CLAROSCUROS
México y
las finanzas del 2016: una bomba de tiempo... ¡Pric-tac, Pric-tac, Pric-tac!
José Luis
Ortega Vidal
La crisis económica
que padece México en el 2015 tiene un origen en el panorama económico mundial
cuya picada financiera actual nos remite a la crisis mundial del 2008.
Apenas
siete años atrás el sector financiero del planeta se sacudió ante la caída del
sector hipotecario norteamericano, lo que se tradujo en derrumbes –uno tras
otro y uno con otro- de bolsas de valores en Asia, Europa y América y el resto
del mundo.
A tal
situación se sumaría -en poco tiempo- el derrumbe, otra vez mundial, de los
precios del petróleo.
A países
desarrollados cuya economía tiene en la compra-venta de petróleo sólo una de
sus múltiples estructuras básicas de apoyo, esta nueva crisis mundial les
afecta en menor proporción respecto a los países cuya economía depende mucho
del hidrocarburo: caso México.
En un
cálculo teórico: de una disminución promedio en el precio del barril de
petróleo -para el 2016- hasta los 43 dólares por unidad y a una paridad
promedio-también para el próximo año- de 16.5 pesos por dólar, el gobierno
mexicano dejaría de percibir unos 225 mil 843 millones de pesos, sólo por
ingresos petroleros.
Este
cálculo se ha hecho con base en datos hipotéticos que se ubican en el 2015.
Sin
embargo, recordemos que este año, el precio del barril de petróleo llegó a
ubicarse en los 33 dólares por unidad y el dólar rebasó la frontera de los 17
pesos.
De tal modo
que si en el 2016 esta situación se repitiera la pérdida sería mucho mayor a la
calculada.
Por lo
pronto, en el paquete económico 2016 enviado el martes 8 de septiembre
por el Presidente Enrique Peña Nieto al Congreso de la Unión -a través
del Secretario de Hacienda, Luis Videgaray- se reduce el gasto público en 221
mil millones de pesos.
Las cifras
coinciden: se sabe que el precio del petróleo seguirá a la baja en el 2016 y al
representar dicho producto uno de los más importantes ingresos del gobierno
mexicano, la administración federal pone sus barbas a remojar y anticipa un
gasto menor que se ha calculado en 4 billones 746 mil millones de pesos.
Una
reducción de 221 mil millones de pesos representa dos veces (y un poco más) el
presupuesto público estatal del Estado de Veracruz que en el 2015 fue de 102
mil millones 574 mil pesos.
Es importante
subrayar que si bien este cálculo es en el orden federal, en sentido estricto
afectará las economías públicas estatales y municipales porque al llegar
recortada la asignación de recursos a estos niveles de gobierno, cada
gobernador y alcalde del país deberán disminuir sus planes de inversión pública
para el 2016, un año “de apretarse el cinturón” según lo dicho por el propio
Peña Nieto y un año de una crisis económica mayor a la que estamos padeciendo
en el 2015 que apenas va en el noveno mes.
Un
punto medular del recorte de gastos para el 2016 lo constituye la determinación
en los planes -y luego en la práctica- sobre cuáles serán los rubros con menos
dinero.
Salud,
educación, seguridad son temas clave para una estabilidad social cada vez más
débil (hay regiones del país donde no existe) y todos presentan severos daños
estructurales y operacionales.
Luis
Videgaray Caso afirma que estos rubros no se tocarán ni con el pétalo de un
descuento.
Ya
veremos.
Por
lo pronto, hay experiencias -en éste y anteriores gobiernos- que nos llevan a
no creerle a un Secretario de Hacienda sumamente ocupado en su proyecto
electoral personal para el 2018.
Y
como sabemos: mezclar temas financieros y de manejo del presupuesto público con
ambiciones políticas particulares suele generar una bomba que tarde o temprano
estalla y deja muchos heridos -y hasta muertos- sobre todo entre los jodidos,
que en México somos inmensa mayoría.
En
concreto, el panorama económico del país –aquí hablamos del presupuesto
público, pero esto afecta las inversiones privadas- es negativo de cara al 2016
porque apenas apuesta a la conservación de las canicas con riesgo de perder un
buen número y no hay manera de pensar en su incremento.
Es
decir: si en el 2015 estamos mal en términos financieros en el 2016 estaremos
peor y estos datos se alejan de los términos desarrollo social y crecimiento
económico que tanto se emplean en la demagogia de nuestra clase política.
De
hecho, al cierre del 2015 se siente, se palpa una crisis severa ante la falta
de obras, la disminución de empleos, el incremento de la inseguridad y la
ausencia de aterrizaje de las reformas estructurales que sabíamos tendrían
efectos a largo plazo pero debían generar beneficios en el corto y el mediano
plazo también, lo cual no ha ocurrido.
Los
efectos de este panorama se habrán de sentir, desde luego, en futuros procesos
electorales.