Escrito por Jenaro Villamil
Menos sangrienta y espectacular que la guerra de
los cárteles del narcotráfico, la disputa por las telecomunicaciones en México
se agudizó en los últimos seis años y en especial en el 2012. Como en el crimen
organizado, en este sector también se disputan territorios virtuales, bandas
del espectro radioeléctrico, carreteras de la información y, sobre todo,
contenidos. No hay muertos ni descabezados, pero sí intereses infinitos que
“capturan” al Estado.
La importancia de lo que suceda en este sector es
clara. El futuro de las comunicaciones, la información, el entretenimiento, la
educación y hasta de los movimientos sociales y políticos ya no se definirá
sólo a través de la pantalla televisiva, de la radio o la prensa, sino de la
convergencia de éstos medios con la pantalla de un ordenador y de los
dispositivos móviles.
De ahí la importancia central de lo que suceda en materia
de telecomunicaciones en el próximo sexenio.
Hasta ahora, hemos
vivido una década de desarrollo y crecimiento de las telecomunicaciones
sin una
política pública que privilegia el desarrollo social, por encima de los
intereses corporativos. Más bien la política de telecomunicaciones ha quedado
atrapada en manos de los dos grandes consorcios privados que dominan el
panorama (Televisa y Telmex), con sus respectivos aliados comerciales, sin que
el Estado defina reglas del juego parejas para todos los competidores y menos
para los usuarios.
En muchos sentidos, se trata de la “joya de la
corona” de la economía en los próximos años. El crecimiento del sector de
telecomunicaciones ha sido sostenido en los últimos doce años. En 2000,
registró un crecimiento de 24.4 por ciento, en contraste con el 6 por ciento
del PIB; en 2006 creció a 15.8 por ciento, mientras la economía
incrementó 5.2 por ciento.
Paradójicamente, los dos peores años para la
economía nacional (2008 y 2009), el sector de las telecomunicaciones creció
22.5 y 12.2 por ciento, respectivamente, mientras el PIB sólo aumentó 1.2 y decreció
6.2 por ciento.
El principal factor de crecimiento no ha sido la
inversión pública sino la privada. De 2007 a 2012, la inversión privada en
servicios de telecomunicaciones registró una cifra de 24 mil 739 millones de
dólares. La mayor inversión fue en telefonía móvil que desplazó claramente a
los otros sectores (telefonía fija local y de larga distancia, televisión
restringida, servicios satelitales e internet).
En 2010 se dio el mayor monto de inversión en
telefonía móvil, al sumar 2, 835.5 millones de dólares, mientras que en 2011 y
2012, las inversiones privadas se cayeron: 1,800 y 1,459 millones de dólares.
En contraste, la telefonía fija se estancó en un promedio de 1,300 millones de
dólares anuales promedio. El segundo sector de mayor inversión fue la
televisión restringida, que en 2010 registró inversiones por 1,091 millones de
dólares y disminuyó en 2011 y 2012, a 870.6 y 850 millones de dólares. (Fuente:
Cofetel, Informe de Resultados 2006-2012).
Es interesante observar cómo la disminución de inversiones
privadas (2011 y 2012) coincidió con el periodo de mayor disputa entre Telmex y
Televisa, los dos grandes gigantes de la telefonía y la televisión comercial en
México por el mercado del triple play (audio, video e internet), ahora
conocido también como cuádruple play, (al agregarle el factor de la
movilidad de la telefonía celular).
También se frenaron fuertes inversiones como las
programadas por grupos como MVS en el proyecto Banda Ancha para Todos, que
hubiera explotado la banda 2.5 Ghz para ampliar la conectividad y el acceso de
millones de usuarios a un costo más bajo a este sistema. Grupo MVS calculó que
se paralizaron inversiones por más de 1 mil millones de dólares.
En medios electrónicos y en medios impresos, la
tendencia no se modificó sustancialmente. Los dos grandes grupos televisivos
(Televisa y TV Azteca) que acaparan el 70 por ciento del mercado publicitario,
95 por ciento de las frecuencias y 90 por ciento de la audiencia no tuvieron
ningún rival de peso en los últimos seis años.
El gobierno de Felipe Calderón terminó como
inició: prometiendo una tercera cadena de televisión abierta (primer en sistema
analógico, en el 2006, y en 2012 en sistema digital) sin cumplir con ninguno de
los dos casos.
Ni competencia en televisión analógica ni en
televisión digital. A cambio, su administración respetó el “regalo” del final
del gobierno de Vicente Fox que prolongó hasta 2021 las 393 concesiones de
Televisa (224 propias y el resto asociadas), así como las 169 de TV Azteca.
Además, el gobierno de Calderón autorizó la
sociedad de ambas compañías en Grupo Iusacell, la cuarta empresa de telefonía
móvil más importante en el país, muy lejos de Telcel, Telefónica o Nextel, pero
la única capaz de ofrecer los servicios de cuádruple play desde el 2013.