sábado, 10 de diciembre de 2022

Ticketmaster, en medio del furor por los conciertos y las reventas exorbitantes

Con las multitudes hambrientas de una experiencia en vivo, la demanda de los eventos se han salido de control y los fanáticos están dispuestos a pagar miles de pesos incluso por los peores asientos.

Ivet Rodríguez / Expansión

El boleto marcaba el inicio del concierto a las 8:30 de la noche. Era la primera de dos fechas que ofrecería en la Ciudad de México el cantante puertorriqueño Benito Antonio Martínez, mejor conocido como Bad Bunny. Pero horas antes, cientos de personas ya rodeaban el Estadio Azteca, el recinto elegido para cerrar su World's Hottest Tour, que arrancó la segunda semana de noviembre en Paraguay.

Pronto, el caos se apoderó de las calles. Las estrechas banquetas ya eran insuficientes y los ríos de personas se entremezclaban con los vehículos que intentaban ingresar al recinto a vuelta de rueda ante la mirada inexpresiva de la policía que resguardaba las inmediaciones del lugar.

Después de una sequía de casi dos años de conciertos, las entradas de decenas de conciertos se pusieron a la venta y los fanáticos han quedado en medio de las dificultades de comprar una entrada por los canales oficiales y las reventas exorbitantes y poco fiables, en busca de un lugar para ver a su artista favorito y nuevamente vibrar con el sonido de la música en vivo. El concierto de Bad Bunny es el último ejemplo de lo que los fans están dispuestos a hacer para conseguir una entrada.

Mientras los seguidores del cantante puertorriqueño que ya contaban con un boleto buscaban llegar a los torniquetes, otros deambulaban en busca de una entrada en reventa. Dos mujeres jóvenes caminaban con letreros improvisados de cartón con la leyenda escrita “Buscamos boletos”. Aunque la reventa se ha vuelto una práctica común para acceder a los conciertos de Ticketmaster, en el de Bad Bunny se salió de control.

La empresa advirtió "la presentación sin precedente de boletos falsos" –según informó en un comunicado– y la intermitencia de su sistema, colapsado por un internet fallido, le impidió aclarar los miles de reclamos de clientes que llegaban argumentando que sus boletos habían sido clonados. La mayoría de ellos eran digitales. Días antes, Ticketmaster había vivido eventualidades similares en el concierto que el cantante puertorriqueño ofreció en Monterrey, Nuevo León, y había advertido que para las fechas en el Estadio Azteca habría “tolerancia cero” ante esta práctica.

Aun así, la empresa no impuso medidas adicionales para comprobar que quienes ingresaban al Estadio Azteca eran efectivamente las titulares del boleto. Y miles de personas con boletos clonados lograron entrar. Aunque, una hora antes del inicio del concierto, el campo lucía medio vacío, a las 8:30 de la noche, ya era un lleno total. Entonces, la administración del recinto, con capacidad para hasta 120,000 personas, tomó la decisión de cancelar el acceso pidió a los afectados a interponer sus quejas ante Ticketmaster.

https://twitter.com/EstadioAzteca/status/1601440203754721280?s=20&t=KM7pNJNc_yI7-AN00iNqkQ

Este es el último ejemplo de que la reventa de boletos ha sobrepasado a la empresa propiedad de Live Nation. Con las multitudes aún hambrientas de una experiencia en vivo, la demanda supera la oferta y los fanáticos de la música están dispuestos a pagar miles de pesos, incluso por los peores asientos. Para el concierto de Bad Bunny los asientos en los palcos con vista a la parte trasera del escenario se vendieron en 25,000 pesos por persona, los más baratos. Todos estaban llenos.

La ironía es que las personas que pagan más por las entradas para ver a sus artistas favoritos suelen ser las más felices, algo que se puede ver en la popularidad de las experiencias VIP, que en el caso de Bad Bunny se ofrecían por hasta 30,000 dólares (unos 600,000 pesos) en StubHub.

Algunos artistas han tratado de luchar contra los altos precios. En 1995, Pearl Jam desafió a Ticketmaster al negarse a actuar en lugares donde la compañía controlaba la venta de entradas. Más recientemente, la banda fue criticada por los fanáticos por aceptar los precios premium.

"La fiesta más grande"

El concierto de Bad Bunny se retrasó hora y media ante las eventualidades para acceder al recinto. A las 10:00 de la noche en punto, el cantante salió a su escenario enmarcado por cuatro palmeras y con algunos camastros, una ambientación alusiva al nombre de su más reciente álbum, "Un Verano sin Ti".

“Vamos a convertir esto en la fiesta más grande”, dijo. Gritos ensordecedores secundaron al cantante. La sicodelia se apoderó del recinto. Pulseras luminosas, entregadas a los asistentes en la entrada del recinto, cambiaban de color según el ritmo de la canción: blanco, azul, rojo. “Benito, Benito, Benito”, coreaban los fans entre canción y canción.

Las eventualidades para entrar había quedado atrás. Las personas coreaban las canciones y bailaban al ritmo de éxitos del cantante como "Te boté", "Un verano sin ti" y "Yo no soy celoso". También sonaron algunas estrofas de "Querida", de Juan Gabriel, una de las alusiones que el reguetonero hizo a México a lo largo de su concierto, a lo que los fans respondieron coreando un "Cielito Lindo" y con el grito de “Benito, hermano, ya eres mexicano”.

Bad Bunny cantó durante tres horas con un micrófono rojo en forma de corazón; a veces solo, a veces a dueto con otros invitados. Los minutos que se ausentó para hacer cambios de vestuario fueron cubiertos por otros reguetoneros, entre ellos Jowell & Randy, que prendieron al público con su canción “Bonita”. A la mitad del show, el cantante subió a una palmera voladora y le dio la vuelta al estadio para saludar a sus fans.

La palmera voladora de Bad Bunny se ha convertido en un simbolo de su World's Hottest Tour​.

La palmera voladora de Bad Bunny se ha convertido en un simbolo de su World's Hottest Tour​. (Cortesía TikTok )

Afuera, los clientes tenían un boleto adquirido por canales legales, pero que había sido clonado, aún trataban de ingresar al recinto sin éxito. Videos de adolescentes llorando por la frustración llenaban las redes sociales. Eso resonó en la Profeco, cuyo titular, Ricardo Shienfiel, amagó por Twitter a la empresa solicitando explicaciones.

El concierto finalizó a la 1:00 de la madrugada. Ticketmaster envió entonces un comunicado en el que decía que reembolsaría a los clientes que no habían podido acceder al evento y que habían adquirido su boleto directamente en la plataforma. No mencionó nada sobre medidas para evitar la reventa o sobre los boletos clonados. La Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México informó que 14 personas fueron detenidas y se aseguraron 22 boletos aparentemente falsificados.

Para Ángel Méndez, especialista de la Escuela Bancaria Comercial entrevistado recientemente por Expansión, el cambio real solo es posible si los legisladores limitan el poder de Ticketmaster. En el Congreso de la Ciudad de México se impulsa una iniciativa que busca regular la reventa a través de plataformas digitales. Esta iniciativa propone que los boletos no superen 10% de sobrecosto del boleto y comisiones respecto al precio de los los sitios web oficiales o taquillas.

Mientras, otros 100,000 fans se preparan para asistir hoy al Estadio Azteca para bailar, gritar y cantar... Y para ver a Bad Bunny subido en su palmera voladora.

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