Rúbrica
Clamores de justicia desde debajo de la tierra
Por Aurelio Contreras Moreno
El “hallazgo” de “nuevas” fosas clandestinas con restos
humanos en su interior es una prueba más del interminable horror que se
arrastra en Veracruz desde hace años y que los sucesivos gobiernos ocultaron,
promovieron o soslayaron. Pero que jamás ignoraron.
Las 32 fosas con por los menos 166 cráneos que la semana
pasada la Fiscalía General del Estado de Veracruz reportó haber encontrado en
un paraje de la zona central de la entidad –que después se ubicó cerca del
municipio de Alvarado- representan la confirmación de la gravísima
descomposición a la que se llegó en estas tierras, con la complacencia y/o
complicidad de las autoridades de todos los niveles de gobierno, que desde hace
años conocían esta situación, pero que nunca quisieron hacer nada.
Junto con el crimen organizado, la responsabilidad de los
gobiernos de Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa en esta verdadera
carnicería es irrebatible. Fue durante sus sexenios cuando la violencia se
apoderó de la vida cotidiana en todo el territorio veracruzano. El primero le
decía a quienes pedían auxilio del Estado que pagaran lo que les pedían los
criminales. El segundo se reía en la cara de las madres que le suplicaban ayuda
para encontrar a sus hijos. Merecerían un castigo ejemplar, que está lejos de
hacerse realidad.
Sin embargo, no son los únicos que tendrían que ser
llamados a cuentas. Las dos últimas administraciones federales, las del panista
Felipe Calderón Hinojosa y el priista Enrique Peña Nieto, tampoco hicieron nada
por detener la barbarie que sucedía ante los ojos de todos en el estado de
Veracruz. Por lo menos por omisión, son tan culpables como Herrera y Duarte por
el abandono de una sociedad que quedó indefensa ante los criminales.
Pero el gobierno que en Veracruz sucedió a los priistas
tampoco se escapa de la responsabilidad ni está libre de culpa. La frivolidad
fue la nota constante del tratamiento que la administración de Miguel Ángel
Yunes Linares dio a un tema que quién sabe por qué causa no es un escándalo
mundial. Su única intención fue siempre manipular el dolor de los familiares de
personas desaparecidas para usarlo en su propio provecho, con miras políticas,
con una total ausencia de sensibilidad y un desprecio por las víctimas tan
grande y soez como el que les profesaba Javier Duarte, mismo que apenas si
podían disimular.
El anuncio de este supuestamente “nuevo” hallazgo se
inscribe dentro de los mismos patrones de conducta. Durante los últimos años,
los colectivos de búsqueda de desaparecidos no han parado de señalar indicios
sobre la ubicación de cementerios clandestinos, que han ubicado gracias a sus
propias investigaciones, hechas con sus recursos y sin la ayuda de un gobierno
que, por el contrario, hostigó estos dos años a los organismos que no se
dejaban cooptar y se negaron a convertirse en “paleros” del yunismo.
Por ello es que tras el anuncio mediático de las nuevas
fosas, los colectivos rechazaron las fanfarrias que se mandó tocar el fiscal
Jorge Winckler Ortiz, al que acusaron de actuar, otra vez, sin tomar en cuenta
a las familias de personas desaparecidas, violando los protocolos de
notificación y de nueva cuenta pretendiendo politizar lo que representa una
verdadera emergencia humanitaria, al afirmar que las fosas datan de hace más de
dos años, sin aclarar cuál fue el proceso para determinar cuánto tiempo
llevaban los restos sepultados en ese lugar, lo que hace sospechar que las
fosas fueron ubicadas mucho antes de que se les diera a conocer a los medios de
comunicación y a la sociedad.
La desaparición forzada de personas y la inhumación
masiva de cadáveres son sin lugar a dudas los fenómenos de violencia más graves
que han azotado a Veracruz en las últimas décadas. Un terror que no parece
tener fin. Porque aún hay muchísimos clamores de justicia que resuenan desde
debajo de la tierra.
Twitter:
@yeyocontreras
noticias de veracruz la nigua