lunes, 7 de octubre de 2024

Pujante populismo de extrema derecha en América.

 “Si ayudar a los pobres es ser populista, que me apunten en la lista” (López Obrador).

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Jorge Salazar García. 6/10/2024

Hace tres año fue reeditado el libro “La Política del Miedo”, publicado originalmente en 2015. En esta obra la lingüista austriaca Ruth Godak analiza la normalización del discurso populista de extrema derecha en el mundo, como el de Javier Milei, por ejemplo. Dicha narrativa ha resultado sumamente útil al imperio en su lucha contrainsurgente en América, por ello parece pertinente su estudio.

Pueblo

Para conocer este fenómeno político, primero delimitaremos el concepto de “pueblo”. Este sustantivo proviene de la palabra latina “populus”; que, si bien, tiene varias acepciones (villa, gente común, pobres, habitantes de un país), aquí nos referiremos a las personas que “producen con sus manos el alimento que comemos, la ropa que vestimos, construye las casas que habitamos o rentamos; y, hace posible que el agua, la educación, la luz y el gas lleguen” a nosotros. Siendo más específicos, “pueblo” son aquellos convencidos de que, con su voto, pueden cambiar las cosas. Su contraparte, es esa élite política, económica y militar que pone las reglas y controla el gobierno.

Populismo

Agregando el sufijo “ismo” a la palabra pueblo y circunscribiéndolo al área política, describe una tendencia, moda, corriente, movimiento, tendencia, propia de quienes gobiernan o pretenden hacerlo. Para Godak, el Populismo es la corriente o metodología discursiva dirigida al “pueblo” con el propósito de ganar su simpatía y voto. Este fenómeno, nacido a partir de la instauración del neoliberalismo, generalmente, lo recrean los candidatos en la democracia capitalista (consciente o inconscientemente) durante sus campañas.

Características del populista

El populista tienen una “fijación narcisista de representar el pueblo", real o fingida. Se cree Robín Hood, sabio, salvador y "defensor de la gente vulnerable”. Es carismático, astuto, manipulador; pregona poder terminar con la pobreza extrema. Estructura partidos de manera autoritaria (desaparecen asambleas) para garantizar su culto. Demanda sacrificio, paciencia, o ambos, al pueblo. Sin excepción, presume de honradez y anticorruptibilidad. En los casos graves se transmuta en patológico mitómano. De acuerdo al filósofo Paul Feyerbend, el populista se especializa en romper tabúes: "todo vale". Es eficiente movilizador del resentimiento y la protesta. Utiliza un “discurso falaz y alarmista” apelando al patriotismo e identidad nacional para desencadenar dicotomías maniqueas. El lema es más importante que su contenido. En México, algunos críticos de López Obrador vieron en él características populistas; esto, probablemente le llevó a leer la obra citada y contestarles, molesto, en mayo de 2022, con la frase citada en el epígrafe.

Tipos de populismos.

Sin duda, la fuente original del populismo se encuentra en los Estados Unidos, país que ha posicionando la perspectiva maniquea de que los gobiernos capitalistas son buenos; y; los socialistas, malos. Con ese discurso, adjudicaron sus propios fracasos al socialismo; al mismo tiempo crearon el neoliberalismo, en el cual incluyeron las recetas de la oligarquía, posteriormente perfeccionadas con la Agenda 2030. Para las trasnacionales es prioritario salvar el capitalismo sin abandonar la lucha contrainsurgente ni la imposición de gobiernos populistas que sirvan de capataces. Estos, con la consigna de consolidar  en neoliberalismo y “humanizar” el capitalismo, están logrando globalizar y normalizar los dos tipos de populismos conocidos: derecha (conservador) e izquierda (liberal).

Populismo de derecha.

Generalmente, no aborda el origen real de los conflictos sociales ni económicos; condena el socialismo, halaga la democracia capitalista y la libre empresa; es antiabortista, anticomunista, antiinmigrante, antiprogramas sociales. Una de sus herramientas predilecta es la polarización social. Promueve la pérdida de confianza en la democracia real e  instituciones. Induce ese fascismo digital (Fielitz y Mareks) donde el pueblo cultiva su “propia manipulación” fomentando miedos: a migrantes, desempleo, inseguridad, conspiraciones, crisis económica y climática. Utiliza profusamente la mercadotecnia y psicología de masas atizando “resentimientos y sentimientos negativos”. Paralelamente, promete castigar a quienes cometieron crímenes contra el pueblo; promesa que traiciona una vez en el poder, incorporando al gabinete a los perpetradores. Con la “estrategia del gato muerto” desvía la atención de los problemas reales y de sus fracasos haciendo anuncios impactantes“ y descalificando a la izquierda, real o simulada. Siendo gobierno, radicaliza el orden, racismo, misoginia, autoritarismo,  individualismo  y valores empresariales. Impone una realidad virtual ocultando hechos incómodos y mentiras evidentes. Siempre encuentra justificación a sus desvíos, ineficiencias y  errores con expresiones como: “No tengo nada en contra..., pero”, “no apruebo la violencia pero…, “procedimos de acuerdo con la ley”, “tenemos otros datos”, “esto ayuda a recuperar nuestra economía", “ahora si hay democracia”, “ahora si manda el pueblo”, “actuamos con responsabilidad y transparencia”, “no habrá impunidad”, “no somos iguales”, etc. A menudo cuenta historias sobre lo que podría haber sucedido si no hubiera sido electo; criminaliza a las víctimas para desviar culpas y sembrar impunidades. Minimiza, caricaturiza o trivializa sus fallas. Son raras las disculpan; y, si las hay, son hipócritas, dramatizadas, burlonas, evasivas o selectivas, seguro de que sus fanáticos continuarán adorándolo. Considera que las desigualdades son inevitables y también legítimas. Sobre todo, matiza o posterga indefinidamente sus promesas de campaña gracias al empleo de consultas o elecciones de Estado que “son plebiscitos para legitimar su superioridad y fuerza”. Su éxito supremo es hacer “obsoletos los valores éticos y hacer creer que la lucha de clases ha desparecido”. Lo peor, según el politólogo Cas Mudde, es que su narrativa misantrópica es “cada vez más aceptada por los trabajadores educados obsesivamente en el deseo de riqueza material e insensibilidad ante al dolor ajeno y la solidaridad, por temor a ser etiquetados como ingenuos, trasnochado o fracasados”

Política del miedo.

Godak describe al miedo como la incertidumbre de lo que un “algo” (real o imaginario) puede hacernos; y que, pensamos, esta fuera de nuestro poder impedirlo: el desempleo y la inseguridad son de esa categoría. Precisamente, Javier Milei obtuvo el triunfo (2023) gracias a la exacerbación de los miedos. Estimuló el desencanto, resentimiento, odio y el deseo de venganza en contra de los gobiernos anteriores. Milei, convenció al pueblo argentino de que podía acabar con los corruptos “zurdos de mierda”, antes de perderlo “todo”. Por supuesto, una vez presidente, aquellos zurdos, populistas en su tiempo, regresaron a la casa rosada para servir, con Milei, a la élite que lo financió. Por está razón la corrupción, el narcotráfico, los abusos de los altos mandos del ejército, las aseguradoras, bancos, trasnacionales: continuarán: ¡trabajan juntos sembrando miedos!

Conclusiones

Los populismos son alimentados desde los partidos, pues aunque en sus estatutos y principios contemplan luchar por el pueblo, mantienen “al pobre en su miseria y al rico en su usurpación”. Lo hacen focalizando política sociales dando placebos clientelares para aliviar la pobreza extrema, el desempleo e inseguridad (Iztván Mészáros). Paradójicamente, el populismo confirma la existencia de una élite parasitaria conformada por miembros del poder político y económico.

Para terminar, se citan algunas reglas fascistas, creadas por Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi de Hitler. La Historia registra que por ser cojo y de baja estatura, padecía del complejo de inferioridad y/o trastorno narcisista. De sus resentimientos surgen esa reglas, imitadas por algunos populistas. Entre sus normas proponía: a) Responder el ataque con el ataque; b) Inventar noticias (para distraer) si no se puede negar las malas; c) Vulgarizar; es decir, todo discurso debe ser popular y adaptado al nivel menos inteligente “Pues la capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”; d) La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas repetidas incansablemente desde diferentes perspectivas; pero, siempre convergiendo sobre el mismo concepto, sin fisuras ni dudas”; e) Construir argumentos a partir de fuentes diversas; f) Convencer a muchos que se piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad.

Chile fue el laboratorio de los yanquis para imponer el neoliberalismo; México lo es para “humanizarlo”. En el fondo, Claudia sabe que eso es imposible asumiendo la Agenda 2030. Posiblemente, por esta causa legitimó la presencia del ejército en las calles; transformándolo, retóricamente, en “humanista, visionario y ejemplar”: lo necesita para fortalecer la “política del miedo”; con más masacres, como la de Chiapas. Por lo pronto, es más seguro que la oligarquía, permaneciendo en el gobierno, expulse a los poco políticos honestos que quedan, que ella sea separada del mismo.

https://lanigua.com.mx/pujante-populismo-de-extrema-derecha-en-america/

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