domingo, 4 de octubre de 2015

EN ALEMANIA, EL ESCÁNDALO DE VW ES UNA VERGÜENZA

El engaño de la automotriz alemana fue un golpe a su credibilidad y le costó el puesto a su presidente ejecutivo. Hacer trampa en las pruebas de emisiones, probablemente, va a arruinar los negocios estadounidenses de la compañía.

Rick Noack / The Washington Post / El Economista
Foto: Reuters

En algunos países, cuando las grandes empresas fallan, hay cierta alegría malsana entre los medios de comunicación y gran parte del público.

No así en Alemania —al menos no en estos días—. Cuando se supo la noticia de que Volkswagen, el gran fabricante de autos del país, había equipado al menos 11 millones de vehículos con dispositivos para engañar las pruebas de emisiones, había una innegable sensación de vergüenza.

ARD llamó la debacle como el “peor escenario” para la compañía automotriz, mientras que el periódico Die Welt especuló acerca del final de la era de los combustibles diésel debido a la crisis y cubrió los últimos avances en un blog en vivo titulado Thriller en VW.

De hecho, éstos fueron titulares a los que los alemanes no están acostumbrados: el escándalo ha tocado una fibra sensible poco común en el país. ¿Qué salió mal? ¿Y quién es el responsable?


Sorprendentemente, la respuesta a esa pregunta no es tan clara como parece. Por supuesto, los medios de comunicación alemanes se apresuraron a culpar al director ejecutivo de VW, Martin Winterkorn. “Por qué Winterkorn se debe ir”, el influyente diario SüddeutschZeitung concluyó en un editorial publicado la noche del 22 de septiembre. Pero otro artículo en el mismo periódico planteó dudas acerca de quién era el culpable. “No hay certeza”, dijeron los autores.

Gran parte de la agitación en Alemania puede ser explicada en términos económicos: Volkswagen es la principal megaempresa del país en una industria que emplea a millones, si se incluye a las personas que trabajan para el suministro de las compañías. Tan sólo Volkswagen tiene cerca de 600,000 trabajadores en todo el mundo y no sólo entre los empleadores principales en Alemania, sino también en Gran Bretaña y otros países.

Hacer trampa en las pruebas de emisiones, probablemente, va a arruinar los negocios estadounidenses de la compañía y complicará su crecimiento internacional. Muchos comentaristas alemanes esperan que los costos se eleven por encima de lo que la compañía actualmente teme que tendrá que pagar.

Además de los costos de Volkswagen, el escándalo también apunta a otra vulnerabilidad que afecta a la industria alemana en términos más generales: La mayor parte del reciente crecimiento económico de Alemania se debe a su fuerte industria de exportación, lo que ha beneficiado en gran medida los tipos de cambio y el crecimiento en los mercados emergentes, incluyendo China. Los esfuerzos de Volkswagen para ganar un punto de apoyo internacional aún más grande podría haber tentado a los ejecutivos a hacer trampa en lugar de invertir en una opción un poco más costosa.


Aunque la crisis de VW no es una catástrofe para la economía alemana hasta el momento, sí hace hincapié en la medida en que muchos puestos de trabajo alemanes dependen de la exportación de bienes. El país está experimentando una tasa de desempleo históricamente baja, pero ¿cuánto tiempo más va a durar el paraíso económico de Alemania?

La reacción del país al escándalo no puede explicarse únicamente en cifras de ingresos y pérdidas financieras. Lo que puede hacer el desastre mucho peor para muchos alemanes es la falta de respeto que las acciones de VW muestran a sus valores.

Se puede considerar un cliché entre algunos, pero los alemanes, en efecto, se enorgullecen de su precisión y la obediencia a las reglas —valores tanto célebres como criticados en el extranjero.

Cualquiera que haya visitado Berlín y otras ciudades alemanas, inevitablemente ha notado el papel omnipresente de ambos.

Por ejemplo, incluso cuando no hay coches a la vista, los peatones alemanes a menudo se niegan a cruzar en un semáforo en rojo -simplemente porque es contra la ley-.

Esta obediencia a las reglas sin duda no ha pasado desapercibida en Europa: en un estudio ampliamente citado a partir del 2013, la mayoría de las naciones europeas encuestadas coincidieron en que el país más confiable del continente era Alemania. (Aparte de eso, también fue considerado como uno de los países más arrogantes y menos compasivos.)


A las empresas alemanas les encanta hablar de la precisión y eficiencia en sus anuncios en el extranjero. En un anuncio de Super Bowl transmitido el año pasado, Volkswagen destacó aquellos aspectos: “¿Por qué no utilizar [precisión alemana] para hacer un buen comercial de Volkswagen? Al aislar sus anuncios humorísticos de mayor éxito, hemos desarrollado un algoritmo para hacer el comercial definitivo para el gran festival de fútbol estadounidense. Vamos a ver”.

En el clip aparecen entonces automóviles de Volkswagen con los objetos que normalmente se consideran “estadounidenses” en el extranjero, tales como hamburguesas, vaqueros o el signo @. “Oh, no me gusta eso”, dice entonces el actor que representa a un ingeniero alemán de Volkswagen.

Resulta que esos sentimientos pueden ser mutuos.

Rick Noack escribe sobre asuntos internacionales y tiene su sede en Europa.

Entradas populares