Lo insólito es siempre una certidumbre en México. Para bien y para mal. En esta ocasión, las tortillas piratas son la penúltima evidencia de esa capacidad para la trampa que, tristemente, forma parte del país que conocemos. En estados como Durango, Coahuila y Sinaloa se ha detectado su venta. Arturo Solano, presidente de Grupos Unidos de Industriales de la Masa y la Tortilla del Estado de Jalisco, certificó las denuncias que encontraron eco en redes sociales: en efecto, hay presencia de tortillas piratas en esa traída de Estados.
El aumento de los insumos para elaborar tan elemental alimento ha tenido como consecuencia que se utilicen materiales más baratos para realizar los discos: las tortillas piratas no están compuestas de harina de maíz sino de olote (el esqueleto del elote una vez que ha perdido sus granos de maíz). Tampoco se puede garantizar que su proceso se efectúe con agua potable. A diferencia de las tortillerías donde se venden las ''originales' (disponen de un permiso para producir y vender el producto), las piratas se entregan a restaurantes y otros puestos de comida. La recomendación es sólo comprar en lugares establecidos y cuya higiene sea visible. Además hay que sospechar de aquellos lugares donde el precio sea muy bajo.
“El proceso no es el adecuado, estas tortillas pirata que yo menciono de los informales. Ellos abaratan el costo a base de la calidad del producto porque compran maíz directamente de campo. El maíz de campo trae impurezas, pedazos de olote, propios de la misma planta”,dijo Antonio de la Torre, presidente de la Asociación de la Masa y la Tortilla, a Milenio.
Nadie puede negar que el aumento en el precio de este alimento duele y bastante. Aunque López Obrador diga que acordó con los productores de harina de maíz que mantengan precios estables, la realidad es que en los comercios no hay lógica que se imponga: se han llegado a ver quejas por los 30 pesos que se deben pagar pagar para acceder a un kilo —en general los precios no bajan de 20 pesos, por decir lo más generoso—. En teoría, la tortilla de maíz se encuentra entre los 24 productos indispensables cuyo precio no debería ser modificado de acuerdo con los tratos que el gobierno ha hecho con los productores del insumo (si ellos venden más caro el insumo a las tortillerías, el precio final aumentará para lamento de la gente).
Y es que esa es la constante en los últimos años con la tortilla. A pesar de que no exista mesa mexicana en la que puedan faltar, su compra cada vez se acerca más al dilema de lo indispensable y lo lujoso. Y vaya problema. La tortilla es la tradición culinaria más arraigada que tenemos, porque no solamente sirven para acompañar una carne asada o una pechuga empanizada; también sirven para esos días en los que falta el dinero y no hay más remedio que hacerse un taco de sal para aguantar. Quizá siempre la hemos visto como un componente rutinario en nuestra cocina, pero en la última época hemos sido testigos de cómo adquiere el carácter de lujo.
Lo mismo que pasó con el limón a principios de año, y es lo que comúnmente sucede con el huevo y el aguacate, otros alimentos que hace unos años eran elementales y, ahora, hay que pensarlo dos veces al echarlos a la cesta. La herida que provoca ver precios tan desorbitados en comida que creíamos accesibles duele mucho más que notar la inflación en otros bienes y servicios: hay productos en los que resulta "normal" ver algún precio desproporcionado.
Ahora, además de enfrentar ese desasosiego por el precio (y que si nadie hace nada efectivo seguirá subiendo), hay que estar alerta de no consumir alguna tortilla falsa. Películas, tenis, música, ropa. Nos hemos acostumbrado tanto a la piratería que olvidamos que también puede servir para casos como este, en el que directamente es nuestra salud la que corre riesgo. A este paso, llegaremos al punto de eliminar para siempre la tortilla de nuestra dieta. Qué tragedia.
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