domingo, 12 de noviembre de 2023

Crisis de salud pública, la otra amenaza en Acapulco

Por Diego Badillo/ El Economista

Se prevé una rápida propagación de enfermedades como dengue, zika y Chicungunya, así como gastrointestinales, respiratorias y de la piel, además de efectos en la salud mental.

La zona siniestrada por el azote del huracán Otis en la costa de Guerrero, enfrenta un peligroso riesgo de entrar en una situación de crisis de salud pública.

La Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro) planteó que, después del azote del huracán Otis en la costa de Guerrero, se prevé una rápida propagación de enfermedades como dengue, zika y Chicungunya, así como gastrointestinales, respiratorias y de la piel, además de efectos en la salud mental.

Ante esa situación, enfatizó la necesidad de una respuesta apropiada con atención médica, abasto de agua potable, saneamiento e higiene, medidas de protección contra vectores (mosquitos transmisores de enfermedades) y roedores, vacunación contra tétanos y tener precaución en actividades de limpieza para evitar lesiones.

Por su parte la organización Médicos Sin Fronteras (MSF), informó que sus equipos desplazados en la zona identificaron “un alto riesgo potencial de brotes infecciosos, debido a las condiciones ambientales, inundaciones, deslizamientos de lodo, acumulación de escombros y de desechos en muchas zonas de Acapulco y municipios aledaños”.

La UAGro informó que, durante los primeros días posteriores al azote del huracán, de los pacientes atendidos por los servicios de salud, 25% presentó infección aguda respiratoria; 20% hipertensión arterial; 8% enfermedad diarreica aguda y 4% traumatismos.

Por su parte Jessica González Lucas, académica del área de Salud de la Universidad La Salle destacó que al desastre provocado por Otis se suma la amenaza que significa que aparezcan enfermedades y proliferen, lo cual pueden ocasionar una crisis sanitaria.

Concretamente se refirió a enfermedades infectocontagiosas, como dengue, hepatitis, tifoidea, salmonela o, incluso cólera.

La principal preocupación es el estancamiento de agua sucia, la acumulación de basura que es la condición propicia para que se reproduzca el mosquito transmisor del dengue; la falta de agua potable, así como de alimentos higiénicamente preparados.

El dengue ya se había disparado antes del azote de Otis

Los casos de dengue ya presentaban un notable incremento durante las últimas semanas, comparado con los registros del año pasado.

De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, hasta la semana 43 de este año, es decir hasta el 28 de octubre pasado, en Guerrero se habían detectado 1,855 casos acumulados de dengue. El año pasado, hasta la misma, semana se habían reportado 630, lo que quiere decir que hay una variación de 194.4 por ciento.

La tasa de incidencia total en el estado es de 50.28 por cada 100,000 habitantes y es la séptima más alta del país.

Si se observan a detalle las estadísticas, se aprecia que el año pasado, hasta la semana 43, se tenían registrados 260 casos de dengue no grave y en 2023 iban 73; los casos de dengue con signos de alarma, a esa semana de 2022, eran 333 y ahora son 1,191, mientras que los casos de dengue grave eran 37 y en 2023 van 91.

Al cierre de 2022 en Guerrero murieron cuatro personas por dengue y en lo que va de 2023 ya son siete.

Otras enfermedades ya acusaban indicadores al alza

Hasta la semana 43, que este año fue del 22 al 28 de octubre, se habían registrado 367,541, infecciones respiratorias agudas, cuando el año pasado a la misma semana iban 311,181.

En el caso de enfermedades infecciosas intestinales en lo que va del año se han registrado 92,327, cuando el año pasado a la misma semana iban 77,094. Entre la semana del 22 al 28 de octubre de este año se sumaron 1873.

Además, se habían acumulado 80,519 casos de enfermedades por infecciones intestinales por otros organismos y las mal definidas, cuando el año pasado eran 65,489.

En la semana 43 de este año se registraron 635 casos de faringitis y amigdalitis estreptocócicas con lo que el acumulado en lo que va de 2023 se incrementó a 24,890, cuando en 2022 iban 19,941 casos.

También se reporta la acumulación de 12,460 casos de otitis media aguda, cuando el año pasado iban 10,542. La semana del 22 al 28 de octubre se sumaron 295 casos.

Los registros indican una acumulación este año de 2,232 casos de otras infecciones intestinales debidas a protozoarios, cuando a la misma semana del año anterior eran 1,829.

En el caso de tuberculosis respiratoria, se reportan este año un acumulado de 931, cuando el año anterior iban 910.

En el caso de otras salmonelosis se registraban ya 794, cuando el año pasado se habían acumulado a esa semana 644.

Hasta la semana 48 de 2023, se habían acumulado en Guerrero 430 casos de fiebre tifoidea, cuando a la misma semana del año anterior eran 322. En el caso de la paratifoidea en lo que va de 2023 se acumulan ya 243 casos, cuando el año pasado iban 82.

Aunque en la semana 48, es decir, del 22 al 28 de octubre pasado no se levantó registro, en el caso de influenza ya se tienen acumulados 126 casos, cuando el año pasado a esa semana iban 63.

Puede generarse una situación de epidemia

Sofía del Carmen Sánchez Piña, investigadora de la Facultad de Enfermería de la UNAM, manifestó que si no se tienen condiciones de higiene para la elaboración de alimentos, ese tipo de enfermedades pueden generar una situación de epidemia.

También llamó la atención en casos de lesiones o heridas que pudieron haberse generado personas durante el azote de los fuertes vientos y la lluvia, quienes necesitan ser atendidos por personal médico especializado, con el fin de evitar situaciones graves.

La especialista dijo que, si bien la autoridad dio por terminado el periodo de emergencia en cuanto a protección civil, la emergencia por salud debe continuar.

“Ahora justamente es cuando conviene que pongamos nuestra alerta de atención a la salud”. “Hay que hacer una alerta porque va a haber muchas consultas sobre enfermedades infecciosas de carácter digestivo”, indicó.

Dijo que actualmente hay un riesgo muy grave en cuestiones de salud y pueden ser con enfermedades infecciosas.

En ese sentido, destacó que no se tiene conocimiento de que se haya implementado una agresiva estrategia de vacunación masiva a la población de las diferentes zonas siniestradas.

De acuerdo con la especialista, en esos lugares debe vacunarse a la población contra tétanos, hepatitis, entre otras enfermedades.

Destacó que, a dos semanas del desastre, no se han visto protocolos en materia de prevención sanitaria.

Al respecto Jessica González Lucas, llamó la atención en que se necesitan especialistas en salud para que se detectan enfermedades de manera oportuna, mediante diagnósticos adecuados y se comience de inmediato a brindar tratamiento indicado, desde el primer momento.

“Las brigadas de salud podrían ayudar a la prevención y a la detección temprana de las enfermedades y, por supuesto, a disminuir el impacto que podría tener en el resto de la población”, mencionó.

Por ello, recalcó que, en estos momentos, lo importante es que llegue la ayuda médica, con especialistas, equipos, pruebas de diagnóstico para que se ataque de inmediato las enfermedades que ya están proliferando.

Debió implementarse un plan de comunicación de riesgos

Por su parte, Carolina Gómez Vinales, consultora especialista en salud pública, subrayó que, desde que se aproximaba el ciclón a la costa guerrerense, debió implementarse un plan de comunicación de riesgos, lo cual no ocurrió.

Para la especialista, la comunicación de riesgos sólo funciona cuando existen canales basados en la confianza entre los que saben, los responsables y los afectados.

“El presidente (Andrés Manuel López Obrador) decía que sí veía que iba a ser “cañón” (el impacto del huracán) pero pues que no pensó en más que mandar un tuit, cuando en el gobierno federal debe haber protocolos de protección civil y protocolos de salud pública que evidentemente no se usaron ni se aplicaron”.

Dijo que debió implementarse también un canal de comunicación entre los expertos, las autoridades y, desde luego, las personas que iban a ser afectados, pero, simplemente nadie les avisó.

Expuso que los servicios médicos tampoco tuvieron información para abastecerse con los suficientes suministros de emergencias y sacar a los enfermos ambulatorios.

En materia de mitigación de los efectos del huracán, llamó la atención en que no se está recomendando el uso de cubrebocas, lo cual podría ser una medida para evitar la propagación de enfermedades, tanto gastrointestinales, como respiratorias.

Para la especialista, la tragedia ocurrida en esa región del país es una prueba más de la ausencia de coordinación y la improvisación de las autoridades de los tres niveles de gobierno.

Dijo que, si a eso le sumamos la falta de un plan inmediato para prevenir la catástrofe, tenemos ante nosotros una posible crisis social y económica.

No debe dejarse de lado la salud mental

Los especialistas llamaron a no dejar de lado la atención a la salud mental de la población en la zona siniestrada.

Jessica González Lucas indicó que esta situación puede generar eventos de estrés postraumático, eventos de ansiedad, incluso en el futuro desarrollar depresión Crónica.

Por ello, añadió, es muy importante que lleguen también a la zona devastada por Otis, psicólogos y psiquiatras, para apoyar a las personas que necesiten de su apoyo.

Incluso dijo que las personas que antes del azote del huracán Otis ya estaban en tratamiento por alguna enfermedad mental no descuidar su atención.

“Una enfermedad mental es tan importante como una enfermedad física: puede incapacitar a una persona o poner en riesgo su vida”, dijo.

Al respecto, Carolina Gómez Vinales destacó que la mayoría de las personas que viven un huracán como el que devastó Acapulco sufren de estrés postraumático, principalmente los niños y los mayores de edad.

Además, desde ahora es posible advertir que en el futuro muchas personas de la costa guerrerense van a estar deprimidas, no solo porque perdieron a seres queridos, sino su patrimonio y sus empleos y deben atenderse.

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