domingo, 10 de abril de 2011

DENGUE



COSAS PEQUEÑAS

 

Juan Antonio Nemi Dib


Parece poca cosa, algo común y cotidiano, que no tiene importancia ni repercusiones, pero sí que es importante y delicado. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) “La diseminación geográfica tanto de los mosquitos vectores como de los virus ha conducido a un resurgimiento de las epidemias de fiebre del dengue y del dengue hemorrágico (FD/FDH) en los últimos 25 años, con la aparición de hiperendemicidad en muchos centros urbanos en los trópicos. En el mundo, 2,500 millones de personas viven en áreas donde se pueden transmitir los virus dengue. El número de países con epidemias de FDH se está incrementando continuamente. La epidemia de 1998, en la que se notificaron 1.2 millones de casos de FD y FDH en 56 países, no tuvo precedentes. Los datos para el período 2001-2002 indican una situación de magnitud comparable. Se estima que anualmente ocurren 50 millones de infecciones por dengue... con 500.000 casos de FDH y al menos 12.000 muertes, principalmente entre niños. Sólo una pequeña proporción de casos son notificados a la OMS. El desafío para las agencias de salud nacionales e internacionales es revertir esta tendencia de incremento de actividad epidémica del dengue y de incremento en la incidencia del FDH”.

Otras fuentes aseguran que en el mundo las infecciones anuales por dengue pueden llegar a los cien millones, debido a que muchos de los casos no son reportados o, simplemente, porque en ciertos pacientes los síntomas aparecen en forma muy leve y suelen confundirse con el resfriado común, pasando desapercibidos hasta al personal sanitario. Pero, en general, el dengue es sumamente molesto para las personas contagiadas (fiebres intensas y repentinas, fuertes dolores de huesos, de músculos, de cabeza, inflamación de los ganglios, náuseas, vómitos, intenso dolor detrás de los ojos y erupciones molestas en la piel).

La distribución epidemiológica del dengue se parece a la de la malaria y se ha comprobado que son posibles las infecciones múltiples en el mismo paciente, con más de un serotipo (es decir, más de un tipo de virus infeccioso) a la vez. Aunque se considera una efermedad aguda, en condiciones normales los enfermos de dengue suelen evolucionar favorablemente. No existe un medicamento específico para combatir a los cuatro tipos de virus que lo causan y, si no se siguen los procedimientos médicos adecuados, puede evolucionar a la variante hemorrágica de la misma enfermedad, una complicación de salud sumamente grave que a veces acaba matando. En resumen: el dengue es peligroso, su atención cuesta mucho dinero a las instituciones públicas, a los centros asistenciales y a las economías familiares.

El dengue es una enfermedad contagiosa, sí, pero NO se transmite de persona a persona. El proceso  infeccioso es complejo: el famoso mosquito AEDES AEGYPTI tiene que picar a una persona que esté previamente enferma de dengue, el mosquito se infecta a su vez del virus y es entonces, cuando pica a otra persona sana, que la contagia con la enfermedad, misma que se incuba entre los 4 y 7 días después de la picadura. La enfermedad suele remitir (autolimitarse, dicen) en un máximo de dos semanas.

Aclaraciones pertinentes: no se le dice “mosquito” de cariño o por diminutivo; esa es, específicamente, su clasificación entomológica. Y debiera decirse, para hablar con precisión, que se trata de “mosquitas”, porque sólo las hembras del insecto pican a los humanos, los machos de la especie suelen ser vegetarianos. Por cierto, las mosquitas tienen hábitos muy tempraneros y, si acaso verpertinos, prefieren la luz del día para andar chupando sangre y, por ende, contagiando.

Pablo Anaya Rivera, nuestro Secretario de Salud, compartió cifras pasmosas: en 1997 Veracruz tuvo 11 mil casos de dengue, en 2002 sólo 500, pero en 2004 hubieron 5,600 contagios registrados. En 2005 bajó un poco: 4,500 casos. Pero en 2008, la cifra de veracruzanos con dengue fue enorme: 15 mil. Ahora, se pusieron a trabajar 23 vehículos nuevos para sumarse a la flotilla existente y específicamente para pegarle a estas mosquitas nada muertas y desde ayer ya están chambeando 750 técnicos especialistas en el combate a vectores -transmisores- de la enfermedad, en las 11 jurisdicciones del Estado. Todo un ejército, como los llamó el Gobernador.

Sin embargo, Irasema Guerrero, la jefaza de los epidemiólogos veracruzanos, me instruye firme: “Diga que en Veracruz hay un millón 250 mil viviendas, por lo tanto no habrá personal sanitario suficiente que alcance para eliminar los criaderos de larvas del mosquito [a] transmisor [a]. Debe ser cada familia la que quite los criaderos de sus casas, cada semana. Diga también que se trata de un ‘mosquito catrín’, al que le gustan el agua limpia y las comodidades. Diga que la fumigación contribuye, pero al final es paliativa; la participación de la gente es indispensable patra eliminar contagios.”

Lo cierto es que, en condiciones normales, los aedes aegipty no sobreviven por encima de los 1,200 metros de altura (de modo que Xalapa es aún tierra propicia para el contagio), aunque raramente se les encuentra en sitios más altos. El cloro NO mata a las larvas del mosco del dengue y éstas pueden subsistir hasta 5 o 6 días después de haberse limpiado un receptáculo. La Secretaría de Salud explica que el mosquito (la mosquita) “utiliza recipientes artificiales que se encuentran en exteriores de las viviendas como son: botes, latas, llantas y dentro de las viviendas; es muy común encontrar larvas en floreros y plantas acuáticas, así como en los lugares donde almacenan agua (pilas, piletas, tinas, cisternas, tinacos, tanques)”.

NO hay vacuna para el dengue. Sólo limpieza y descacharrización. Las mejores medidas preventivas. De cualquier modo, si tiene usted alguno de los síntomas descritos, vaya al médico y NO tome fármacos por su cuenta; algunos, como aspirina, anticoagulantes y desinflamatorios, podrían convertir su simple dengue en algo mortal. El dengue puede matar, no es juego.

La Botica.- Gracias a todos los héroes anónimos que trabajan en la Secretaría de Salud, al personal de los Servicios Coordinados, de los hospitales y centros de salud, de las jurisdicciones sanitarias y de las brigadas entomológicas, a los servidores públicos de IMSS, ISSSTE y Seguro Popular. Trabajan por nosotros a pesar de las difíciles condiciones y, la mayor de las veces, sin que se sepa.

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