- Trabajaron los cirujanos durante ocho horas en una columna colapsada debido a una tuberculosis vertebral, llamada Mal de Pott.
- Colocaron ocho tornillos, dos barras, un travesaño y una estructura hecha con pequeños cuadritos de hueso, extraídos de la cadera del paciente, para reconstruir la columna destrozada en 60 por ciento.
Monterrey, Nuevo León, miércoles 9 de noviembre del 2022.- En el marco del 70 aniversario de la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) Hospital de Traumatología y Ortopedia No. 21 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Nuevo León, un equipo de especialistas logró una proeza: reconstruyeron una columna destrozada a causa de una tuberculosis vertebral.
Después de siete años de dolor y seis meses postrado en cama, don Rodolfo León Rodríguez, chofer y trabajador de mantenimiento, no imaginaba que la felicidad volvería a su vida.
La unidad recibe muchos pacientes con daño vertebral, pero a don Rodolfo una tuberculosis le destrozó la columna hasta dejarlo postrado en cama, explicó el jefe del Departamento Clínico de Columna en la UMAE No. 21, doctor Joel León Ruiz.
En el 2015, el paciente de 55 años, originario de Matamoros, Tamaulipas, presentó molestias de espalda a causa de una infección que se controló con medicamento. Para 2019, el dolor volvió más intenso en la región lumbar, acompañado de sensaciones de choques eléctricos en las piernas y debilidad muscular; para entonces ya requería muletas.
Ante esto, el servicio de Patología del hospital realizó estudios, los cuales arrojaron diagnóstico de tuberculosis vertebral, llamado Mal de Pott, el cual había ya destruido el 60 por ciento de su columna.
Cuando estaba todo listo para una cirugía de salvamento, se atravesó la pandemia. Finalmente, se programó la intervención para don Rodolfo el 18 de marzo de 2022.
El médico a cargo de la cirugía, doctor Abraham Isáis Gómez, especialista en Traumatología y Ortopedia con subespecialidad en Columna Vertebral, señaló que la experiencia en el quirófano fue un verdadero desafío para él y sus colegas, los doctores José Pablo Rodríguez López y Othoniel Cruz Jiménez.
Al inicio de la cirugía, los cirujanos encontraron una columna colapsada, con una masa amorfa que contenía huesos destruidos, ligamentos, nervios y músculos fuera de su lugar.
“Lo problemático fue que era como si hubiera explotado una bomba y tienes todos los pedazos por todas partes”, explicó Isáis Gómez.
El primer reto fue el abordaje. La deformación anatómica impidió a los cirujanos llegar a la columna en forma habitual. Con dificultad evaluaron el daño, descubrieron la zona y determinaron con exactitud dónde colocarían los tornillos y los injertos de hueso extraídos de la columna del paciente.
Los tres cirujanos trabajaron de manera sincronizada por ocho horas en una minuciosa técnica ortopédica que consiste en elaborar pequeños cuadritos de hueso, llamados “chips”, para darles forma y reconstruir la columna, hasta que quedó lista.
Una vez que la nueva estructura se colocó en la zona destruida, junto con los ocho tornillos, dos barras y un travesaño, procedieron a la complicada descompresión, en la que con sumo cuidado tuvieron que retirar pedazos de hueso, ligamentos y fibrosis que comprimían y dañaban los nervios. Además, eliminaron las cicatrices que había dejado la tuberculosis.
Al concluir la cirugía, para los médicos fue sorprendente la recuperación del paciente, quien a los cuatro días abandonó el hospital para volver a casa.
“Yo salí tan bien que no sabía si me habían hecho cirugía, porque no sentía ningún dolor, nada, hasta le dije a mi esposa: ‘revísame la espalda’”, compartió el paciente.
Don Rodolfo recuerda que cada dos meses viajaba de Matamoros a Monterrey para su tratamiento contra la tuberculosis. Inicialmente llegaba al hospital en muletas, posteriormente en silla de ruedas y finalmente en camilla. “Intentaba levantarme, pero ya no podía, tardaba una hora y media”, recordó.
Con profunda alegría, el paciente agradeció al doctor Jesús Domínguez, quien por dos años le atendió en el proceso de su enfermedad en el consultorio 13 del mismo hospital y a todos los médicos que lo atendieron.
“Ellos (los médicos) son ángeles que me hicieron una hermosa cirugía, son una maravilla, me regresaron mi salud, la felicidad volvió a mi vida, porque recuperé la libertad y no solo cumplí mi sueño de caminar, también volví a conducir y pasear en bicicleta”, expresó sonriente.
Para el doctor Isáis Gómez no importó el cansancio de ocho horas continuas en el quirófano, “lo más gratificante es ver que el paciente vuelva a levantarse, a caminar y recibir las gracias… eso no tiene precio”, compartió con emoción.
“El IMSS tiene la capacidad de hacer cosas maravillosas”, afirmó Gómez. “Trabajar en la emblemática UMAE No. 21, que está por cumplir 70 años, es un gran orgullo, seguiremos haciendo casos exitosos para engrandecer su historia”.
Este hospital realiza 500 intervenciones de columna al año, de las cuales sólo 50 son reconstrucciones, pero el caso de don Rodolfo fue para los médicos un verdadero desafío que enfrentaron con éxito.
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