El 14 de agosto se cumple el primer aniversario del último terremo que asoló Hiatí. El sismo de 7,2 grados de magnitud dejó más de 2200 muertos y unos 800.000 siniestrados, miles de ellos desplazados internos. La vida para algunas personas comienza a volver a la normalidad y muchos quieren retornar a sus casas.
Noticias ONUUna mujer que se vio obligada a huir de su casa cuando un terremoto de 7,2 grados sacudió Haití el 14 de agosto de 2021, ha dicho que está lista para volver a su hogar. La casa de Plaisimond Milaure fue una de las decenas de miles que quedaron destruidas o inhabitables en tres departamentos del sur de Haití. Ella lleva un año viviendo en una tienda de campaña a las afueras de la ciudad de Les Cayes y ha recibido ayuda de diferentes organismos de las Naciones Unidas.
Entrevistada por Noticias ONU, nos cuenta las dificultades por las que ha atravesado durante este año, pero también cómo con ayuda de la ONU de la solidaridad de su propia comunidad, ahora se siente lo suficientemente fuerte para emprender el camino de regreso a casa.
"Cuando se produjo el terremoto, no tenía ni idea de lo que estaba pasando, yo nunca había experimentado algo tan fuerte y dramático. Pensé que era un acto de Dios y estaba aterrorizada. Toda mi casa temblaba, así que salí corriendo con mi hija para ver qué pasaba y entonces me di cuenta de que era un temblor de tierra. Entonces, parte de mi casa se derrumbó y aparecieron grandes grietas en las paredes de bloques de hormigón”.
Comunidad unida
Tuvimos suerte, porque nadie de mi familia resultó herido, pero conozco a muchos vecinos que fallecieron. La comunidad, que es rural y está formada por agricultores y personas que compran y venden productos, se unió y nos ayudamos mutuamente. Salvamos a muchos niños sacándolos de entre los escombros.
Creo que el terremoto nos hizo más fuertes como comunidad y eso nos ha ayudado cuando nos trasladamos a este campamento temporal en Devirel, en las afueras de la ciudad de Les Cayes, sólo cinco días después de haber huido de nuestro hogar.
La vida aquí es muy dura, vivimos dos o tres personas juntas en pequeños refugios hechos con láminas de plástico. Hace calor porque no hay árboles y cuando llueve hay mucho barro. No hay mucho que comer, pero seguimos cuidando unos de otros y compartiendo la poca comida que tenemos.
Cuando llegamos aquí, recibimos mucha ayuda de las Naciones Unidas*. Recibimos un kit de higiene y pudimos utilizar un baño que nos han construido. Recibí algunos pagos en efectivo para poder seguir enviando a mi hija a la escuela y en un momento dado recibió comidas escolares gratuitas. Mi tía también recibió ayuda económica porque es discapacitada y especialmente vulnerable. Estoy muy agradecida por este apoyo.
Faltan medios económicos
A veces, puedo ganar dinero ayudando a cosechar los cultivos de un vecino, pero es difícil encontrar trabajo, así que tengo que vivir con muy poco. Es difícil cambiar de vida si no se tienen los medios económicos para hacerlo. Me gustaría volver a mi casa con mi hija, pero tengo demasiado miedo de hacerlo antes de lograr repararla. Así que intentaré ahorrar algo de dinero para hacer las reparaciones.
Un año después del terremoto, sigo siendo optimista respecto al futuro, y sé que puedo confiar en mí misma y en mi comunidad para tener una vida mejor."
*Una serie de agencias de la ONU proporcionaron apoyo a Plaisimond Milaure y a sus vecinos, incluyendo transferencias de efectivo para personas vulnerables y discapacitadas, así como para apoyar la escolarización de los niños (Organización Internacional para las Migraciones, OIM) kits de higiene (OIM y UNFPA) instalaciones sanitarias (UNICEF) y comidas escolares, Programa Mundial de Alimentos, (WFP). La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) coordinó la respuesta de la ONU tras el terremoto.