sábado, 5 de enero de 2013

IXHUATLÁN DEL CAFÉ, VIVIENDO EN LA TRAGEDIA




LES ROBARON LA NAVIDAD PARA SIEMPRE

MILITARES COMETIERON UN ERROR AL CONFUNDIR A 4 ORIGINARIOS DE ESTE LUGAR CON SICARIOS, LOS ACRIBILLARON, LES SEMBRARON ARMAS Y LOS REMATARON


POR EL EQUIPO DE LANIGUA.COM

IXHUATLÁN DEL CAFÉ, VER.- Cuatro familias de este lugar, pasaron el Fin de Año más triste de sus vidas. El pasado 28 de diciembre, por algún extraño error, 3 hombres que habían acudido a la ciudad de Córdoba, por refacciones automotrices, a bordo de un taxi de Ixhuatlán, alquilado por azares del destino, como pudiera haber sido cualquier otro taxi, fueron  muertos, junto con el taxista, por ráfagas de la Secretaría de la Defensa Nacional –Sedena-, a la altura de la avenida 5, calles 6 y 8, frente a la Funeraria Vélez, del centro de Córdoba, por haberse pasado el alto marcado con “fantasmas” de la Delegación de Tránsito, ubicados desde la calle 2, de la misma avenida.

El operativo vial se había puesto, debido a que en dicha funeraria se realizaba la necropsia a Ángel Enrique Uscanga, “El Pokemon”, muerto, junto con otros 4 presuntos sicarios, en un enfrentamiento con fuerzas castrenses, ocurrido un día antes, el 27 de diciembre, en el sur de la ciudad, en la zona de “20 de Noviembre” y “La Luz Francisco I. Madero”.

Alrededor de las 20:00 horas, el taxi manejado por José Raúl Hernández Ortega (“El Pinky”), de 28 años de edad,  llevando como pasajeros al mecánico Jesús Juárez Hernández, de 37 años de edad, su cuñado, Ángel Piña Teodoro, de 32 años de edad y el primo de ambos, Luis Vargas Piña, de 30 años de edad, regresaba a Ixhuatlán del Café, luego de haber realizado  compras y celebrar el regreso de Ángel Piña, que había ido a Estados Unidos en las Jornadas laborales agrícolas, a las que acudía tres veces por año.


En el estado etílico en que se encontraban, ni cuenta se dieron que el centro de la ciudad estaba prácticamente sitiada por fuerzas de Veracruz Seguro, cuando al pasar por la calle 4, avenida 5, esquina del Centro de Idiomas, chocaron con una motocicleta, pero en vez de detenerse, el taxista imprimió velocidad, huyendo del lugar, para evitar responsabilidades.

Sobre la misma avenida 5, dos cuadras más adelante, se encontraban elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional –Sedena-, custodiando la funeraria Funerales Vélez, donde la parte baja se ocupa como Servicio médico Forensa y realizan allí las autopsias.
Al no obedecer la orden de detenerse, el taxi recibió dos ráfagas de metralleta, del calibre alto, que usan los nerviosos elementos de las Fuerzas Armadas. No fue en las llantas, ni al motor, fue directamente a los ocupantes.

DATOS POLÉMICOS
Un elemento de la Delegación de Tránsito, apostado en la esquina de la calle 4, con avenida 3, que había bajado a auxiliar al motociclista caído, pidió apoyo por radio, para detener al taxi que había sido causante del accidente.

Pero unos minutos después de esperar el apoyo, llegaron elementos vestidos de azul, del grupo de Veracruz Seguro, que corrieron desde Funerales Vélez hacia él, para ordenarle que se retirara del lugar. El elemento intentaba entender la orden, cuando llegó su superior, Adán Solís, “Clave Pantera”, Jefe de Servicios, para decirle que se fuera que ya habían recibido la orden de ello. El motociclista en cuanto había visto a los elementos de la SSP correr hacia él mejor se retiró, dejando al elemento de Tránsito allí.

Los elementos de la SSP le dijeron a Adán Solís como al elemento en mención, “ya váyanse a la verga, ese taxi ya valió madres, no pasó de allí”, señalando a dos cuadras, el lugar del incidente con los militares.
 Fuentes dignas de crédito, manifestaron por diversos medios, que “primero fue una ráfaga de tiros, pero posteriormente, cuando se detuvo la balacera primera, se alcanzó a escuchar que alguien gritaba, esperen, esperen, esperen, vienen limpios, no traen nada”.

Otra voz de mando se escuchó nuevamente decir “pos ni modo, hay que terminar las cosas bien” y se escuchó inmediatamente otra balacera más larga que la anterior.
Acribillados quedaron los hombres de Ixhuatlán del Café, por un incidente de tránsito.
El inmediato comunicado de la Sedena, fue que le hallaron diferentes armas y droga a los occisos, porque habían intentado robarse el cadáver de “El Pokemon”.
La enorme cantidad de notas policíacas de ese día, tanto en Córdoba, como en Coatzacoalcos como en Tres Valles, permitió entrar el boletín oficial en todos los medios, sin ninguna desconfianza.  Pero las versiones de la gente, los deudos, los pobladores de Ixhuatlán, no coinciden y comienzan a poner en mal papel a las Fuerzas Armadas, desgastadas anímicamente por la interminable guerra comenzada en el sexenio anterior, estresadas por la constante alerta de su enorme trabajo, al grado que trasciende que conforme avanzan en los operativos,  van dejando reparto de dinero por los constantes errores que cometen al entrar en casas equivocadas y allanar y destruir en su búsqueda de armamento ilegal y drogas.


ÁNGEL PIÑA TEODORO, HABÍA REGRESADO DE TRABAJAR EN EU


Había regresado hacía un mes, de Estados Unidos, donde trabajó como jornalero, a donde acudía tres veces por año, en la campaña de Trabajos Temporales. Se hacía cargo del sustento de su hermana, madre soltera, Adriana y los hijos de esta, además de su padre de 78 años de edad. Llegaba a su pueblo a trabajar de plomero y albañil, vivía en la colonia 28 de noviembre.
Su hermana Adriana afirma que viven dentro del dolor y la impotencia, además del temor de que al hablar sobre esto, les lleguen a allanar su casa de dos piezas, donde vive con su padre y sus hijos.

Al respecto, un vecino,  Mauro Contreras Blanco, manifestó que “vivimos hoy en estado de miedo, acá sabemos de gente que se ha ido porque les cobran cuotas de piso, sabemos quiénes son los pobladores, viene la Marina y no pasa nada, no vemos que actúen, solo hace sus rondines. El Ejército no puede equivocarse, tiene adiestramiento, ¿cómo se le ocurre disparar a un taxi con el logotipo de Ixhuatlán?, ¿cómo sacas el cadáver de una persona en taxi?. Hacemos un llamado al señor Gobernador que apoye a las familias, porque han quedado muy solos”.



LUIS VARGAS PIÑA, 30 AÑOS DE EDAD, PRIMO DE ÁNGEL Y ASISTENTE DE MECÁNICO DE JESÚS JUÁREZ


Era el más joven de la familia, 30 años de edad, su madre apenas balbucea que “mi hijo era una persona buena, no se metía con nadie, todos lo conocían que era muy trabajador, no se metía en peleas ni nada, trabajaba para sus hijos y su esposa…”

La nuera de la señora, la viuda, le pide que se siente, explica que no está bien la mamá luego del shock sufrido con la noticia de su hijo menor muerto. Han llegado familiares del Estado de México a acompañarles. La escena es en el centro del pueblo, en la parte trasera de una casa de concreto, pero adentro todo es de madera, la pobreza es evidente.

Deja en la orfandad a dos hijos, una niña de 13 años y un niño de 11
La esposa –que pide omitir su nombre y evitar las fotografías-, pide que les ayuden con los niños, pero refiere que con tanto papeleo de ir y venir y declaraciones a la autoridad judicial, no se han podido organizar para exigir justicia. Solamente le san ofrecido Becas de Oportunidades, gestionadas por el alcalde Carlos Narciso Macizo, ante el Gobierno del Estado, que igualmente les apoyará a pedir que se difunda que las personas fallecidas eran gente de trabajo. “Cuando salgan las listas de las becas, nos pondrán al principio, para que nos tomen en cuenta”, dice.

Tienen temor de que un día sus hijos sean señalados como hijos de sicarios ejecutados, porque eso será para toda la vida y por eso piden que se lave la imagen dañada.
“Tenemos miedo de cómo pasaron las cosas, que vayan a venir los señores de la Marina y que entren, por eso pedimos que no tomen fotos de nosotras, podrían venir a revisar las casas eso no lo podemos evitar, pero sí quisiéramos acompañar a las personas, que no nos vayan a poner cosas como armas o drogas y nos vaya a pasar algo a nosotros”.

Narra que “Yo me fui a cortar café y me despedí de él, que iba a componer una camioneta y tenía que ir a Córdoba a comprar las refacciones, porque urgía reparar la camioneta que le dio  a componer un tío, porque era para acarrear el café. Agarraba de vez en cuando trabajos por su cuenta y al mismo tiempo ayudaba en el taller de Jesús”.
Cuenta que vivir las festividades de fin de año, fue doloroso para la familia, “imagínese, todos andaban contentos con sus cuetes, los Santiagos (danzantes de fin de año) mi esposo compraba cada año una bolsita de cohetes y los tiraba siempre con sus hijos y pasar así el día primero de enero y acordarse de eso, es muy doloroso. Nos destrozaron las navidades en el futuro, para toda la vida, porque siempre nos vamos a estar acordando en estos días ”
“queremos que limpien sus nombres, porque los niños entrarán a la escuela y ahí comenzarán a sufrir, nosotros no vemos las noticias, la gente nomás nos dice. Queremos que digan que fue un error, que los niños oigan que a su papá´ lo mataron, pero porque se equivocaron, ellos saben quién era su padre, pero con tantas cosas, será algo horrible que un día vayan a pedir trabajo y que le señalen que su padre era algo que no era”.



JOSÉ RAUL HERNÁNDEZ ORTEGA –EL TAXISTA-


En la comunidad El Crucero, a 20 minutos de carretera, al oriente de Ixhuatlán, están tres casitas de madera, muy dañadas por el tiempo y la pobreza que se respira entre cafetales. Piso de cemento, cuarteado, las veladoras iluminan dos huacales cubiertos con una sábana blanca, que forman una mesita con flores y cirios.

Es la casa de quien respondiera al nombre de José Raúl Hernández Ortega, de oficio taxista. Llevaba como ruletero cerca de 9 años, tenía 28 años de edad y deja una niña de 8 años en la orfandad.

Su madre, Francisca Ortega Peña, dice que él no estudió, “porque no tenemos dinero, somos muy pobres, mejor se puso a trabajar desde chiquito, pero no era mala persona, lo eduqué siempre con respeto, pobres pero  gente de bien.  Me fui al campo ese día y no me despedí de él. No sabemos quién nos va ayudar con esto, tenemos miedo porque una cosa chiquita la hacen grande, tenemos que salir a trabajar y la familia se queda en la casa, no sabemos que les va a pasar. Era mi único hijo, pero pues se perdió ya. No sé por qué dicen eso de mi muchacho, si mi hijo hubiera sido gente mala, que estuviera en otros negocios, tendríamos otra casa, no viviríamos en esta casita, no sabemos qué hacer nadie nos hecha la mano”. Familiares le ayudan en ese momento a componer los floreros y candelabros, limpiar el piso. Le dan apoyo moral.

Los humildes pies de esta gente de campo, lucen sandalias de hule. No usan zapatos tenis de moda, no se les ve indicio de que tengan que ver con la delincuencia organizada.
El tío, dice que “él no conocía ni las armas, es indignante que a mi sobrino lo culpen de esa manera, lo voy a decir, sé que el Ejército siempre se lava las manos cuando ve que ya la regó, siembran cosas, pero si algo nos llega a pasar, luego de decir la verdad, los responsables son ellos (sic), porque nomás tiran al rumbo y debían esperar, miren esta casita, la gente que se dedica a algo malo no vive en esta pocilguita, viven bien, porque saben que van a vivir poco, somos campesinos, nos molesta que haya pasado esto, la gente sabe que somos gente trabajadora. No tenemos dinero ni para los “9 Días” (el novenario)”.

“La dueña del taxi, Clara Velázquez, solamente dice que anda viendo lo del Seguro del Taxi, pero hasta cuando le den ese pago entonces nos va a ver.
Imagínese el año nuevo en vez de pasarlo con lo poquito que podíamos, ahora la pasamos velando a nuestro familiar, no sabemos si demandar  o no, pero no sabríamos decirle porque todavía no asimilamos que él esté fallecido”.




JESÚS JUÁREZ HERNÁNDEZ, MECÁNICO Y VENDEDOR DE REFACCIONES

Jesús tenía 37 años de edad, era propietario de un pequeño taller y una reducida refaccionaria con poca mercancía, al grado que cuando necesitaba refacciones, iba hasta a Córdoba por ellas.
Dejó en la orfandad a cuatro hijos, tres mujeres estudiando, una en preparatoria, otra en la secundaria y otra en primaria, además de un bebé de dos años.

La viuda, Eva Piña Teodoro, es hermana del otro fallecido, Ángel y prima de Luis Vargas Piña. Por lo que perdió en una sola noche, al esposo, al hermano y al primo.
Invita al reportero y su equipo a pasar a la sala, donde lucen más de una docena de diplomas de sus hijas, por altas calificaciones en rendimiento escolar.

Narra que su esposo había salido a Córdoba, por refacciones, llevándose al chalán, Luis y al cuñado, Ángel, por lo que tomaron el primer taxi que pasó por el lugar, ubicado a la entrada de Ixhuatlán.
Mientras pone en orden sus ideas, los rezos continúan allí junto, porque parte de la refaccionaria se convirtió en velatorio, la otra parte es el taller y al fondo, la casa.

Hasta esta casita, llegan los rezos y el cántico de “más allá del sol, más allá del sol, yo tengo un lugar, lugar un lugar, más allá del sol…
Cuenta la viuda que se acostó temprano, porque tenía cita médica en Córdoba el día 29 de diciembre, por la mañana. “Creo que soñé que él había entrado a la casa las dos de la mañana. Al otro día me desperté y salí con el bebé con destino de Córdoba, cuando me llamó un ayudante para decirme que si sabía dónde estaba mi esposo, le dije que lo había escuchado entrar y pensé que estaría abriendo temprano el local. No me dijo más, pero luego me llamó mi suegra, para decirme que andaba un señor gritando con un periódico que habían matado a mi esposo, a mi hermano y a mi sobrino, la verdad pedí permiso de entrar a consulta de urgencia, porque me comencé a sentir muy mal. No sabíamos a quién recurrir, la verdad, fuimos a la Procuraduría, donde nos pidieron documentos, tuvimos que venir por ellos acá, luego hasta las dos de la mañana nos dejaron libres de las declaraciones, luego tuvimos que ir por los cuerpos hasta Xalapa.


Lo único que quiero es que por favor el presidente nos apoye a ir con el Gobernador, si se logra una beca o una indemnización, porque ya lo perdimos a él, pero ellas son niñas demasiado inteligentes, sobresalientes. Mis hijas ahora me dicen que quieren salirse de la escuela para trabajar, porque no lo tenemos a él.


JESÚS CUMPLIÓ AÑOS EL 24 DE DICIEMBRE
Él cumplía años el 24 de diciembre, pero lo adelantó el domingo 23, para poder seguir trabajando el día 24, que era lunes, porque quería comprar una pecera para las niñas, además quería hacerles una pajarera. Se la pasó trabajando en navidad, en el taller, luego el 26 y el 27 y el 28, fue por piezas y ya no regresó mi esposo.
Refiere que sí pensó que su esposo había tomado y se había quedado en la camioneta durmiendo, porque no le gustaba despertarla con el bebé, cuando lo hacía, por lo que pensó que por eso no lo vio temprano.  

TIENEN MIEDO
“el día que fuimos por los cuerpos a Xalapa, el señor que nos tomó la declaración  me dijo, “quiere usted conocer a su verdadero esposo o se quiere quedar con la imagen que de él tiene. Pero les dije que yo meto las manos al fuego por mi esposo y mi hermano y de mi primo. Luego me mostraron las fotos de mi esposo, balaceado, sus pertenencias y supuestamente, entre ellas,  su celular, que era demasiado viejito, hasta estrellado de la carátula, además de 70 pesos y demasiados cartuchos y granadas,  entonces le dije al encargado del Ministerio Público, que si no era gracioso que si tenía para esas armas, nomás llevara 70 pesos y un celular roto de la carátula, cuando se supone que la gente que se dedica algo malo no lleva 70 pesos, pero además iban con ropa de trabajo todos, además, ¿dónde van a meter un cuerpo, a dónde lo iban a meter, en la cajuela o arriba del taxi?’
Mire, yo solo tengo la primaria solamente se trabajar de sirvienta, el trabajaba en el taller y yo podía vender las refacciones, pero sin él, no podrá seguir la refaccionaria”.
En los cuatro casos, le gente se muestra sin malicia ni ambiciones, el Ayuntamiento les ayudó con condonarles el pago del espacio del panteón municipal, además de exentarlos del pago del Acta de Defunción.
No les han ofrecido disculpas ni indemnización, a ninguno de los deudos.

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