El tiempo en el que las prendas de vestir
llegan del gigante asiático a estos mercados y los cada vez más rápidos
procesos de fabricación podrían provocar el cambio.
EL FINANCIERO/BLOOMBERG OPINION POR LEONID
BERSHIDSKY
Ante los salarios más altos en China, las líneas de ropa han empezado a mirar a Bangladesh como una opción para ahorrar costosFuente: Bloomberg |
Estados
Unidos y Europa se han acostumbrado a comprar ropa hechas en países asiáticos,
pero los ejecutivos de la industria de la confección cada vez están más seguro
de que esta tendencia está cambiando. A mediados de la próxima década, más ropa
para esos mercados podría estarse confeccionando cerca de sus hogares.
China y
Bangladesh son los dos mayores fabricantes de prendas para Europa, mientras que
para Estados Unidos, son los chinos y los vietnamitas los que se encargan de la
mayoría de las importaciones.
Sin embargo,
casi una cuarta parte de los ejecutivos de indumentaria que participaron en un
estudio realizado por la firma McKinsey y la Universidad alemana RWTH Aachen
consideran que en 2025, más de la mitad de la ropa que se vende en EU y Europa
se fabrique en países fronterizos.
Esto podría
representar que Asia vea como la producción de prendas de vestir empiece a irse
del continente.
En los
últimos años, fabricantes de ropa de diseñador movieron parte de su producción
a sus hogares para resaltar su herencia y aumentar el control sobre las cadenas
de suministro.
Está el
caso de Burberry y otras marcas de moda británicas, que trajeron de vuelta a la
isla parte de su producción, al tiempo que el 'Made in England' (Hecho en
Inglaterra) se volvió atractivo para los compradores de lujo después de un auge
en las importaciones en la década de los noventa y principios del nuevo
milenio.
Por otra
parte, Hugo Boss, marca de moda alemana, empezó a vender la colección 'Hecha en
Alemania', producida completamente (a excepción de algunas telas) en Metzingen,
la sede corporativa de la empresa.
Sin
embargo, la 'reubicación basada en valores' es una estrategia poco atractiva
para los productores de prendas de vestir de bajo precio y rango medio.
Los
fabricantes de ropa están en la constante búsqueda entre un bajo costo de
producción y un corto tiempo de comercialización. Por ello, ha medida que los
salarios empezaron a subir en China, trasladaron la producción a países que aún
son relativamente baratos, como Vietnam y Bangladesh.
Como
consecuencia, el año pasado la participación de China en las importaciones de
prendas de vestir disminuyó tanto en la Unión Europea como en Estados Unidos.
Pero
acelerar la entrega al mercado es una necesidad cada vez mayor, y los
consumidores están cada vez más preocupados por los bajos salarios y los altos
costos ambientales de la producción en el extranjero.
No responder
a la demanda de un artículo que los consumidores han visto en una publicación
de Instagram puede significar grandes volúmenes de ropa sin vender.
Incapaces
de decirles a los consumidores lo que deben usar, los productores deben
considerar plazos de entrega cortos como su prioridad número uno, por lo que la
moda rápida está dando paso a la moda ultra rápida, sistema que practican
minoristas en línea como Boohoo, Asos y Lesara.
Esto no
funciona bien con el envío desde Asia, pues la entrega a los grandes mercados
occidentales se demora alrededor de 30 días por mar.
Además, el
mercado asiático de ropa está creciendo y eventualmente los productores en
China, Vietnam y Bangladesh deberán concentrarse en entregar sus pedidos a sus
mercados o al del país vecino, lo que crea una escasez para los compradores
occidentales.
Hasta
ahora, los mayores costos de producción cerca de los grandes mercados
occidentales siguen siendo un obstáculo.
McKinsey
calculó que el menor costo del transporte y los aranceles más bajos hacen que
sea menos costoso producir un par de jeans básicos en México que en China para
el mercado estadounidense, y en Turquía para el mercado alemán, aunque
Bangladesh tiene precios significativamente menores que Turquía para el mercado
europeo, e iguala los costos de México para la Unión Americana.
Por otra
parte, trasladar la producción a Estados Unidos y Alemania sigue siendo
inviable, ya que el costo subiría 17 por ciento para los consumidores
estadounidenses y 144 por ciento para los alemanes.
Pero a
medida que los plazos de entrega ganan importancia, acortarlos compensa algunas
de las desventajas en el costo de la mano de obra al aumentar la proporción de
ropa vendida al precio total.
Como
ejemplo, un aumento del 6,1 por ciento en el precio de una prenda cuya
producción tarda sólo 60 minutos justificaría la transferencia de producción de
China a EU, calculó McKinsey.
Además, la
automatización puede reducir el costo en los países occidentales. Como ejemplo,
coser un par de jeans toma un promedio de 19 minutos, más de la mitad del
tiempo total de producción.
McKinsey y
RWTH Aachen creen que la robótica tendrá la última palabra en el tema, pues
puede reducir el tiempo en el que se fabrica una prenda entre 40 y 90 por
ciento. En otro paso importante, para desgastar los jeans, existe la tecnología
para reducir el tiempo necesario de unos 20 minutos a 90 segundos: Levi's
incluso lo hace con láseres.
El 82 por
ciento de los gerentes de compras encuestados por McKinsey calculan que la
producción de prendas sencillas estará completamente automatizada para 2025. Si
tienen razón, la producción regresará, pero los trabajos no, y es probable que
China no desperdicie su ventaja actual incluso a medida que se vuelve más
costosa.
Las
compañías de confección chinas están construyendo fábricas en países con mano
de obra barata más cercanos a Europa, como Etiopía. Con estas advertencias, es
probable que los compradores de ropa para el mercado masivo, no solo los de
diseñadores costosos, se estén vistiendo pronto en países geográficamente más
cercanos.
*Esta
columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de
Bloomberg, y sus dueños, ni la de El Financiero. Leonid Bershidsky es columnista
de opinión de Bloomberg y cubre temas de negocios y política europea. Es el
fundador y editor del diario económico ruso Vedomosti y abrió el sitio de
opinión Slon.ru.