domingo, 21 de agosto de 2022

El festichismo del Trotskismo por Trotsky-stas

Así como en el siglo pasado velaron las contradicciones, resultantes del seno de las relaciones capitalistas de producción, las resultantes del desarrollo de la ley del valor, la intelectualidad ha renovado los objetos de estudio, en los medios de comunicación hablados y escritos se ponen los presuntos enemigos contrapuestos en el presente, Norte versus Sur, hombres versus mujeres, izquierda versus derecha, problemas de etnias, nacionalidades. Ayer y hoy siguen pretendiendo negar el motor de la historia humana, la lucha de clases.

Desde los canales de televisión de paga, pasando por el discurso universitario dominante (S2), en los problemas de la construcción de la sociedad socialista-comunista se han centrado en la rivalidad entre dos personas, Stalin y Trotski, entre dos personalidades contrapuestas, dando por válida su propia tesis: diferentes formas de fanatismo revolucionario por querer construir una utopía. Es menester situar la toma de posición de uno u otro sujeto en el desarrollo de la lucha de contrarios.

Trotsky, el Trotskismo en su Contexto y Desarrollo

Es necesario para este punto empezar por definir y caracterizar a la corriente trotskista como corriente opuesta al leninismo. Es un deber de los comunistas el desenmascarar a esta secta pequeñoburguesa a la que, se ha intentado vestir de túnicas rojas; no siendo más que camaleones pues modifican su discurso de acuerdo a sus intereses como grupo revisionista al interior de las luchas revolucionarias.

El trotskismo se define a sí mismo como marxismo. Además su profeta, Trotsky, califica a su corriente de internacionalismo marxista. Cuando es precisamente el trotskismo quien niega a cuanta revolución en el mundo alce la bandera del marxismo. Desde Cuba hasta Vietnam, desde China a Corea del Norte, pasando por Albania. Stalin (1953) en su texto La desviación socialdemócrata en nuestro partido. Informe a la XV Conferencia del PC (b) de la URSS. 1 de noviembre de 1926 concibe al trotskismo con tres particularidades que lo hacen insoluble con el leninismo.

Primera. El trotskismo es la teoría de la revolución permanente (ininterrumpida). Tal teoría es jugar a la toma del poder, es la teoría del rompimiento del proletariado con el campesinado pobre, es proseguir con la disputa entre el leninismo y el trotskismo sucedida desde 1905. Para dejar más claro esta primera característica del trotskismo, Stalin cita al propio Trotsky en una carta que le envía a Chjeídze en 1913; y en ésta, Trotsky escribe que todo el edificio del leninismo se basa hoy en día en la mentira y en la falsificación y lleva en sí el principio venenoso de su propia descomposición.

Segunda. Stalin concibe al trotskismo en materia de organización como la teoría de la convivencia de los revolucionarios y los oportunistas en el mismo partido. Lenin (1976) en el texto Acerca de una violación de la unidad que se encubre de gritos de unidad describe a Trotsky como repetidor de calumnias liquidacionistas.

Tercera. La desconfianza y la desacreditación de la dirigencia bolchevique.

            Comprender las tres particularidades del trotskismo implica situarlo en el contexto del desarrollo intelectual práctico del propio León Bronstein. En este artículo se da la diferencia en lo teórico, lo mismo en lo práctico, no entre dos sujetos, sino las diferencias en la toma de posición: uno, la posición del marxismo (Stalin), el otro, la línea del trotskismo (Trotsky). Corría el año 1928, el segundo caracterizaba al primero de “empirista”, de la manera siguiente:

… Stalin siempre fue un empirista, que nunca tuvo mayor apego a la teoría y que la mayor parte de sus intervenciones las subordinaba de manera oportunista a sus necesidades tácticas y coyunturales del momento, por eso vivía en zigzags, también es plausible sostener que, más allá de ese eclecticismo notable, Stalin si poseía una visión propia de la teoría marxista (Trotsky, L. 2004: 157).

Este extracto tiene riqueza detrás de su contenido manifiesto, primeramente al adjetivar de empirista a Stalin. Tildar a Stalin de empirista va concatenado al complejo de superioridad de Trotsky. Hacer pasar a Stalin como un práctico, no como un sujeto pensante, pese a contradecirse –otra vez– al reconocer en su enemigo a alguien quien sí poseía una visión de la teoría marxista. Segundo, los “zigzags” fueron de Trotsky; ya en 1906, en el escrito de Stalin ¿Anarquismo o socialismo? este último no sólo se posicionó de un lado –bolchevismo– también manifestó aprehensión y desarrollo teórico. Con León no pasó igual.

Al S1 lo llevan a cabo comunicadores sociales, periodistas, actrices. Éstos aborrecen al socialismo y asumen a Trotsky como revolucionario. A Stalin, por otra parte, lo caracterizan de ejecutor de las ideas de alguien más. “Trotsky era un soñador, un idealista, un apasionado; Stalin un pragmático, un calculador, un cínico” (Lecomte, B. 2018: 84). La manera en la cual adjetiva el periodista francés está en sintonía con la de Bronstein al ver en Stalin a un pragmático, a un ejecutor de ideas sin la capacidad intelectual prominente que bajo ese discurso sí caracterizaría a Trotsky.

El deseo de Trotsky de ser lo que no fue, un revolucionario; su deseo de superar a Lenin teórica y prácticamente, algo similar al presente de Dussel y su deseo de ser S1, –escrito, comentado por él mismo– de superar a Marx, al marxismo por su llamada Transmodernidad[1]. Trotsky ligó a su vida, a lo largo de la misma, el deseo de llegar a ser lo que no llegó a ser con algo para lo cual sí había medios materiales disponibles, ensalzar el intelecto con su vestimenta:

El aspecto y el carácter del muchacho iban formándose ya. Era bien parecido, moreno de tez y con facciones prominentes pero bien proporcionadas, ojos miopes que mostraban su viveza tras los anteojos, y una negra y abundante cabellera bien peinada. Se ocupaba con sumo cuidado de su apariencia: pulcro y bien vestido, incluso con elegancia, tenía un aspecto “muy burgués” (Deutscher, I. 1966: 27).

Con lo anterior no se trata de una crítica a la vestimenta, menos al pulcro aspecto de Leóntievich, sino evidenciar que en Trotsky –como cualquier sujeto de ser sujetos deseantes– el deseo estribó en querer ser alguien que no llegó a ser a la par del desarrollo de su complejo de superioridad (devenido de su propio complejo de inferioridad). Al respecto, su biógrafo escribe que “el chico de Yanovka comprendió que valía más que los otros. Los compañeros que le rodeaban rendíanse a su superioridad” (p. 27).

En Mi vida, Trotsky relata que cuando cursaba la secundaria, en 1896, llegó a Nikoláiev. En la familia donde él se alojaba hablaban sobre socialismo, pero esos términos los tildó de “utopías socialistas”. Desconfiado de la “ideología de la chusma”. A la edad de 17 años, escribe Deutscher (1966), a León ninguna idea política le atraía aún. El año anterior había muerto Engels, pero el acontecimiento no tuvo eco en el menchevique, tampoco el nombre de Karl Marx había llegado a sus oídos.

Lo anterior se entiende en el desarrollo narciso de Trotsky. Isaac Deutscher narra, en el capítulo titulado En busca de un ideal, en el primer tomo de la biografía dedicada al creador del trotskismo, la obstinada soberbia de Leóntievich; ensalzó su ego al no aceptar ideas o posiciones alejadas hasta que él se sintiera el “gran pensador”, antes de creerse eso, “después de que sus defensas internas se derrumbaban, su confianza en sí mismo empieza a desvanecerse” (Deutscher, I. 1966: 34). Es menester develar lo aparentemente empírico: la autoconfianza de Trotsky, al verse minada, derivó en acrecentar su deseo de ser ese sujeto al que las masas le rindieran pleitesía. Trotsky y su trotskismo, desde 1905, fueron antagónicos al marxismo, es decir antagónico al marxismo-leninismo.

1905 no era año lejano a 1896. En esas fechas Bronstein preguntaba a una marxista con la cual coincidió en círculos de estudio marxistas, Sokolóvskaya: “Cómo es posible que una muchacha tan llena de vida soporte monsergas tan áridas, estrechas e imprácticas?” (p. 39). Sea en el año 1896 o en 1905 Trotsky no se sintió un marxista, sino superior. El deseo de ser lo que no fue, y que quiso llegar a serlo, le llevaría a hacer del trotskismo un fetiche.

Lenin en su artículo Marxismo y reformismo clarifica la esencia práctica de los reformistas en situaciones de flujo o reflujo del movimiento revolucionario. “El reformismo –dice Lenin– es una manera en que la burguesía tiene que engañar a los obreros, que seguirán siendo esclavos asalariados, pese a algunas mejoras aisladas, mientras subsista el dominio del capital”. El reformismo ha pretendido hacer pasar que la esclavitud asalariada, a través de reformas, dejará de ser la constante de las masas trabajadoras. Es decir,  perversión a través del uso de las reformas. Lenin escribió que el reformismo, incluso cuando es totalmente sincero, se transforma de hecho en un instrumento de la burguesía para corromper a los obreros y reducirlos a la impotencia. La experiencia de todos los países demuestra que los obreros han salido burlados en cada ocasión que han confiado en los reformistas.

El trotskismo, al ser una corriente antimarxista, reproduce la equiparación de Stalin con Hitler: ambos dictadores, ambos asesinos de sus pueblos. Lejos de que tal equiparación provenga de un análisis científico de la realidad material, en realidad proviene de cuestiones subjetivas, es decir de contradicciones de carácter personal. Contradicciones personales que Trotsky jamás superó. Las pulsiones de Trotsky, lejos de quedarse estancadas en asuntos psicológicos, devienen de la práctica de los sujetos. Así pues, la práctica revolucionaria de uno y la práctica revisionista de otro es precisamente lo que está detrás del demerito de Trotsky hacia la persona de Stalin.

El odio es, después de todo, una especie de vínculo personal. Stalin y yo hemos estado separados por sucesos tan terribles, que han consumido en llamas y reducido a cenizas todo lo personal, sin dejar el menor residuo. Ahora bien, para mí, pienso y siento que la exaltación sin precedentes de Stalin representa el hundimiento más profundo. Stalin es mi enemigo. Pero también Hitler lo es, y Mussolini, y muchos otros (Ibíd., 1963).

Trotsky niega que el odio personal haya sido lo que lo motivó para estar de acuerdo con la práctica menchevique. El trotskismo niega diferencias de fondo entre los conceptos bolcheviques y mencheviques, pues para aquél sólo se refiere a la mayoría y a la minoría; no obstante, la historia atestigua lo contrario, más allá del matiz en cuanto a términos de cantidad de uno y otro grupo del POSDR.

Trotsky, a pesar de que tenía una pluma excelsa, en la biografía realizada sobre Stalin manifiesta en cada página, en cada apartado, el odio, el racismo, la denigración al origen de clase proletario de Stalin, al lugar de su nacimiento Tiflis, Georgia; pues ve en Stalin, al igual que en el resto de las personas residentes de la región del Cáucaso, a personas primitivas, carentes de intelecto. Entonces a su apriori de negar como lo más importante el odio personal, el desarrollo de su propio texto, aunado a su práctica hasta su muerte, hicieron de su negación una falacia, palabras que han quedado en evidencia.

En la biografía referida, Trotsky comenta sobre el odio plasmado en su pluma para con Stalin: “no niego que el retrato resultante es sombrío y hasta siniestro”. Es clara la semblanza del menchevique, un relato que inútilmente procura hacer de Stalin un “sujeto siniestro”. En seguida de tal afirmación, Trotsky lanza el siguiente reto: “desafío a cualquiera que extraiga otra figura más humana de estos hechos que han escandalizado la imaginación de la humanidad en el curso de estos últimos años”. Años, décadas, pasaron para que los marxistas-leninistas levantáramos el puño y la pluma para echar a la borda las falsedades históricas en contra del Partido Comunista (bolchevique)  de la URSS,  no sólo de trotskistas y demás revisionistas, sino del imperialismo a través tanto de sus órganos castrenses como intelectuales. Este artículo es pues un grano más para reivindicar la historia gloriosa de los pueblos soviéticos liderados por su Partido Comunista a través de Stalin.

El odio del menchevique fue fiel característica pequeñoburguesa, expresado con tanta furia en la persona de Stalin. Eso es lo que el trotskismo ha pretendido hacer pasar, un odio de carácter personal, pero no es sino en realidad el odio al Partido Comunista, al leninismo.

…ambos representantes de la pequeñaburguesía, [que] en esta época es incapaz de adoptar ideas originales o de dirección creadora propias. Tanto Hitler como Mussolini han plagiado e imitado prácticamente a todo y a todos. Mussolini hurtó de los bolcheviques y de Gabriel d´Annunzio, y encontró inspiración en el campo de los grandes negocios. Hitler imitó a los bolcheviques y a Mussolini (Ibíd., 1963).

Tanto la práctica como la teoría del trotskismo es clara: no vaciló en ser una corriente pequeñoburguesa, corriente opuesta al marxismo-leninismo. No es casual la equiparación que se hace del bolchevismo con el fascismo italiano y el nazismo alemán; esta equiparación tiene su causa en ver al leninismo como una corriente de derecha.

El odio personal se hacía latente en cada escritor, literato, intelectual que producía algo respecto a Stalin. La crítica simplista del gran intelectual Trotsky minimizaba a los sujetos por el hecho de que le dedicaban sus obras a su odiado enemigo. Uno de los casos fue en relación con Alexis Tolstoy cuando éste escribió lo siguiente:

Tú, refulgente sol de las naciones,

sol sin ocaso de nuestra época,

y más que el sol, pues el sol no es sapiente…

Sobre estos versos Trotsky escribe:

A Stalin le complace. Y más aún se regocija, sin duda, cuando algún escritor de segunda fila se acerca más a su propio nivel literario con el siguiente Canto al sol que vuelve, que dice, entre otras cosas:

De Stalin nos llega la luz,

 y de Stalin nuestra prospera vida…

aun la buena vida de la tundra que baten los nieves

la vimos unidos a él,

al hijo de Lenin,

a Stalin el sabio.

Tales versos de Alexis Tolstoy representaron para Trotsky (1963) efusiones literarias que suenan más a gruñido de puerco [que a poesía]. Al parecer para su capacidad intelectual los versos de Tolstoy fueron insultos a su intelecto. Trotsky afirma lo siguiente, el nivel literario de Alexis Tolstoy se acercaba al de Stalin. No obstante, en la biografía por él escrita no se aborda el tema de la poesía que le valió a Stalin ganar el premio nacional de novela en su ciudad natal. Trotsky desconocía en Stalin su hacer, disfrutar de la poesía, por ser sólo “gruñidos de puercos”.

No se ha Tratado de Diferencias Entre Personalidades

El reformismo trotskista asevera que la interpretación de Stalin y su “cuadrilla de cómplices” (como Trotsky se refiere a los miembros del Comité Central) respecto al conflicto práctico-ideológico entre Lenin y Trotsky era en realidad invención del estalinismo. Lo cierto es lo opuesto: el origen de clase de Trotsky estuvo presente en su práctica y en su teoría opuesta al leninismo.

Organizaciones autodenominadas de izquierda exponen que ya no es necesario debatir o retomar la disputa ocurrida “entre dos personas”. Esto no es así, pues no se trata de una pelea radicada en los años 30 del siglo XX por la “dirigencia del poder en el seno del Partido”, sino del debate y el análisis de la historia del movimiento revolucionario y ello estriba en proseguir la dialéctica revolucionaria. La lucha práctica como la ideológica no es algo opcional, más bien es una necesidad histórica de los comunistas para lograr desenmascarar a camaleones que se cubren de mantos rojos.

*Texto inédito.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Deutscher, I. (1966). Trotsky el profeta armado. D.F., México, Ediciones Era.

Lecomte, B. (2018). Los secretos del Kremlin. CDMC, México. Ed. El Ateneo.

Lenin, V.I. “Acerca de una violación de la unidad que se encubre de gritos de unidad”. En Tomo V. Obras escogidas en XII Tomos. Moscú, Progreso.

Stalin, I. (1953). “¿Anarquismo o socialismo?”. En Tomo 1. Obras Completas en 13 Tomos. Ediciones en Lenguas Extranjeras Moscú. Pp. 301-399.

………. (1953). “La desviación socialdemócrata en nuestro Partido”. En Tomo 8. Obras Completas en 13 Tomos. Ediciones en Lenguas Extranjeras Moscú.

Trotsky, L. (2004). “Las tendencias filosóficas del burocratismo” Escritos filosóficos. Buenos Aires, CEIP.

…………… (1963). Stalin. D.F., México, Ediciones Lauro.

Texto completo en: http://elcomunista.nuevaradio.org/el-festichismo-del-trotskismo-por-trotsky/

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