En las redes, los partidarios de López Obrador defendían, cada vez con menor entusiasmo, el ejercicio de democracia participativa. Tenían un punto en favor y muchos en contra
Si las redes sociales fueran un termómetro –lo son, aunque sólo de las huestes duras en favor o en contra del gobierno que está por iniciar– se podría decir que un aeropuerto jala más que otras grandes obras de infraestructura (Tren Maya, refinería) y un paquete de programas sociales que muy pocos podrían objetar.
Si un recorrido por mesas de votación en Ciudad de México fuese representativo, se diría que la mayor parte de los participantes en la consulta de proyectos prioritarios son mayores de 40 años y tienen un solo motor para participar: Necesitamos alentar al próximo presidente, como dijo ayer Silvia González, comerciante, luego de depositar la papeleta en la urna del Metro Etiopía.
El futuro presidente promovió el ejercicio en su visita de las siete casas mediáticas durante los días previos. Achicadas las consultas, las piezas periodísticas resultantes destacaron otros temas, como los anticipados perdones a los corruptos.
En las redes, los partidarios de López Obrador defendían, cada vez con menor entusiasmo, el ejercicio de democracia participativa. Tenían un punto en favor y muchos en contra. El punto en favor es que la partidocracia aprobó fórmulas de participación ciudadana que están en la Constitución sin ninguna posibilidad de hacerse realidad (de ahí que el furuto presidente ofreciera, tras su voto matutino, una reforma constitucional que abriría la puerta a consultas con todas las de la ley).
Las críticas a las consultas de Andrés no sólo proceden de sus adversarios. En las propias filas de sus simpatizantes hay quienes consideran que se trata de ejercicios que demeritan la democracia participativa que el presidente electo ha prometido impulsar (en la misma línea están las críticas a los foros de pacificación, que fueron mal organizados, para decir lo menos, y por personajes trabajaron en el gobierno de Enrique Peña Nieto, y con mucha convicción).
¿Se consulta sobre la viabilidad del Tren Maya o los daños ambientales de una refinería?
No necesariamente.
Janny Barrera, seguidora de López Obrador, resume mejor la esencia de la nueva consulta, en Twitter: “¿Acudirás a las urnas… como muestra de tu compromiso para que la cuarta transformación sea un éxito en sus inicios?”
Del otro lado, en esa guerra en las redes, están los adversarios de López Obrador que abren el ojo por las mañanas sólo para ver si la cotización del dólar confirma el advenimiento del apocalipsis, que ellos mismos han invocado.
Entremos a los matices.
Uno se puede encontrar, por casualidad, al doctor Enrique Calderón Alzati, en una mesa de votación en el sur de la ciudad. Hay que participar, dice el hombre que es responsable de la parte técnica de la consulta, y que posa para la foto después de decir que votó contra el Tren Maya, por muchas consideraciones incluyendo las ambientales y que tuvo sus dudas en el asunto de la refinería en Dos Bocas, porque para él era mejor alternativa reforzar las refinerías existentes. Resume su voto en favor de varias propuestas: Él no es perfecto.
El control de daños apunta al futuro: al votar por la mañana, López Obrador anuncia consultas, ya con todas las de la ley, sobre temas tan espinosos como importantes: Guardia Nacional, posibles juicios a ex presidentes y Consejo Asesor Empresarial. Serán en marzo, dijo, y el INE de Lorenzo Córdova salió a poner sus límites.
La consulta de los proyectos prioritarios carece de importancia si se mira a la luz de los hechos por venir.
El flamante funcionario de una alcaldía de Ciudad de México lo cuenta mejor que el reportero: El viernes nos llamaron a una reunión, el punto de la consulta duró un minuto, porque lo importante era movilizar para la toma de posesión del presidente.
¿Se trata de mantener una base movilizada? Los sectores duros del obradorismo están ahí desde 2006 y no se moverán.
El vocero del gobierno entrante, Jesús Ramírez Cuevas, dijo un día antes que la consulta de los 10 puntos no sustituye las que se realizarán con pueblos indígenas y comunidades sobre el Tren Maya y el proyecto en el Istmo. Lo reafirmó el presidente electo.
Una consulta que anula a la otra, en resumen. Y, en el camino, una franja de votantes que se aleja en el mar del desconcierto y la falta de explicaciones básicas.