El lunes 12 de octubre del 2015.
Hoy, 12 de octubre, fecha en la que se conmemora el encuentro de Cristóbal Colón con las tierras insulares de los que después llevaría los nombres de Nuevo Mundo o Continente Americano, me parece oportuno señalar, pues de ello se ha carecido por más de cinco siglos, que para que un país crezca es necesario una educación de alta calidad que produzca los mejores profesionistas del orbe.
EDUCACIÓN Y HONRADEZ.
POR: Edwin Corona y Cepeda.
Nuestro desarrollo educativo, que parte de la época colonial, contempló como primer libro de texto pedagógico impreso y gratuito, la Cartilla de Ocharte, donde los curas enseñaban el aprendizaje del “Padre Nuestro” plasmado en latín, castellano y náhuatl.
Libres del freno virreinal, la Iglesia trató de establecer en la naciente república independiente un régimen teocrático que ahogaba las iniciativas del gobierno civil, más ocupado en obtener canonjías políticas que cuidar del progreso educativo de sus ciudadanos, lo que resultó escandaloso por la corrupción del clero, los militares y una serie de individuos codiciosos, que, como los políticos de hoy, buscaban un puesto político para poder explotar a sus compatriotas, procurando mantenerlos en la más completa ignorancia.
De no atender a una verdadera reforma educativa, como la proclamada en 1833 por Valentín Gómez Farías, debemos atenernos – y es lo que está sucediendo- a una enorme inconformidad magisterial, ya que es la educación, sobre todo en lo que respecta a identidad nacional (Historia y Civismo), lo que identifica y une ideológicamente a los nacionales de un país.
Señalaba y es vigente la cita del insigne escritor francés Víctor Hugo que: “Si quieres saber lo que será un país MAÑANA, corre a ver lo que están haciendo AHORA en sus escuelas” por lo que, si no se capacita verdaderamente a nuestros niños y juventud, seguiremos, irremediablemente como hasta ahora, sin cultura, sin responsabilidad y lo que es peor aún, sin competencia dentro del mercado profesional internacional por falta de una verdadera reforma escolar en todos y cada uno de sus niveles.
En armonía con esta notable carencia educativa y como coincidencia de esta deficiencia, los mexicanos contamos, no solo con infinitas peregrinaciones dedicadas a santos y santas de todo origen que arrastran tras sí a hordas de millares de miserables campesinos que recorren a pata cientos de kilómetros para llegar al “santuario”, sino también con la política más cara del mundo, que, a través de instituciones corruptas como el INE y los partidos políticos; situación que fue calificada públicamente por Enrique Peña Nieto como “una cultura muy mexicana” olvidando mencionar o mejor dicho, omitiendo, que con ello se solapa el robo y la putrefacción social.
Y en esto interviene muy claramente la falta de políticas serias en materia salarial ya que es necesario que el político entienda, como acertadamente lo señaló Benito Juárez, que es un empleado nuestro, que nosotros pagamos su sueldo y que está para servir al pueblo y no para servirse de él y que, como cualquier empleado de cualquier empresa, tiene la obligación de prestar sus servicios, conocimientos y trabajo en beneficio de su comunidad, la Patria y la Humanidad y no andar lambisconeando a un Tlatoani sexenal. Y si no da el ancho, hay que correrlo.
Este desastre que actualmente existe en nuestro país con el abuso y el tráfico de influencias, de fabulosos ingresos e ilícitas adquisiciones de bienes muebles e inmuebles de los funcionarios públicos y que, de ninguna manera corresponden a su salario y del que, cualquier profesionista medio, ni trabajando toda la vida de sol a sombra, lograría adquirir un techo con un valor siquiera del diez por ciento de estas propiedades.
Esta anomalía da lugar, también, a una escasa o más bien nula productividad, pues el inversionista nacional ve con recelo la política económica del gobierno y prefiere vender sus acciones, como en el caso de la industria cervecera o la chocolatera, a empresas de origen extranjero.
Pero todo se debe, como lo señaló recientemente un conocido curuleco, a la interpretación exacta de los preceptos bíblicos en los que, acertadamente se señala que hay que ganarse el pan con el sudor del de enfrente.
Por ello es absolutamente indispensable que las leyes laborales establezcan un tabulador salarial compatible con las percepciones de los trabajadores y profesionistas que no pertenecen al sector público y a partir de allí, regirse por los aumentos del salario mínimo contemplado en el país, para calcular los emolumentos de estos bandidos oficializados.
Podemos observar que este desastre que existe en nuestro país con estos megasalarios, no es una solución, sino por lo contrario, causa todavía mayores prejuicios al Estado, pues un pueblo que se siente robado y despojado por sus líderes políticos, pierde la percepción de lo que es honesto, justo, digno y honorable.
COMENTARIOS.
No tiene perdón.- Mucha razón tiene Francisco Martín Moreno: Perdonar a un sinvergüenza dado al latrocinio y a las chingaderas, junto con su "equipo" (caterva de sinvergüenzas, todos) sería claudicante y falto de dignidad ciudadana. Admitir las farsas de nombrar a un títere (hasta la cara tiene de eso el señor secretario Virgilio Arenas, aparte de la cara de pendejo que no puede con ella), sería como aceptar que se nos siga viendo, per sécula seculórum, la cara de lo que somos: ciudadanos indignos y de quinta.- Felipe Celestino.
+Perdonar corrupción sería
claudicar
+ ¡Hartos ya del cinismo
presidencial!
Ni como mexicano, ni como periodista, puedo ni debo aceptar una
disculpa del Presidente de la República – llámese como se llame y del partido
que sea-, cuando el perdón ofrecido es un agravio a millones, un emblema del
saqueo permanente al país, y un abuso más – sí, otro más-, de los políticos, al
amparo del poder.
¡No! Nada más no se puede admitir una disculpa presidencial que, en su
carga emocional, conlleva y reconoce culpa.
¡No! Nada más no se debe consentir un perdón presidencial, cuando su
origen es el tráfico de influencias.
¡No! Nada más no se puede concebir una disculpa presidencial que se
deriva más del aborrecimiento público que de la honestidad personal.
No, señor Enrique Peña Nieto.
Nada más no se puede aceptar la disculpa que usted ofrece, por las
siguientes razones:
1) Porque aceptar la disculpa que brinda por la compra de la casa
blanca de “La Gaviota” y de la familia presidencial equivaldría, nada menos, a
ser cómplice de sus abusos al perdonar la evidente corrupción (tráfico de
intereses), mediante la cual se obtuvo la mansión.
2) Porque admitir la disculpa sería avalar al cinismo: que un
subordinado suyo – el lacayo Virgilio Andrade-, hubiera sido nombrado para
“investigarlo” y, por tanto, lo haya exonerado. Saludar su perdón
significaría estar de acuerdo con esa farsa. Con esa burla a los mexicanos.
3) Porque aceptar la disculpa equivaldría a aprobar el retroceso
democrático que representa el affaire casa
blanca: opulencia adquirida gracias al poder político, en medio de un país cada
vez más empobrecido.
4) Porque admitir la disculpa sería tanto como respaldar a su gobierno
en atrocidades: mientras usted, ciudadano Presidente, tiene nueve propiedades
de dudosa procedencia, su gobierno nos ha entregado, hasta hoy, más de 2
millones de nuevos pobres. Una vergüenza.
5) Porque aceptar la disculpa significaría agachar la cabeza y doblarse
ante una Secretaría de la Función Pública que se burló de los mexicanos, al
“investigar” al ciudadano Peña Nieto a partir del uno de diciembre de 2012, y
no desde que era Gobernador del Estado de México, justo cuando comenzaron
las entregas de contratos multimillonarios a Grupo Higa. Era revisar desde
entonces, y no cuando el mexiquense llegó a Los Pinos.
6) Porque admitir la disculpa equivaldría a avalar la trácala: en
noviembre pasado, “La Gaviota” reconoció en cadena nacional, vía video, que
ella personalmente le pidió a Juan Armando Hinojosa Cantú, jefe del Grupo Higa
– beneficiario del gobierno de Peña Nieto en el Edomex-, comprar el terreno de
Sierra Gorda 150 para edificar allí la casa presidencial. ¿Más? El arquitecto
Miguel Ángel Aragonés confirmó que el propio gobernador Peña Nieto participó en
el diseño de la casa.
7) Porque aceptar la disculpa sería tanto como palomear la otra mitad
de la trácala: 17 días después de que Peña Nieto y “La Gaviota” se casaron (27
de noviembre de 2010), la empresa ligada al poder peñista, Grupo Higa, compró
un segundo terreno para ampliar la mansión. Así se adquirió el de Palmas 1325.
8) Porque admitir la disculpa equivaldría – como bien señalan los
reporteros Daniel Lizárraga y Rafael Cabrera en el portal de Aristegui Noticias-, a darle el visto bueno a que en
noviembre de 2008, un día después de que Peña Nieto admitió que él y “La
Gaviota” eran novios, el Grupo Higa creó la empresa “Ingeniería Inmobiliaria
del Centro”, la cual se encargó de construir la llamada casa blanca.
9) Porque aceptar la disculpa significaría darle luz verde a la
corrupción gubernamental: que una empresa favorecida desde el gobierno del
Edomex cuando Peña era gobernador, y luego desde Los Pinos, fuera la encargada
de construir las mansiones de la familia presidencial. Ese es el punto
del conflicto de interés que el lacayo Virgilio no pudo ni quiso encontrar.
10) Porque admitir la disculpa sería convertirnos, en
automático, en personajes de la misma calaña: corruptos y cínicos.
No, señor Peña Nieto: no cuente con que acepte su
disculpa.
Tal vez usted y sus cuates digan: nos vale madre la opinión de
un columnista. Qué más da. Puede ser: ya tiene a muchas plumas y voces
bien domesticadas y compradas. Cada
quién.
Pero lo que sí le puedo asegurar, ciudadano Presidente, es una
cosa: como este periodista, millones más de mexicanos tampoco le
aceptan su disculpa.
Y eso no podrá – aunque usted quisiera-,
ignorarlo.
Ya lo veremos.
PICADAS JAROCHAS.
SIN DIETA
La esposa: Oye gordito, ¿quieres bajar 20 kilos?
Pues claro.
Entonces ve a la
camioneta y baja el costal de las croquetas del perro.
¡QUE TENGAN UN
BUEN DÍA!
Comentarios y sugerencias al correo edwin_coronaii@hotmail.com