Mamá soy Ricardito, no haré travesuras…
CRONICA
Chinameca: cacicazgo, excesos, impunidad,
un nuevo bloqueo en el Sur de Veracruz y el final atroz de un ángel de 7 años
Chinameca,
Ver.- Mamá, soy Ricardito, no haré
travesuras…y un cielo impasible despliega su curva…
Los hechos ocurrieron así, de acuerdo a la
versión de un tío del niño de sólo 7 años asesinado en su domicilio la
tarde/noche del domingo 10 de abril:
Carlos Mayo Torres y Rafael Carmona Lara se
emborracharon y ya ebrios se encontraron en algún lugar de Chinameca,
municipio vecino de Oteapan, el cual marca la entrada a la Sierra de Soteapan.
Sólo ellos saben por qué discutieron pero
finalmente –sin golpes de por medio, se afirma- concluyeron la escena del roce
y mientras Carlos Mayo se dirigió a su domicilio en la calle Benito Juárez
esquina Altamirano, Rafael Carmona lo siguió.
Si para
morir nacimos… ¡Sí pero no a los 7 años y asesinados vilmente!
Son las 00:00 horas del lunes 11 de abril.
La temperatura en Chinameca oscila en los
40 grados con sensación térmica de 45.
Los pies, literalmente, se queman sobre el
pavimento que los viajeros deben pisar para trasladarse desde Cosoleacaque
hasta el acceso a Oteapan.
Desde las 3 de la madrugada todos los
accesos a Chinameca están bloqueados por gente del pueblo liderada por la
dirigente municipal de MORENA: Vanesa Torres, a quien acompañan algunos
familiares cercanos de José Ricardo Mayo Coronado, el menor de edad que murió
tras recibir un balazo dirigido originalmente a su padre.
Al ser lunes, el tianguis que baja desde
Puebla a ofertar ropa a precios populares se ha instalado en terrenos de lo que
fue el Rancho Tomito de la familia Merlín.
Hoy, empero, la región está de luto.
Hay una sensación de duelo en el ambiente,
uno que otro raspero hace ruido al sacudir el hielo que bañarán con jarabes
multicolores.
El color que se impone, no obstante, es el
gris…
Algunos clientes, muy pocos, llegan al
tianguis que este día reportará pérdidas.
El reportero se pregunta: ¿Hay una pérdida
mayor que la de un hijo?
No.
Nada se compara con la ausencia del niño de
7 años cuyo abuelo se paró en uno de los múltiples bloqueos y –humilde- sostuvo
una cartulina exigiendo lo mismo que todos los chinamecanos y habitantes del
sur de Veracruz: Justicia, Justicia, Justicia…
El parentesco
caciquil, el pleito mortal y Díaz Mirón presente
Cubierto
de jiras,
al ábrego hirsutas
al par que las mechas
crecidas y rubias,
el pobre chiquillo
se postra en la tumba,
y en voz de sollozos
revienta y murmura:
«Mamá, soy Paquito;
no haré travesuras».
Salvador Díaz Mirón nos colocó ante una
historia donde la fallecida ha sido la madre y es Paquito quien vive las
consecuencias.
En Chinameca, ha sido Ricardito la víctima
y es su madre, la señora Isla Coronado Vargas, quien llora sin freno la vida
que le ha sido arrebatada…
Más detalles de la historia vil:
El asesino siguió a Carlos Mayo y antes de
llegar a su casa le hizo tres disparos.
El perseguido dio vuelta y se metió al
estacionamiento por el lado de la calle Juárez.
Sus hijos: una niña y el pequeño José
Ricardo, salieron tras escuchar el arribo de su padre: de oficio panadero y
ganadero.
Con la sangre fría, desatado el instinto
animal, pistola en mano, Rafael Carmona Lara estacionó su camioneta lobo color
rojo, frente a la casa de su víctima.
Iba –de acuerdo a lo narrado por Iker
Coronado, tío del menor- a matar a su cuñado, con quien había discutido minutos
antes…
Rafael Carmona apuntó y disparó en cuatro
ocasiones más…Carlos Mayo quiso cubrir con su cuerpo los de sus dos hijos sólo
para descubrir que una bala había terminado con la vida de José Ricardo, el
nene de sólo 7 años.
Construida la tragedia el asesino escapó y
la policía a cargo de su primo hermano y alcalde de Chinameca, Víctor Carmona,
no lo detuvo…
¿Complicidad?
A las 14:00 horas arribó Samyra del Carmen
Khouri, Subprocuradora de Justicia en el Sur de Veracruz.
Tráiler y autos poblaban la carretera
transístmica.
El calor era infernal.
Gente del gobierno pedía a los
manifestantes retirarse y dialogar y la respuesta sólo era una: “nos vamos
cuando detengan al asesino…”
Y es que –contaron testigos que prefirieron
el anonimato- que el asesinato ocurrió entre las 19:00 y las 19:30 horas.
Durante la hora siguiente, taxistas de
Chinameca y de Oteapan se comunicaron vía radio para informar de los hechos y
ubicar al culpable.
Rafael Carmona Lara llegó a su domicilio,
cambió de camioneta –de roja a una blanca- subió a su familia y se marchó a
toda velocidad.
Entre las 20:00 y las 20:30 horas se le vio
pasar por Oteapan, en dirección a la carretera ayer bloqueada para perderse en
el camino.
¿Qué pasó durante ese hora en un pueblo tan
pequeño como Chinameca, cuya salida a la carretera transístmica ocupa unos 20
minutos o más, aún a toda velocidad?
¿Qué ocurrió si los vecinos y la familia
reportaron el hecho, si los taxistas de Chinameca y Oteapan radiaban la
ubicación del asesino?
Está comprobado que la policía rodeó la
casa de Rafael Carmona.
Se afirma –dato no comprobado- que lo
habrían detenido…
El caso es que escapó dejando tras de sí un
hogar, una región, una entidad enlutada.
Los
antecedentes caciquiles
El asesino Rafael Carmona Lara es primo
hermano de Víctor Salomón Carmona, Alcalde chinamecano y socio de
Transportes Sotavento.
Otro Carmona, también pariente suyo, es el
dirigente municipal del PRI.
Su padre: Rafael Carmona, es transportista
y le trabaja a la empresa MASECA, asentada en la zona.
De Carmona Lara se cuentan cosas… detalles
en el pueblo sobre una familia caciquil: se le vincula con el robo de
combustible, con la prepotencia y amenazas a ciudadanos y desde el domingo se
ha convertido, a sus aproximadamente 40 años, en prófugo de la justicia por
asesinato…
El reportero comprueba versiones que
resultan falsas: el palacio de Chinameca –hasta las 3 de la tarde- no fue
tomado y ahí se desempeñaban actividades en forma normal.
La policía municipal hacía sus rondines en
forma normal por la Villa.
Lleno el domicilio de la calle Benito
Juárez de dolientes, el féretro al centro de la casa, veladoras mostrando el
camino hacia el cadáver del niño inolvidable que nos muestra el feroz rostro de
pérdida de humanidad, veladoras en forma de cruz sobre la carretera
transístmica con llantas quemadas para evitar el paso de vehículos, los padres
desolados no participan en la protestas ni dan declaraciones.
Soportan, estóicamente su dolor por
Ricardito…Y nos recuerdan a Díaz Mirón:
«¡Qué bien que me acuerdo!
La tarde de lluvia;
las velas grandotas
que olían a curas;
y tú en aquel catre
tan tiesa, tan muda,
tan fría, tan seria,
y así tan rechula
Mamá, soy Paquito;
no haré travesuras».
Y un cielo impasible
despliega su curva.