimientos de las estructuras
por el riesgo de que les caigan encima. El cambio gira en torno a ciertas
políticas públicas y la eficacia del aparato Estatal. Ir más allá, sin
considerar otros muchos factores, puede ser riesgoso. Cambios sí pero con un
profundo respeto por la diversidad.
Cada quien estará en el lugar que
escoja, lo importante es participar y asumir el rol que quiera. La máxima
esperanza descansa en la participación de la gente, en su involucramiento en la
vida pública. Hay banderas y causas muy actuales, más allá de hombres de poder
y factores políticos. Es la esencia y actitud
del ciudadano común, el que, con voz, puede hacer mucho más por la
colectividad. Hay cambio si respetamos las reglas, si toleramos al vecino, si
impulsamos diálogo permanente, si nos involucramos en la vida pública, si nos
informamos, si exigimos cuentas y damos algo por los demás. No estamos en la
lucha de clases, buscamos que haya auténticos servidores públicos y que el
gobierno funcione, obviamente sin que exista la tentación del poder de imponer,
aplastar y desconocer. Hay causas concretas y vitales para unirnos, más allá de
siglas, como es la lucha contra la explotación sexual de las mujeres, el
cuidado del medio ambiente, el trabajo cultural, las ideas del consumo, los
derechos humanos, etc.
Recadito : no habrá pensamiento único
si nos expresamos en plural y con valor.